Nunca habría imaginado la santa rebelde la posibilidad de protagonizar tanta competencia para hacerse con plusvalías. Que por cierto no van a revertir a Sevilla, van a revertir a apellidos propios de una serie cómica belga, aunque ni serán belgas ni esto es cómico. Que es muy serio.
ADIF dejó a medio terminar la estación de Santa Justa, en este mundo traidor, o traedor de desgracias y desvaríos. A medio terminar: no previó el natural crecimiento de la estación y omitió dejar preparados los laterales de la estación con ese fin. No previó que el AVE a Huelva y el de Cádiz, tienen que pasar por esa estación. No dejó espacio para el paso de esos trenes de alta velocidad y lo que vendría, que ya ha llegado. Tampoco previó la necesidad de aumentar los cercanías, que precisarían espacio para desarrollarse y ampliar el esquelético esquema de los cercanías en una conurbación de Millón y medio de personas que supera los dos millones en su máximo alcance. Y no terminó de cumplir con el proyecto, con un sorpresivo cambio todavía no explicado. ¿Dónde habrá quedado el hotel y el centro comercial proyectado en la parte delantera de la estación? En Sevilla hay suficientes centros comerciales, pero se siguen instalando y el de Santa Justa le habría dado vistosidad a la estación y comodidad a vecinos y viajeros. Pues si no pensaban hacerlo que no lo hubieran anunciado. Es lo menos. Frente a todos los olvidos sólo pensó en especular, sacarle rendimiento a unos terrenos obtenidos por expropiación.
Pero ADIF es una empresa pública. Por lo tanto le preocupa y le importa Sevilla tanto como al gobierno. Tanto como a la Junta de Andalucía. Tanto como al propio ayuntamiento y a los medios con sede en Madrid, que son mayoría. Es decir: nada. Porque ahora, cuando a costa de derivas y vagueos ADIF se queda con los terrenos aledaños a la Estación, no sólo eterniza, o sea: impide para siempre el crecimiento de la Estación, que en día no muy lejano lo pedirá la ella misma, aunque se tomen otros cincuenta años para resolverlo, como ocurrió con la reforma de 1992. ¿Habrá que organizar otra Expo? No debería ser necesario. Pero cuanto más tiempo pase, más difícil nos lo ponen. Más fácil para justificar un nuevo alejamiento, esta vez serio y problemático por los accesos a Majaravique y su separación de la ciudad. Entonces, si para entonces se lo han tomado en serio y existe por fin la línea Sevilla-Huelva-Faro, quedará justificado el camino, que ya no será un rodeo innecesario. Pues parece que están en todo, pero no. Sólo es consecuencia de la improvisación.
Pero el Ayuntamiento que será receptor de una extensa parcela, no se queda atrás ya se frota las manos con un antiguo proyecto, especulativo, por supuesto. Una “maravilla” de aglomeración para asfixiar al edificio de la estación, obligarlo a quedar constreñido a las vías actuales sin posibilidad de crecer —lo de Majaravique a pesar de su inutilidad no está previsto para mañana, que conste—. Dejarla rodeada, escondida en el bosque de bloques y torres de viviendas carísimas, que para encarecer está la cara de constructoras, promotoras, inmobiliarias y vendedores de los terrenos, pues para eso están al lado de la salida y entrada (actual) de la ciudad. El Ayuntamiento, siempre más complaciente con el capital que con la mayoría de los habitantes y afecto al hecho especulativo, incapaz de entablar conversaciones, también llamadas negociaciones para suscribir acuerdos con regidores de otros términos municipales contiguos, sin que eso tenga por qué suponer pérdida de nada ni para nadie se presta dichoso a provocar asfixia y aumentar la especulación con esos terrenos. En todo caso convertir zonas de Sevilla en “mini-Nueva York”, o “mini Kuala Lumpur” y otras ciudades por el estilo, no es mejorar la ciudad. Es aumentar la polución, es crear más problemas de tráfico, encima con una Junta de Andalucía negada a terminar la red de metro y un Ayuntamiento incapaz de llegar más allá qude los imaginativos nombres de “Metro Centro” o “Tranvi bus”. Cualquier invento para suplir, sin efectividad, el anti-sevillanismo militante de la Junta, y practicarlo al mismo tiempo. No vaya a olvidárseles.
¿Este es nuestro futuro? ¿Así paga a sus electores el personal electo para representarnos en la “Casa Grande”? ¿Es lógico añadir más especulación a la ya existente y perjudicar el aire, el agua y la convivencia en Sevilla, al tiempo de imposibilitar la mejora de las comunicaciones?
Sevilla no se lo merece. Ni ellos el voto de los sevillanos.