Vivir de la miseria

Allí dónde mucha gente persigue acumular dinero a costa de los más necesitados, la gran desconocida es la justicia social

Un cartel de 'Se vende' en una vivienda.
Un cartel de 'Se vende' en una vivienda. MANU GARCÍA

Hay mucha gente, mucha, más de la que parece, viviendo de la miseria. De la de los demás. De la provocada por ellos para vivir de esa miseria de la que son responsables. Dónde hay quien vive de la miseria, la miseria crece, porque cuanta más provoquen, más beneficio acumulan para sí mismos. De la miseria viven ¡y qué bien! Los especuladores/as, de todos los tamaños, por ejemplo los fondos buitre, perfectamente legales pese a que todos los sistemas políticos hablan de igualdad, de buscar la igualdad, de mejorar la vida de los más perjudicados por esas fallas del sistema. Los fondos buitre, propietarios de miles de viviendas, acumulación por diversos medios no siempre limpios, porque cuantas más acumulen más crece la necesidad y con ello tienen más fácil subir precios. Acumuladores de viviendas y de dinero físico, ahora que quieren eliminar el dinero físico en disciplinada obediencia a la gran oligarquía presente en el Bilderberg, en la Trilateral, en el Foro de Davos, estructuras creadas para dirigir el mundo, manejarlo y utilizarlo en su beneficio exclusivo. Son los amos del mundo, el «no existente» gobierno mundial impuesto a sí mismo sin legislación, (ni falta que les hace) porque quien manda es el dinero. Por eso mismo ahora están a punto de decretar su desaparición, más exactamente su retirada de la circulación para pasar a ser poseído y manejado por los ciento treinta individuos dueños del destino de casi ocho mil millones de personas.

Sólo queda colocar un chip a cada individuo, proyecto aún no desestimado, aunque no va a hacer falta, pues ya dirigen multitudes a distancia. Entre eso y los millones de necesitados, de gente que pasa hambre, que muere de hambre, a quienes por tanto no se les puede exigir compromiso ni capacidad de protesta, ni tiene posibilidad de oposición a esta dictadura mundial de facto, han creado su mejor mercado dónde vender su nada, porque esa es otra, la tercera pata del banco.

Desde el principio de la revolución industrial la industria y el comercio fueron creadores de capitales, pero al principio el capital era creativo, al menos en su mayor parte y en unos lugares más que en otros, parcialmente responsable de las desigualdades entre regiones naturales y zonas de un mismo país. Sin duda durante un primer periodo el capital se multiplicaba mientras fue activo y creativo y promovió la industria y el comercio, pero en la medida en que se ha ido limitando a acumular sin producir o con una producción mínima precisamente por esa obsesión acumulativa, ha disminuido el efectivo disponible al inmovilizarlo.

En todas circunstancias, más aún cuando la producción disminuye o desaparece, la acumulación sólo es posible si se priva a una mayoría de ese elemento, sea dinero u objetos susceptibles de ser convertidos en dinero. Ya algunos supuestos 'genios de las finanzas', han tomado el camino de invertir —así lo llaman, aunque en realidad sea especular— con elementos básicos en alimentación como las legumbres y hasta el agua, sujetos que en exclusiva reducidos a negocio especulativo, tan sólo pueden provocar el aumento de esa miseria mencionada al principio. Igual que una necesidad y un derecho constitucional como la vivienda ha quedado reducido a lucrativo comercio en perjuicio grave y claro de todas aquellas personas y familias necesitadas de un espacio físico digno. El negocio de la vivienda, ausente la ética, se ha convertido en el más ruin desde que se construye sin intención de cubrir una necesidad, solamente con la idea de mejorar beneficios para unos cuantos aunque muchos deban asumir costos imposibles que, o bien les cierran el acceso o se lo quitan poco después por el frecuentado método del desahucio. En todo caso el acceso queda limitado a compradores cuya única intención es encarecerla en busca de beneficio con reventa o alquiler.

Allí dónde mucha gente persigue acumular dinero a costa de los más necesitados, la gran desconocida es la justicia social y sus autoridades los mayores protectores de la especulación.

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