Y coja sigue. Y manca. Parece que para siempre. El proyecto incluía un hotel y centro comercial en la parte delantera, y al final se conformó con una hilera de pequeñas tiendas. No se supo, o no se quiso, prever la necesidad de crecimiento en líneas de largo recorrido y, en especial, de cercanías. Y no serviría montar unos raíles sobre otros. No se quiso aplicar buena voluntad, para que la línea de Huelva fuera útil, y le siguen obligando a perder al menos quince minutos en su peregrinar por Majarabique. Las tres cosas tienen arreglo. Los laterales de la estación admitirían ampliación de andenes para líneas de AVE y VA, como, por ejemplo, el tan necesario como negado ferrocarril Huelva/Cádiz-Sevilla-Málaga y Granada, que solo es una vía hasta Santa Ana, cuya infraestructura ya está hecha en casi el 90%. Eso no es imprevisión. Esto tiene otro nombre que el decoro impide escribir.
Igual que lo demás. Porque los laterales, sobre todo el noroeste, podrían acoger andenes de cercanías tan necesarios como Carmona-Aeropuerto-Sevilla-Sanlúcar la Mayor, Bellavista-Benacazón (por la misma vía de nuevo trazado) o Sevilla-Coria del Río, y otros que surgirán en el futuro, porque lo último y más negativo que puede hacerse es dar la espalda a la evolución y al crecimiento. Y el ferrocarril es el medio de transporte más rápido, cómodo y limpio.
Pues, no. Todavía no saben qué hacer con las más de cien mil viviendas vacías del Área de Sevilla y ya vuelven los créditos a constructoras para crear más ciudades fantasma y para que multinacionales, bancos y usureros de todo tamaño y calibre suban los precios sin que el Gobierno se moleste, ni en regular, ni en construir viviendas para quienes no se pueden permitir el lujo de enriquecer a los especuladores. Ahora, nuevo apretujón a la asfixia, se pretende construir viviendas en los laterales y delante de la estación de Santa Justa. Por muy necesitado de dinero que pueda estar el administrador de esta infraestructura, en este caso ADIF, o quien quiera que promueva este nuevo ataque a la integridad urbana de la ciudad, debería tenerse claro que el negocio de ADIF, como empresa pública que debe seguir siendo, son las infraestructuras ferroviarias. Y, salvo que regalen un tren miniatura a cada posible y remoto comprador de una vivienda, no se ve la relación. Tampoco es su negocio la instalación de centros comerciales. Pero esos, hasta ahora, no se han hecho para sustituir las infraestructuras, como sí ocurrirá en Santa Justa si se pone en marcha el proyecto. Porque la construcción en las franjas laterales y delantera condenará a sus límites actuales al edificio de la estación, dónde ya nunca podrán instalarse nuevos andenes, ni se podrán trazar nuevos raíles para los usos apuntados más atrás, ni para cualquiera otros que serán necesarios en el futuro.
En una urgente llamada a la cordura, debe tenerse en cuenta la coincidencia en dos hechos: Santa Justa necesita crecer y Sevilla necesita poder vender los pisos vacíos antes que continuar llenando espacios, útiles para otros menesteres como el transporte público de viajeros. Debería tenerse en cuenta. Esta ciudad no merece que se niegue el crecimiento de líneas de transporte y se asfixien zonas ya saturadas.
Comentarios