La concejala de Cultura y Fiestas del Ayuntamiento de Cádiz, Lola Cazalilla, afirmó ayer ante los compañeros de La Voz de Cádiz que “… La vacuna no da inmunidad…”, y se apoya en este argumento para ordenar el traslado del Carnaval de Cádiz ciudad al verano. Creo que si todøs tuviéramos la energía para escuchar y comprender lo dicho mi columna debería terminar aquí. Ella dimitiría, la gente callaría discreta, nadie haría leña del árbol caído. Nada de esto va a ocurrir así que no me queda más remedio que seguir escribiendo.
Si la señora Cazalilla no dijo esto o fue mal interpretado por La Voz de Cádiz, esta columna, hasta aquí, tómela por inexistente. En ese caso empezaría a partir de aquí.
11.02.2019 Paro biológico: “Este año son muchas las bajas…”, “A veces es necesario parar para respirar hondo…”. 4.12.2020 “El Ayuntamiento de Cádiz ha propuesto la disolución del Patronato del Carnaval”. 13.02.2021 Pepe Marchena, autor y corista de Carnaval: “Quizás este paro biológico sirva para imaginar un Carnaval más libre”. 16.02.2021 Lola Cazalilla advierte desde el consistorio que la policía actuaría, “evidentemente”, ante cualquier intento de celebrar un Carnaval ilegal. 18.02.2021 Un paro biológico para resetear el Carnaval: “Quizás es ahora es el momento de poner en cuestión un certamen domesticado…”. 14.09.2021 Vuelven las procesiones. 14.09.2021 El Carnaval de Cádiz volverá después de Semana Santa: “Concurso de agrupaciones entre abril, mayo y junio”.
El 1 de febrero de 2021 me permití escribir una vez más, en estas páginas, una columna sobre Carnaval: Un malestar llamado Carnaval. Yo reflexionaba sobre la importancia del Carnaval como elemento de identidad de pueblos y ciudades, tanta como la que aporta la Navidad. Pero ya se sabe que la Navidad fue la preferida de los gobiernos europeos, seguramente porque hay unas elites culturales y gobernadoras que ven mayor ventaja en el cristianismo, con sus liturgias, que en el Carnaval con sus risas, quejas y protestas.
El resultado de celebrar la Navidad de 2020 fue el pico de infecciones de enero y febrero al que alude Lola Cazalilla para trasladar el Carnavá de Cadi a las fechas de las Fiestas Típicas Gaditanas. No hay mala intención por mi parte, ni remotamente un interés, todo lo contrario, por identificar al actual gobierno municipal de Cadi con el franquismo: son muchas las cosas que el Gobierno de José María González ha logrado: tomemos solo Eléctrica de Cádiz. Pero en materia de Carnaval, el alcalde comparsista ha terminado por encender la mecha del Carnavá callejero de Cadi. O esto parece desde ayer.
La señora Cazalilla justificaba que Cádiz tomara una decisión distinta a cualesquiera otras ciudades en nombre de la identidad cultural del Carnaval de Cádiz y de la ciudad misma. La afirmación aporta provocación y gusta en varios sectores de la ciudad que se pretenden únicos en el mundo, distintos en todo, y que en materia de Carnaval creen que fuera de Cádiz solo hay barbarie carnavalera, pero no es así. Fuera de Cádiz hay maravillas que demuestran lo grande que Cádiz es, lo europea que Cádiz es, lo americana que Cádiz es, lo africana que Cadi es.
La primera cosa que sería buena de entender es que Carnaval no es COAC, sino que lo engloba. ¿Podría existir un COAC sin Carnaval?, podría, sería raro pero las políticas de marketing son capaces de muchas cosas. ¿Existiría un Carnaval sin COAC? Existe ya. ¿Es el COAC fundamental para la vida social, cultural y económica de Cádiz? Fundamental, irrenunciable, imprescindible, pero no se desprecie la industria económica que supone el Carnaval callejero de Cádiz. Y no se desprecie porque su potencia, no evaluable, hace posible la existencia del Carnaval que otorga el marco necesario para que el COAC no sean unas Fiestas Típicas Gaditanas. Los intentos, sobre los que haremos bien en no hablar ahora, de convertir a Cádiz en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad no se podrían materializar solo con un COAC, y si con un Carnaval callejero sin COAC. Ejemplos hay muchos fuera de Puerta Tierra.
