Poco a poco, a modo de gota malaya, sin prisa, pero sin pausa va calando la idea esa del censo estatal de todas las víctimas. Una muestra más del triunfo del régimen franquista que quiso igualar responsabilidades teniendo claro que las víctimas no eran iguales. Que la de los rojos, por ser rojos, no merecían ni el enterramiento y que para las de los “nacionales”, todo era poco.
Lanzada la idea hace ya unos años, la actual burocracia estatal progresista va dando pasos en esa dirección. En silencio, salvo algunas declaraciones, y sin que se airee mucho que, finalmente, los asesinados por los golpistas van a compartir referencia con los asesinados precisamente por la espiral desatada por el golpe de Estado.
¿Qué unas y otras merecen que sus casos se conozcan esclarezcan y figuren en el mejor censo posible? Nadie lo duda. Lo que pongo en cuestión es que se entremezclen en uno único y, una vez más, se afiance la idea del “todos fueron culpables” igualándolos. Se me viene a la cabeza cómo recibirían las familias de las víctimas de ETA la idea que figuraran junto a los etarras muertos.
Pero, además, leemos la entrevista que le hacen a los investigadores del grupo Histagra-CISPAC de la Universidad de Santiago de Compostela encargado por la Dirección General de Memoria Democrática de elaborar ese llamado Censo Estatal de Víctimas, el que será la base de datos oficial de “Víctimas de la Guerra de España y la dictadura del periodo 1936-1939”. Una denominación que borra, una vez más, de un plumazo que nada de lo que ocurrió durante esos años hubiera pasado su no se hubiera producido un intento de golpe de Estado. El pecado original que a nadie parece interesar.

Dicen los investigadores, para quienes todavía pudieran tener dudas, que su tarea incluye las muertes “atribuidas por la dictadura a la zona republicana”. Una vez más los golpistas desaparecen y, como les gustaba denominarlos, para restarle legitimidad, la zona gubernamental es reducida a “republicana”. Ideología frente a ideología y escamoteo de la legitimidad democrática. De nuevo eso de que todos fueron culpables.
Seguro que los académicos de la universidad gallega utilizarán todos los métodos historiográficos precisos para depurar la información sobre los asesinatos que procederán de la llamada Causa General elaborada por los vencedores a partir de 1940. Una fuente que viene, incluso, citada expresamente como la primordial en el articulado del convenio firmado. Dice su cláusula Primera que para la elaboración del censo se utilizará, en el Bloque 5, las “víctimas de la zona republicana procedentes de la Causa General”.
Un clavo remacha otro clavo. A la extravagancia de mezclar víctimas se le añade que la fuente exclusiva será ese instrumento promovido por la fiscalía franquista, que tuvo un antecedente andaluz, en 1940 llamado Causa general instruida por el Ministerio Fiscal sobre la dominación roja en España. Su objetivo era instruir «los hechos delictivos cometidos en todo el territorio nacional durante la dominación roja.
No olvidarán los investigadores de Histagra los problemas conceptuales y metodológicos que tiene tal fuente concebida expresamente como un instrumento de propaganda. Como se ha escrito no sólo sirvió para depurar las responsabilidades del enemigo, sino «que funcionó a su vez como herramienta propagandística para fijar un relato sobre los años republicanos, el conflicto y sus violencias». Por ello, diversos han expresado serias dudas sobre su utilización científica. Un ejemplo. Decía el texto franquista: La Causa General [...] [tiene] “la honrosa y delicada misión de fijar, mediante un proceso informativo fiel y veraz para conocimiento de los Poderes públicos y en interés de la Historia, el sentido, alcance y manifestaciones más destacadas de la actividad criminal de las fuerzas subversivas que en 1936 atentaron abiertamente contra la existencia y los valores esenciales de la Patria, salvada en último extremo, y providencialmente, por el Movimiento Liberador”.
¿Qué hay de historia en estas frases? Sólo encontramos propaganda que prolonga la realizada desde el mismo momento del golpe. La que buscaba legitimar el gobierno del general Franco y justificar el golpe de julio de 1936 a la República y a los que la habían apoyado.
Un autor poco sospechoso de extremismo o radicalismo memorialista como Julián Casanova, no ha dudado en afirmar que la Causa General "consiguió varias metas. Aireó y marcó en la memoria de muchos ciudadanos las diferentes manifestaciones del “terror rojo” durante la guerra civil. Compensó a las familias de las víctimas de esa violencia, confirmando la división social entre vencedores y vencidos. Y sobre todo se convirtió en el instrumento de delación y persecución de ciudadanos que nada tenían que ver con los hechos".
Nuevamente, en el nonagésimo cuarto abril después, vuelve a hacerse realidad el parte de guerra golpista que declaraba su victoria. El relato sigue siendo el suyo y no se espera que lo pierdan. Menos con censos de todas las víctimas que entierran un poco más a las víctimas del golpismo y el franquismo y obligan a las familias de los que siguen desaparecidos y ninguneados a compartir habitación con quienes sí han tenido todo tipo de reconocimientos.
Así es este país.