De los niños no es necesario defenderse

Y es que israelí no es lo mismo que sionismo. Netanyahu se niega a reconocer a los dos estados, pese a que son ellos los recién llegados, cincuenta años no es tiempo en relación a la antigüedad de la misma Israel o de su antecesora Canaán

Casas destruidas en Gaza tras el ataque de Israel.

Estados Unidos no está permitiendo que Israel se defienda; por la simple razón de que Israel no se está defendiendo. Nadie se defiende, no se necesita, de niños, mujeres, ancianos, enfermos, heridos, médicos ni educadores. Cuando se bombardean hospitales, centros de enseñanza, oficinas públicas o de empresas, cuando las ciudades se destruyen de forma sistemática, para, presumiblemente, detener o asesinar a media docena de supuestos terroristas, porque Israel lo ha anunciado, pero no lo ha probado, que aquí se le piden las actas a Maduro, muy bien por cierto, pero como impera la doble vara de medir, a Israel ni reñirle, que está protegida por el país mejor armado, con libertad absoluta para invadir a quien quiera y apoyarlo, aunque las armas de destrucción masiva nunca aparezcan, como no aparecen los “terroristas” de Hamás, no vaya a enfadarse Biden con los estados ¿soberanos? europeos, mientras  el Tío Sam lo permita. ¿Quién es más terrorista? Porque serlo implica un comportamiento, no puede ser terrorista cualquiera, solo porque lo diga, o lo ordene, Estados Unidos de Norteamérica.

Israel, y con su apoyo sin condiciones Estados Unidos y su todavía presidente Joe Biden, están ganándose la antipatía de gran parte del mundo, judíos incluidos, pero eso parece no preocuparles mientras cuenten con el arsenal de guerra que además necesita renovación periódica para evitar su desgaste estando inactivo o su caducidad. Israel y Estados Unidos están revirtiendo las simpatías despertadas por el estado israelí, debida principalmente a la creación de los kibutz y a su despegue industrial. Sin embargo, el posible mérito lo nubla su comportamiento, el asesinato de más de cuarenta y dos mil personas en Gaza, apoyo implícito a la ocupación de territorios palestinos por colonos israelíes. Y el avance industrial, por su parte, se da gracias, en primer lugar, a la ayuda sin condiciones de Estados Unidos.

Y es que israelí no es lo mismo que sionismo. Netanyahu se niega a reconocer a los dos estados, pese a que son ellos los recién llegados, cincuenta años no es tiempo en relación a la antigüedad de la misma Israel o de su antecesora Canaán, también invadida en su momento por el padre Abraham y las huestes por él dirigidas. Entonces, como ahora, “precisaron” vaciar el país para ocuparlo. Porque su intención, está quedando muy clara, es quedarse con toda Palestina, a pesar de que tampoco la Israel histórica ocupó nunca todo ese espacio.

Esto no es “una lucha de siglos”, ni es un mecanismo de defensa contra los países árabes. Para empezar, la mayoría de los países árabes ya han reconocido al estado israelita, incluidos la propia autoridad palestina. Los estados de alrededor bien calladitos y modositos que están. Y Líbano es un país cristiano como la inmensa mayoría de sus habitantes. ¿Por qué, si no es por lo dicho en los párrafos anteriores, ¿no quieren reconocer la existencia de Palestina? Es evidente que lo ideal sería un solo Estado, con igual tratamiento para árabes, cristianos y judíos. Pero ya que la intransigencia israelita, mejor dicho: el sionismo de sus dirigentes y de su ejército imposibilitan esa unidad, porque no podría ser un Estado judío dónde se permitiera vivir a algunos palestinos a cambio de su sumisión sin condiciones. Si ese Estado único es imposible, precisamente como se ha dicho por la intransigencia sionista, la solución es la de los dos estados. Ahí debe aprobarse la valentía del gobierno español, que pese a la peligrosidad mostrada por sus dirigentes actuales y a la oposición pasiva, más bien disimulada de las autoridades estadounidenses, han reconocido al pueblo sin Estado todavía: el necesario y con todo el derecho a existir Estado Palestino.

Si Israel y Estados Unidos no quieren seguir aumentando la antipatía, la oposición de gran parte del mundo, incluida la de los propios judíos, tanto habitantes del Israel como dispersos en diversos países. Deben dar marcha atrás. Es difícil, se oponen a ello la soberbia y complejo de superioridad de Netanyahu y el sector más reaccionario de Israel, así como el presidente Biden. Está difícil la paz si no la obtiene la repulsa, la repugnancia, el asco del mundo a los crímenes de guerra, a las masacres consentidas para vergüenza de la parte del mundo que apoya al sionismo de Netanyahu y sus generales.