Esta es otra de las grandes dudas de los padres de hoy que, en relación a este asunto, se plantean cuestiones como: ¿Es necesario usar los castigos para que nuestros hijos aprendan a comportarse correctamente? ¿Es mejor no hacerlo para no dañar su salud mental? ¿No le habré puesto un castigo demasiado severo? ¿Por qué no funciona con nuestro hijo pequeño el castigo que funcionaba con su hermana? Para aclararnos con este tema es necesario tener en cuenta algunas ideas importantes.
Los humanos aprendemos fundamentalmente por dos vías:
.- Imitando lo que vemos hacer a nuestros padres o a las personas que son importantes para nosotros, en nuestro entorno más cercano.
.- Por las consecuencias de lo que hacemos, tanto sin son negativas como positivas. Podemos usar dos estrategias para educar a nuestros hijos a través de la experiencia:
1.-Una experiencia educativa relacionada con la falta cometida o el comportamiento inadecuado.
Se basa en el método inductivo, es decir, aprendemos algo sacando conclusiones de una experiencia práctica. Por ejemplo: si un niño pinta la pared de casa, la experiencia educativa relacionada sería limpiar lo que ha pintado. De esa forma, estará experimentando las consecuencias negativas de su comportamiento. Y lo aprenderá mejor que con un castigo que no tenga nada que ver con lo ocurrido.
Esta práctica educativa puede ser muy útil en situaciones cotidianas que no requieran una medida más contundente, pero NUNCA DEBE USARSE CUANDO PUEDA SUPONER UN PELIGRO PARA LA INTEGRIDAD FÍSICA O PSICOLÓGICA DE NUESTROS HIJOS.
2.-Un castigo
Básicamente, el castigo es también una consecuencia negativa de un mal comportamiento, pero “con más efectos secundarios”, ya que, si no lo aplicamos con ciertas condiciones, puede producir una repuesta negativa. Y es importante no olvidar que siempre tiene que enseñar a nuestros hijos otra forma más adecuada de hacer las cosas.
Para que sean eficaces hay que tener en cuenta que:
.- Los castigos son como los antibióticos. Solo hay que usarlos cuando la situación es lo bastante importante.
.- Tienen que ser proporcionados a la falta cometida y deben estar relacionados con lo que queremos que aprendan.
.- Debemos tener en cuenta las características y los intereses de cada uno de nuestros hijos, porque lo que para uno puede suponer una consecuencia negativa para otro puede convertirse en un premio.
.- Cuando son más pequeños, tienen que ser inmediatos porque, si tardan mucho, no van a entender por qué se les castiga. Y, cuando ya lo pueden comprender, hay que decirles el tiempo de duración del castigo y respetarlo.
.- Una vez cumplido el mismo, debemos preguntarles sobre lo que han aprendido con esa experiencia. Y, sobre todo, no olvidar explicarles otra manera de hacer las cosas, no solo para evitar el castigo, sino para que se sientan más seguros cuando se enfrenten a la misma situación y sepan cómo actuar.
.- Nunca debemos usar el castigo físico ni la retirada de afecto (como no darles el beso de la noche o decirles que no les queremos). Tampoco ridiculizarlos en público ni compararlos con sus hermanos o primos. Así solo les hacemos daño y les enseñamos a hacer lo mismo con los demás.
.- No poner un castigo importante sin hablarlo antes entre papa o mamá y no retirarlo sin consultarlo entre nosotros. Si estamos muy enfadados, es mejor pensarlo y decirles que se les pondrá al día siguiente, sin dejar pasar más tiempo del que le hayamos dicho.
.- Los abuelos cuidadores no deben retirarlos cuando papá o mamá no están presentes. De esta forma, estarán desautorizando a los padres y privando a sus nietos de la oportunidad de aprender lo que necesitan para madurar. Es frecuente encontrar abuelos consentidores que, cuando sus nietos ya no les hacen caso o les faltan el respeto, acusan a los padres de su incapacidad para educarlos.
¡Y TENER PRESENTE: PADRES Y CUIDADORES SOMOS SUS MODELOS, POR LO QUE APRENDERÁN MÁS DE LO QUE HACEMOS QUE DE LO QUE LES DECIMOS!
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