Bloque reaccionario, régimen de guerra y farsa del PSOE

El amago veraz de Pedro Sánchez para irse, al comprobar que no podía seguir sin situarse judicialmente como pieza de caza mayor para el bloque reaccionario, dejaba al PSOE al albur de una sucesión interna y presidencial incierta

Mario Ortega

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

Pedro Sánchez junto a Salvador Illa, en una imagen reciente del PSOE.
Pedro Sánchez junto a Salvador Illa, en una imagen reciente del PSOE.

Lo quieren todo todo el tiempo

Sostengo en este artículo que la forma en que el capitalismo global asume su acción política en España es el lawfare orientado por el bloque reaccionario. Sostengo que vivimos en la tercera fase del neoliberalismo, una huida hacia delante más brutal que las anteriores. Sostengo que en España, debilitado Podemos, el partido que rompió el consenso de régimen del que participaron PSOE, PCE, PSUC, CiU y PNV, la acción del bloque reaccionario va dirigida a expulsar por la fuerza al PSOE como pilar del régimen del 78. Sostengo que el bloque reaccionario pretende una involución antidemocrática de acuerdo con las necesidades de supervivencia del capitalismo occidental para la que la socialdemocracia liberal estorba.

El bloque reaccionario ya no necesita al PSOE porque necesita todo todo el tiempo. La socialdemocracia liberal surgida en Europa tras la segunda guerra mundial es prescindible para el capitalismo global. En España no necesita al pilar sobre el que en la transición se construyó la ficción de que España era una democracia plena. La dependencia de Pedro Sánchez para mantener el poder en el gobierno, como hizo con Podemos tras las repetición electoral de diciembre de 2019 o con Junts tras la últimas de julio de 2023, produce el temor de que acabe por romper los candados que cierran la posibilidad de una auténtica profundización democrática de carácter republicano.

El amago veraz de Pedro Sánchez para irse, al comprobar que no podía seguir sin situarse judicialmente como pieza de caza mayor para el bloque reaccionario, dejaba al PSOE al albur de una sucesión interna y presidencial incierta. Saltaron todas las alarmas en el interior del partido que ha lavado siempre la imagen de la monarquía heredera del franquismo.

El régimen de guerra es el ambiente en el que se instala la violencia mediática, judicial y política como estrategia del capitalismo para quedarse con todo todo el tiempo. En España el ejecutor de esa violencia que atenta contra la democracia es el bloque reaccionario que subvierte los resultados electorales calificando a los gobiernos de Sánchez de ilegítimos o ilegales.

El bloque reaccionario está formado por monarquía, derecha ultra y ultraderecha, CGPJ y multitud de medios de comunicación entre los que los principales son Atresmedia y Mediaset, con la colaboración especial, según el momento, del grupo PRISA. Hasta el miércoles 24 de abril cuando Pedro Sánchez hace pública su inquietante carta de amor, el PSOE fue beneficiario de ese lawfare. Lo usó en asociación con SUMAR para intentar liquidar a Podemos. El ejemplo más paradigmático es la operación conjunta de acoso y veto a Irene Montero.

Viniendo de donde venimos, un lawfare implacable contra multitud de actores sociales, culturales y políticos entre los que destacan Podemos y los partidos independentistas catalanes, parece mentira que la movilización de UGT, CC.OO y el llamado mundo de la cultura, celebrada el domingo 28 de abril, para rogar a Pedro Sánchez que se quedase, se hiciese sin exigirle condición concreta alguna. Si el bloque reaccionario lo quiere todo todo el tiempo, habrían de pedirle al presidente del gobierno que concrete medidas urgentes para confrontar con la manifiesta intención de involución totalitaria.

