Hoy pretendo provocar en el lector esa necesidad de entender el equilibrio, de proporciones justas, de medidas ‘naturales’ y sensatas que debemos alcanzar en la industria turística en general y en la realidad que está adquiriendo este fenómeno, en particular, en Sevilla y su provincia.
Llevamos años creciendo. Los registros de visitantes y pernoctaciones son como una serie casi exponencial que nos enfrenta a retos y desafíos a la hora de ofrecer propuestas que, de una parte, atraigan al turismo y, de otra, sean sostenibles en clave de convivencia y conservación de los espacios culturales y naturales con los que contamos en la capital sevillana y en el territorio provincial.
Y todo, por supuesto, partiendo de la base de que la gente que viene de fuera a la capital de Andalucía y a su provincia, siempre, siempre, siempre es bienvenida. Y así continuará ocurriendo porque, si hay algo que caracteriza a los sevillanos y sevillanas es su carácter abierto, sencillo, amable y hospitalario, que se convierte además en el mayor activo a la hora de que el turista nos elija.
Aquí, el patrimonio cultural tiene un valor incalculable y los espacios naturales van desde la Sierra Morena a Doñana, con una diversidad increíble, pero el mayor tesoro es la sonrisa del camarero o camarera cuando te atiende, o la amabilidad del guía que convierte experiencias en recuerdos inolvidables.
Y con ese capital humano y patrimonial, con una historia que nos fue regalada para exhibirla ahora como ejemplo de tolerancia y universalidad, tanto el sector turístico como las administraciones responsables en este apartado debemos seguir fortaleciendo la capacidad turística de Sevilla y provincia, para elevar nuestra oferta y que, en definitiva, ésta experimente un salto de calidad que nos lleve a un incremento de las pernoctaciones y del gasto por turista.
El debate debe siempre partir de la base de que queremos que nos sigan eligiendo. O lo que es lo mismo, que la gente que viene de fuera siga siendo bien recibida porque en la sociedad sevillana tengamos siempre claro que el turismo es positivo.
Y para eso, para aspirar a un ‘turismo en equilibrio’, tenemos que analizar cómo están las costuras del territorio, cuál es la capacidad aeroportuaria, hotelera, o a nivel de monumentos, y complementar la capital con la provincia, apostando por el turismo de experiencias.Un análisis que, además, se detenga a debatir y armar las grandes cuestiones que actualmente están encima de la mesa para tomar decisiones al respecto. Me refiero a la aplicación de una tasa turística y a la sensata conjugación del fenómeno de los apartamentos turísticos junto a la humana habitabilidad de los lugares con más afluencia turística.
En el primero de los asuntos, el hecho de que el visitante aporte una cantidad casi simbólica por día de estancia en la ciudad es un hecho firmemente probado en numerosas urbes de todo el mundo y, lejos de resentirse, el turismo en dichos lugares contribuye así a conservar el patrimonio y los propios entornos y servicios urbanos. Y en Sevilla, estoy seguro, no iba a ser de otra forma y el turista abonaría dicha tasa sin cuestionarla.
Y en lo que se refiere a los apartamentos turísticos, la coordinación entre administraciones y un estudio concienzudo acerca de la situación actual y proyecciones de futuro nos deberían llevar a tomar decisiones responsables y sensatas en el presente. Decisiones que preserven la identidad y habitabilidad de los espacios más concurridos, a la vez que dinamizamos la economía con la actividad turística.
En definitiva, creo que ser competitivos en turismo ya no es cuestión de cantidad sino de calidad y, para seguir creciendo, siempre desde la base de que el turismo es positivo, debemos hacer análisis correctos que nos lleven hacia la proporción justa a la hora de disfrutar de los entornos naturales, el patrimonio y, en definitiva, de la ciudad y de todo lo que tiene que ofrecer la provincia en sus múltiples e inimaginables rincones.
Hasta ahora, los números avalan el camino.
Ahora, si con el trabajo conjunto, el sentido común y la lealtad institucional somos capaces de aplicar las proporciones justas, de medidas ‘naturales’ y sensatas al crecimiento de nuestra industria turística, estaremos garantizando prosperidad y, a la vez, conservación de nuestra identidad a las generaciones venideras de sevillanos y sevillanas.
Este año vamos a Fitur con una oferta riquísima y variada, bien protegida y sostenible. Un turismo de interior para aquellos viajeros que buscan algo diferente, experiencias más allá de la simple visita; destinos amables en los que disfrutar del patrimonio, la gastronomía y la cultura; de entornos rurales y zonas de naturaleza impresionante en las que vivir aventuras.
Con el lema ‘Busques lo que busques… Sevilla’ como hilo conductor del programa en FITUR, pretendemos poner el foco sobre un destino que puede y logra sorprender. Una provincia que no solo visitas, sino que sientes.
La provincia atrae a un turista de calidad que busca experiencias, como el oleoturismo y el enoturismo, productos que tienen una alta valoración entre los visitantes de los municipios sevillanos. Un turismo de lujo que ofrecen los alojamientos singulares de la provincia, que se están revelando como una alternativa sostenible a la masificación. El turista premium busca la tranquilidad y huye de las aglomeraciones. De hecho veremos grandes proyectos en esta línea en los próximos meses.
El turismo va de que te elijan. Para seguir poniendo a Sevilla en el mapa, nos tienen que elegir, es decir, que la gente que venga a Sevilla se vaya hablando bien de Sevilla, de su capital y de la provincia. Por eso, ambos destinos se complementan y se completan.
En la provincia hay mucho margen de crecimiento, como complemento de Sevilla capital, y por tanto, podemos combatir la masificación. Mercados muy importantes para la provincia son Madrid o Barcelona. Y no nos quedamos ahí, buscamos una provincia internacional que pueda ofrecer todo, busques lo que busques, vengas de donde vengas.