El gran problema, mejor el gran defecto de muchos, muchísimos políticos, y de cuantos les siguen, los defienden o se toman de dos en dos los sapos salidos de su putrefacta boquita, es que en su obsesión por encontrar un resquicio por dónde criticar a sus competidores directos no les importa equivocarse, errar, e incluso herrar-se, si llega el caso. Y más. Por ejemplo no les importa desviar el disparo e insultar a otras personas o a otra Comunidad sin nada que ver con los enfrentamientos locales en aquella de dónde procede el crítico o la crítica, esta última palabra en doble acepción. No termina aquí la cosa, En su macabro interés por lanzar una crítica a su competencia vicevérsica, hay veces que ni les preocupa, ni les importa lo más mínimo perjudicar a su propio pueblo, será porque todavía conservan su amplio toque de cemento en la jeta. Otros, y ellos también, se han negado con reiteración a aprobar una subida de salarios y de pensiones. Temerán, como Feijóo, con quien tanto tienen en común pese a su hipócrita negativa, dañar ni siquiera un poquito, arañar levemente la piel de los poderosos del IBEX, la banca, las grandes constructoras e inmobiliarias y todo aquel que pudiera ayudarles a la hora de gastarse su correspondiente fortuna en campañas publicitarias para obtener unos votos que no les corresponden, en tanto la votación siempre debería ser favorable al bienestar general. Debería. Ahí está el reto.
Muchas gracias por su definición, porque es de suponer que la señora no habrá querido decir “señoritos” en sentido peyorativo porque sería propio de gente con escasa o nula clase, sin dignidad ni estilo personal, sería un apelativo producto de su propia falta de educación y su mente maquinadora, algo que los andaluces por lo normal somos incapaces de asimilar, pues no somos tan mal pensados. Preferible es pensar, más bien que nos ha llamado “señoritos” en el sentido de clase, estilo, distinción y elegancia. Por ahí va bien. Además la señora (perdón, la suponemos señora porque el ser humano siempre se expresa a partir de uno mismo por lo que tendemos a juzgar según nos sentimos). Y no es posible que nadie, por muy catalán o muy partidista que pueda ser, sea tan mal educado para dedicarse a insultar a los demás.
Maleducado o maleducada e ignorante a pesar de todo apelativos de difícil credibilidad, pues por lo normal tenemos clasificados a los catalanes como gente muy amiga de lo suyo, pero educados, en ocasiones generosos y sobre todo muy abiertos, que para eso presumen, han presumido siempre de ser “los más europeos de todos los españoles” lo que significa que además se sienten españoles. Para que se enteren Rajoy, Llarena y todos cuantos los persiguen por un amago de independentismo durante justamente un segundo, para demostrar que su intención en ningún momento tuvo la menor relación con el deseo de independizarse.
En definitiva el nefasto comportamiento de muchos políticos y su mala lengua, para empezar tan sólo les perjudica a ellos mismos. Es un tomahawk y les golpea cada vez que lo usan. Eso está bien. Lo del regreso del tomahawk. Pero como ya se ha dicho, todo eso les preocupa y les importa tan poco como intentar ser un poco razonables y pelear por el bienestar de todos, de la mayoría, no solamente por el beneficio de los grandes, a quienes se oponen a aplicar un impuesto especial, que no va tambalear su abultada cuenta, pero va a servir para mejorar un poco el nivel de vida de los más desfavorecidos y, sobre todo, va a ser un medio para que devuelvan a la sociedad algo de lo mucho que la sociedad les ha dado.
La ignorancia, eso tan negativo y peligroso pero tan frecuente en los políticos, sus seguidores y quienes los creen, es el principal mal de la vida política en el Estado español. Pero ellos no le temen a nada, auto-asegurados como se sienten por un puñado de votos. Mal endémico este de votar a quien no lo merece. La ignorancia los lleva a hacer el ridículo que, reiteramos es el caso. La señora ignora, o ha preferido ignorarlo que sería peor, que el 90% de los propietarios del olivar, son agricultores independientes. Que no les hacemos competencia porque el olivo se cultiva en Andalucía mucho siglos antes de que pudiera imaginarse que alguien pudiera hacer el ridículo de forma tan ostensible, que las productoras de aceite, o son cooperativas, o son empresas que se han podido mantener porque existen desde hace siglos a pesar de las zancadillas puestas desde “arriba” del mapa, desde el norte, de dónde nos vienen todos los males; que cuando todavía en otros lugares ni sabían cultivar la tierra, Andalucía ya exportaba su aceite. Y que los únicos terratenientes que quedan en el olivar, restos del reparto hecho tras la conquista de Andalucía, tienen sus domicilios precisamente en la submeseta norte y en Cataluña. Así que cuando se permiten utilizar el trillado tema de los “señoritos” terratenientes para insultar a Andalucía, en realidad se insultan a sí mismos, por partida doble.