El pasado dos de octubre de 2018 entraba en vigor por completo la ley 39/2015, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas. Sustituye a la antigua 30/1992, que unía (ahora separada por la ley 40/2015 del Régimen Jurídico del Sector Público.
Conocer estas leyes, que parecen más cosa de abogados o funcionarios, es muy importante para la ciudadanía en general, que a fin de cuentas, va a ser la administrada.
Pero por desgracia, la realidad de cada día nos devuelve una visión muy triste de nuestra sociedad.
Las generaciones de personas mayores de 70 años, por lo general, no han tenido un buen acceso a la educación elemental y tienen grandes dificultades para entenderse con las administraciones públicas.
Pero con terror, los funcionarios vemos que las generaciones más jóvenes, salvo excepciones, vienen mucho peor preparadas.
Uno de los problemas es que no conocen las administraciones que existen ni sus competencias. Cuando tienen una cuestión sobre aguas, viviendas, impuestos, vehículos, becas, etc… no saben a dónde acudir, si a la administración del Estado, a la Comunidad Autónoma o a los Ayuntamientos.
Pero el desconocimiento de la Administración, ya no es lo peor: la gran mayoría tampoco sabe relacionarse con la Administración. No saben explicarse, no saben expresar qué quieren y qué necesitan y el colmo es que no saben ni expresarlo por escrito, que es la manera más usual de relación de la Administración con la ciudadanía.
Hay grandes polémicas sobre la enseñanza de religiones en las escuelas (cosa que por cierto, se hace de manera gratuita en parroquias y mezquitas, etc.), pero ¿nadie se preocupa por una asignatura que eduque a los jóvenes de primaria y secundaria para relacionarse con la Administración, para que sepa, entre otras cosas, aprender a hacer una solicitud, una queja, rellenar un formulario, un recurso de alzada o de reposición, o simplemente conocer sus derechos y obligaciones?
La ley 39/2015 también trae consigo la administración electrónica, para una sociedad que sabe manejar muy bien un whatsapp o facebook, pero que no tiene ni idea del uso del certificado digital y entra en modo pánico cuando llega a una oficina de la administración y se encuentra con un panel electrónico de citas previas.
Sí, por desgracia, somos unos catetos electrónicos y administrativos, que estamos en gran inferioridad ante la maquinaria de la Administración. Lloramos mucho, nos quejamos más, pero vivimos ajenos a nuestras obligaciones como ciudadanos, entre ellas, conocer nuestras administraciones. Administraciones que nacen del voto en las elecciones. ¿Sabemos realmente lo que votamos? ¿Somos conscientes que diputados y concejales harán las normativas que gobiernen y marquen nuestra conducta en sociedad? ¿Votamos sabiendo lo que hacemos, o votamos por impulsos o markenting electoral?
Por último no olviden una cosa: que el desconocimiento de la Ley, no exime que usted no tenga por qué cumplirla. Reflexionen ante esta pregunta: ¿Desde cuando no lee usted, el sumario, sólo el sumario, del BOE, el BOJA o el Boletín de su provincia?
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