El Carnaval de Cádiz es único, pero es del mundo, del mundo real y no de un mundo de yupi donde todo empezaría y acabaría en las murallas de Cadi-Cadi. Si afirmo todo esto es porque lo escucho en la calle Rosario, en la Plaza Macías Rete, en los Callejones, en Capuchinos. Mis amigos, conocidos y hacedores de Carnaval de Cádiz me lo cuentan, y me cuentan su malestar. Y escucho también a los que me dicen que yo no sé de Carnaval porque soy incapaz de recitar todas las cronologías de su Teatro Falla y su COAC, o porque cometo un error en una cita durante una conversación. Me gustaría, pero mi tiempo y mi memoria no me dan para más. El Carnaval de Cadi es único, pero no es el único, y la concejala de Cultura podría estar equivocándose con un discurso que permite aumentar un chovinismo capitalino nada recomendable.
Hay otros carnavales en el mundo, que también tienen coplas, aunque no sean flamencas. Es llamativo, es maravilloso observar que se hagan cupleses de solo tres palabras, incluso de una, en Cadi y que en Binche, Bélgica, una palabra, o una imagen-palabra, pueda ser toda la expresión oral que buscan, porque el resto es tipo, disfraz, y música. Es sorprendente que en Cadi el Carnaval callejero sea en la calle y que en Basilea los mismos romanceros que en Cadi sean en los Cliquenkeller, los sótanos de agrupaciones, o en cafés. Y es sorprendente que Cadi niegue mirar fuera de su muralla para ver a los romanceros de Basel salir a la calle para salvar su Carnaval callejero. Ya propuse aquí, y en Cadi, que se utilizaran los miriñaques para salvar el Carnaval, pero lo que hay que salvar es la tradición. Decía Bernard Show que la tradición es una linterna, el tonto se agarra a la linterna, el inteligente se alumbra nuevos caminos con la misma linterna. Y aquí vuelve a jugar su papel la identidad.
Identidad es el lugar en que nos identificamos, y Cadi, las calles de Cadi, no se identifican con mayo ni con junio por varias razones. Porque las Fiestas Típicas Gaditanas fueron el intento fascista de acabar con el Carnaval, en primer lugar. En segundo lugar, porque la costumbre de celebrar Carnaval en febrero es un hito identificativo. La controversia de la identidad, ya existente desde hace mucho tiempo, se ha desatado. La controversia de la identidad respecto al Carnaval siempre ha estado bajo los manteles de todas las mesas de Cadi: un malestar surgía del persistente intento de identificar, de modo casi excluyente, Carnaval con Concurso de Agrupaciones Carnavalescas del Gran Teatro Falla. El otro malestar surge contra el Carnaval callejero, que es el genuino Carnaval en todo el mundo, se ponga quien quiera como quiera ponerse. Esto que afirmo no quita ni un ápice de importancia fundamental al COAC en y para la vida de løs vecinøs de Cádiz. El COAC es un elemento esencial de la vida de la ciudad, pero su intento de aplastar al Carnaval puede salirle caro a toda la ciudad.
Es evidente, para una inmensa cantidad de personas, y para quien esto escribe, que trasladar el Carnaval a la primavera tiene su origen en las posibilidades de organización y celebración del COAC. Las razones sanitarias se ofrecerían otras posibilidades, que vuelven a explorarse en muchas ciudades y pueblos más allá de Cortadura. El grave problema del que tantøs se duelen, y no se pronuncia, es que el Carnavá de Cadi pueda terminar como La Tamborrada de Donostia, los Sanfermines de Pamplona o las Fallas de Valencia, fiestas todas que son los carnavales desparecidos de esas ciudades y convertidos en fiestas turísticas muy provechosas, y obedientes.