Régimen de guerra y bloque reaccionario

El régimen de guerra, apropiándome de la descriptiva expresión de Raúl Sánchez Cedillo, supone la tercera fase del neoliberalismo, una fase en la que el capitalismo occidental busca el control total del planeta y sus recursos. Por eso la OTAN declaró a China desafío sistémico. Por eso el pressing sobre Rusia para que Ucrania formase parte de la OTAN tuvo como consecuencia la guerra en Ucrania. Por eso la ayuda directa a Israel para sostener su posición de gendarme nuclear en oriente medio. Por eso Ursula von der Layen mira a la ultraderecha para conformar el próximo Consejo Europeo tras las elecciones de junio.

El PSOE es en España el baluarte del régimen de guerra, como se encarga de hacernos ver la ministra de Defensa, Margarita Robles. Al tiempo que está atado al régimen de guerra pretende, de un lado, seguir negociando con el bloque de poder heredero del franquismo incrustado en la CE del 78 y, de otro, como descubre el ministro Óscar Puente en su tuit de apoyo al fondo buitre Blackrock, ser dócil con los representantes del capitalismo occidental que se están quedando con todo.

En la primera fase del neoliberalismo, con la llegada al poder en el mundo anglosajón de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, éste resuelve su crisis ecosistémica, encarecimiento de materias primas y petróleo, con una huida hacia la especulación financiera, desplazando la fábrica a países asiáticos e instalando la guerra Irán-Irak en Oriente Medio. Comienza en Europa la precarización intensiva del trabajo. El PCE y el PSOE firman en 1977 los pactos de la Moncloa con el bloque procedente del franquismo. Pocos años después Felipe González nos mete en la OTAN, comienza la liquidación de la industria, la especialización de la economía en la construcción y el turismo, y los procesos de liberalización de banca y empresas públicas.

Consecuencia de ese primer neoliberalismo es la crisis económica global de 2008. El valor acumulado en las bolsas se quedó con los pies colgando ante el valor real de los productos sobre los que se soportaba la ficción especulativa. El capital occidental jugó en el casino de las bolsas mientras la fábrica se desplazó a China. Los estados delegaron la innovación al emprendimiento, incapaz de competir con la primera división asiática. Se sientan las bases socioeconómicas para la aparición del trumpismo global del que Ayuso y Feijóo son sus representantes en España.

La crisis de 2008 se afronta en España con la reforma bipartidista del artículo 135 de la CE que garantiza el rescate a la banca. José Luís Rodríguez Zapatero, PSOE, era presidente del gobierno. Llegó una crisis social brutal. Triunfó la derecha comandada por Mariano Rajoy, se rescató la banca sin contrapartidas. Se instaló la ley mordaza para criminalizar la protesta. El nacionalismo catalán de CiU intentó escapar, acosado por su propia corrupción, por la vía del independentismo. Irrumpió con fuerza Podemos, abdicó Juan Carlos I, la banca montó Ciudadanos, el Podemos de derechas. 

Llegó Vox como fragmento neofascista del Partido Popular impulsado por el a por ellos de Felipe VI. Se aplicó el 155 a Cataluña con el apoyo de Pedro Sánchez. La “justicia” imputó por rebelión a los líderes del procés. Huyeron o fueron encarcelados. Comienza a lo bestia la violencia judicial, mediática y política contra los liderazgos de Podemos. El PSOE se mantiene como el actor fundamental del régimen para sostener la ficción de una democracia plena, y colabora de manera directa con el lawfare haciendo uso político y electoral contra Podemos y el independentismo.

El bloque reaccionario lo quiere todo todo el tiempo. Las consecuencias de lo narrado no han sido analizadas por quienes han formado o forman parte del conglomerado SUMAR, elemento central construido desde Moncloa con la batuta de Yolanda Díaz para reducir a cenizas a Podemos. Al igual que Pedro Sánchez y SUMAR ruegan al bloque reaccionario que los acepte democráticamente, CC.OO, UGT y el mundo de la cultura, rogaban el domingo 28 de abril a Pedro Sánchez que siguiese, sin exigirle contrapartida de acción alguna. Caben dos opciones, o no son conscientes que el neoliberalismo occidental ha iniciado la fase de destrucción de la democracia, lo quieren todo todo el tiempo, despreciando lo que queda de socialdemocracia liberal, o les puede el corto plazo viviendo en la ilusión óptica de que todo volverá a ser como antes.

