Posiblemente, quienes no tienen edad para ello no puedan comprender en estos tiempos de desmovilización social la envergadura del movimiento que en febrero y marzo del 2003 se desató de forma global contra la guerra de Irak. Se cumplen hoy, 15 de febrero, 20 años de las impresionantes manifestaciones que se desarrollaron por todo el planeta contra la intervención estadounidense.
Todo empezó en enero cuando la fecha fue decidida en el Foro Social Mundial que se desarrollaba en Porto Alegre (Brasil). En solo un mes empezó generarse un momento de conciencia global contra una guerra que ya se veía imparable por la firme decisión de la administración Busch de invadir Irak y acabar con el régimen de Sadam Hussein.
Posiblemente en el conjunto del planeta se manifestarían más de 30 millones de personas. Se estima que solo en España se manifestaron el 15 de febrero de 2003 entre ocho y once millones de personas. Encabezadas por las cerca de tres millones de Barcelona o el millón y medio de personas en Madrid.
No me resisto a reflejar la experiencia que viví de forma directa en mi zona, en Cádiz. En Cádiz capital aquel 15 de febrero nos manifestamos entre 70 y 100 mil personas, una manifestación sin precedentes y que pienso que no se ha vuelto a repetir.
Pero no solo fue el 15 de febrero en la capital. Días antes y hasta semanas después, la sociedad en su conjunto se movilizó como no conocíamos. Hay que destacar por ejemplo, la movilización muy activa de la gente estudiantil. Recuerdo en este sentido la huelga estudiantil del 26 marzo. La masiva marcha desde el campus de Puerto Real a Cádiz por el Carranza. La cadena humana que rodeó Cádiz por estudiantes de los diferentes IES. La marcha pacifista de casi 6000 estudiantes ante la base de Rota días antes del 15F
E incontables movilizaciones ciudadanas. Por ejemplo, el 23 de febrero se concentraron en El Puerto Santa María 2500 personas contra la guerra. El 15 de marzo la Plataforma organizó un festival en San Juan de Dios en la que no cabía ni un alfiler. El 30 de marzo la Marcha a Rota recuperó un vigor que había empezado a diluirse. ¿Cómo no señalar los paros laborales que se convocaron por los sindicatos en todo el país?
Una movilización ciudadana de tal calibre no hemos vuelto a vivirla. Por primera vez la ciudadanía asumió el protagonismo de forma global y desbordó a las élites. ¿Cómo fue posible? ¿Qué factores permitieron aquel movimiento masivo por la paz, contra la guerra, en concreto de Irak?
Iba a escribir antes “sin precedentes”. Pero en realidad no partíamos de cero. En España habíamos transitado por la experiencia de la lucha del referéndum contra la OTAN. En Europa se partía de las masivas movilizaciones que se produjeron contra la instalación de los euromisiles en los 80 y 90...
Luego en el tránsito del siglo se habían desarrollado las grandes manifestaciones antiglobalización de cientos de miles de personas en numerosas ciudades del planeta como Seattle, Génova o Barcelona. No se partía de cero efectivamente.
Ayudó sin duda la división de las élites y entre imperialismos diversos ante la intervención en Irak (¿quién no recuerda las intervenciones del ministro francés Villepin en la ONU?). Y ello provocó como una bola al rodar que un sector importante de medios de comunicación se abriera a las posturas antiguerra y permitiera su expresión cuando no su abierto apoyo.
La causa por la paz encontró el apoyo de un sector muy amplio de la cultura. Estos días se recuerda con justicia aquella gala de los Goya del 20 de febrero que se convirtió en una poderosa bandera de enganche para el No a la guerra.
No es menos cierto que la intervención en Irak fue de rampante imperialismo, basada en mentiras evidentes, que todo el mundo vio injusta e injustificada, e incluso tuvo temor a sus consecuencias directas. La causa que defendíamos hace 20 años era una causa justa y sencilla de visualizar con un "No a la guerra" que no exigía más complejas explicaciones de estrategia o geopolíticas.
No es menos importante, para finalizar, el hecho de que la propuesta de movilización global procediera del Foro social Mundial celebrado tan solo un mes antes en Porto Alegre, en Brasil. Es decir, la movilización la convoca y dinamiza un movimiento antiglobalización en aquel momento muy prestigiado, que había demostrado su capacidad de llevar a cabo movilizaciones masivas como las citadas. Aquel llamamiento fue recogido por infinidad de movimientos sociales y organizaciones de todo tipo que capilarizaron la movilización desde lo local a lo global.
Es verdad que no logramos parar la guerra. Es verdad también que en unos meses el movimiento se fue apagando (no ha existido nunca ningún movimiento que sea capaz de mantener movilizadas a millones de personas de forma continuada). Lo vimos en la débil respuesta a la intervención en Libia en 2011 y lo estamos viendo hoy en la escasa si no nula respuesta social ante la invasión de Ucrania por Rusia. Ciertamente, aquella concatenación de factores no se ha vuelto a repetir. Pero, igual que ocurriera años más tarde con el 15M, pienso que aquellas extraordinarias movilizaciones del 15 de febrero de 2003 no cayeron en un saco roto, forman parte de la memoria colectiva de la sociedad y los movimientos y lograron marcar un antes y un después. Tras el 15F y las movilizaciones contra la guerra de Irak, en realidad nada fue como antes.
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