Fue Alfonso Guerra el que dijo, cuando el PSOE ganó las elecciones generales en 1982: “A España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Cuarenta y dos años después, es justo reconocer que se han dado importantes transformaciones hacia afuera y nuestro país es parte de los países occidentales con democracia liberal, entramos en la Unión Europea y por, supuesto, en la OTAN, una cosa iba ligada a la otra, de ello da fe Eduardo Serra (exministro de defensa). España organizó unas Olimpiadas y una Exposición Universal y ejerce, por turno, la presidencia comunitaria. La democracia representativa, formal, funciona.
Las transformaciones hacia dentro llevan otro ritmo e instituciones vitales del Estado no han conocido cambios sustanciales y el funcionamiento democrático aún no las ha impregnado lo suficiente y la naturaleza extractiva sigue vigente, es el supuesto de la corrupción política en algunos partidos políticos como el popular que hasta su sede tiene que ver con el dinero negro; o, del Consejo General del Poder Judicial que desde el principio le persigue el estigma de la manipulación política y partidista, convirtiendo en banal y dependiente el gobierno de los jueces; o, el enchufismo en la contratación pública para así extraer renta y riqueza del erario público y la economía productiva para solo beneficiar a un determinado sector de empresarios y medios afines; o, el asunto del rey emérito que ha extraído una gran fortuna aprovechando su posición de Jefe de Estado inimputable e inviolable. Afectando, todo ello, a la calidad de nuestra democracia.
Aquella frase singular fue luego fue acuñada por Alberto Ribera, ahora en el entorno del Partido Popular con el que, su formación política, constituyó gobierno en Andalucía con el apoyo de VOX, formando lo que se denominó el “gobierno del cambio”, que se guardó mucho de no dar miedo en su primera etapa, si bien, sin prisa, pero sin pausa, fue sentando las bases para después, como está ocurriendo, entrar a saco a privatizar los servicios públicos andaluces como la Sanidad, renunciando al modelo preventivo de Salud (una población lo más sana posible) en favor del modelo reparativo (cuantas más personas enfermas potenciales mejor) que es el que interesa a las aseguradoras, para lo que era necesario externalizar la Escuela Andaluza de Salud Pública, pero también, desproteger y destruir los Parques Naturales de Doñana y Sierra Nevada mercantilizándolos o vaciar la Educación Pública traspasando sus recursos a la empresa privada, sobre todo a la confesional, bajo el tipo de concertada, siguiendo así con la extracción de la riqueza pública en favor de determinados grupos empresariales y de paso devastar o precarizar el empleo en la Administración pública andaluza. En esto de la privatización de los servicios públicos, el PSOE comparte modelo.
El Partido Popular para desarrollar tal actividad extractiva utiliza trampantojos envueltos en la bandera andaluza, cuando en realidad rechaza que Andalucía tenga la consideración de nacionalidad histórica. Un partido monárquico como el que lidera Moreno Bonilla, a lo más que quiere, es una democracia limitada según el molde centralista de la élite económica extractiva que representa y, por supuesto, no cree en el autogobierno de los pueblos que integran el Estado Español, sino que, como su escisión VOX, quiere ilegalizar a los partidos nacionalistas. No extraña, por el contrario, que el Partido Popular no proponga la ilegalización y/o disolución de las organizaciones políticas corruptas y por tal concepto condenadas.
El gobierno que preside Moreno Bonilla no es ejemplo de buen administrador público y lo saben las Joyas Naturales como Doñana y Sierra Nevada que salen de la lista verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza por la pésima gestión realizada. Ninguna de las políticas públicas que dice aplicar revierten en la construcción de un modelo productivo autóctono industrializado que no haga depender la economía andaluza del turismo, cuyo modelo actual, es extractivo de la riqueza de los recursos naturales andaluces en favor de los grandes operadores turísticos.
La crisis permanente en la que se mantiene a la Sanidad Pública andaluza es parte de una estrategia que se ha topado, además, con una incapacidad ignorante y negligente de no saber qué hacer y a su consecuencia, las listas de espera se han incrementado un 30%, es decir, hay más de un millón de personas en espera de operación quirúrgica y/o pasar a consultar externas y de especialidades. El Tribunal Económico Administrativo de Andalucía ha rechazado de plano el acuerdo marco con el mercado de la sanidad privada por contener "defectos legales insubsanables" y para poner la guinda, la cúpula de la Consejería de Salud se ha desmoronado, siendo un hecho la aparición de caos en las urgencias, el cierre de plantas hospitalarias y el desmantelamiento de la atención primaria. Sin embargo, el presidente Moreno Bonilla centra su prioridad en que no se rompa España a sabiendas de que esta no está en riesgo, simultáneamente, abandona a su suerte a cientos de miles de personas.
Finalmente, por desgracia y mientras se sube el sueldo, su gestión ha situado a la comunidad andaluza en la última en el PIB per cápita y las plusvalías andaluzas extraídas por la privatización de los recursos públicos viajan a Madrid. Sin duda, Andalucía sufre una calamidad llamada Partido Popular.