La farsa del PSOE

Tras la primera fase de financiarización, privatizaciones y desindustrialización, la segunda de acumulación de poder en el gobierno central, concentración bancaria, precarización laboral, privatizaciones e irrupción de los fondos buitres apropiándose del mercado de la vivienda y los servicios públicos, estamos en la tercera. El sistema capitalista lo quiere todo todo el tiempo. El capitalismo occidental necesita apropiarse por completo del estado, de todo los social, porque ya no puede competir con China o los BRICS en el modelo que el mismo a propiciado.

Su manijero en España, el bloque reaccionario, ya no puede permitir que el PSOE ocupe el poder siquiera por tiempos cortos, pretenden expulsarlo del consenso de régimen, dejarlo al margen solo para que esté en la oposición de manera permanente. Ayuso es Miley, Feijóo su consorte. El PSOE es Sergio Massa, ni puedo ni quiero. La violencia política, toda vez que Podemos ha sido expulsado del gobierno queda dirigida contra Pedro Sánchez enviando la señal de que el PSOE puede ser oposición, pero nunca a partir de ahora ejercer el gobierno. Lo quieren todo todo el tiempo. El bloque reaccionario necesita el miedo para poder cumplir con la necesidad neoliberal de expropiar de derechos públicos a las clases medias y populares, también los del pequeño y mediano empresariado. Por eso ya no oculta su brutalidad contra todo, incluida la socialdemocracia liberal que ha actuado de máscara democrática.

Lo quieren todo todo el tiempo. El régimen de guerra, que alimenta el propio Pedro Sánchez con su posición otanista y sin atreverse a actuar contra el estado genocida de Israel, es el medio ambiente en el que el bloque reaccionario actúa contra la democracia. En esta tercera fase del neoliberalismo las socialdemocracias liberales son prescindibles, por eso Ursula von der Leyen echa el guiño a la ultraderecha en Europa, por eso Joe Biden ya no puede ni siquiera parecer progresista, por eso el PSOE está siendo expulsado del consenso de régimen del 78 aunque se resista a ser expulsado y siga pidiendo al PP pactos de estado.

Sorprende que los sindicatos CC.OO y UGT, SUMAR y lo que se ha dado en llamar mundo de la cultura, junto con la línea editorial de algunos medios de la progresía rogara a Pedro Sánchez que no se fuese sin pedirle nada a cambio. Añoran un pasado que no va a volver. Sostener la farsa de un presidente del Gobierno que, tras denunciar la existencia de la máquina del fango en la democracia española, vuelva para quedarse diciendo que quiere abrir un debate público para liderar un proceso de regeneración democrática, sin proponer una sola medida para hacerlo no puede durar mucho tiempo. El neoliberalismo, en España el bloque reaccionario, lo quiere todo todo el tiempo.

El bloque reaccionario, agente español de la tercera fase del capitalismo neoliberal, no va a parar. El PSOE no podrá sostener la farsa de su papel desde la transición. Para evitarlo no tiene más remedio que asumir su expulsión del consenso de régimen del 78 y actuar legislativamente con el bloque democrático, el de investidura. No quiere hacerlo. Hay una batería de medidas que el bloque de investidura, que es el que tiene el apoyo electoral, debe forzarlo a afrontar. La renovación urgente del cinco años caducado CGPJ sin la participación del Partido Popular, la derogación de la ley mordaza, una ley de medios que garantice el derecho constitucional a una información veraz, la persecución penal de las cloacas, la prevaricación judicial y el lawfare mediático, la reducción del tiempo de la ley de secretos oficiales, el acceso sin sesgo de clase a la carrera judicial, por ejemplo, además de afrontar de una vez por todas la garantía del derecho básico a una vivienda digna. Sí que se puede.

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