Tenemos amigos en Facebook, que son amigos de toda la vida y no nos sorprenden sus reacciones porque le conocemos. Tenemos otros ‘amigos’. Los que llama ‘amigos’ Facebook y que algunos no hemos visto en la vida. Estos sí nos pueden sorprender, porque solo conocemos lo que ellos nos muestran a través del escaparate de su muro, como hacemos nosotros mismos.
Hace unos días, uno de estos ‘amigos’ de Facebook, cofrade, costalero, plantea en su muro algo que está muy de moda: hacer proclamas fascistas como si se estuviera hablando de Messi o del último programa de Got Talent, con toda la naturalidad, como si fuera normal, entendiendo la palabra normal como la entiende la estadística: lo que piensa la mayoría.
Su pregunta fue: ¿cuándo tendrá España por fin un debate sobre la pena de muerte?
¿Perdón? Se me heló la sangre. No por lo de la pena de muerte. Yo ya sé de gente que es asesina de pensamiento, palabra, y no de obra y omisión porque la ley no les deja. Pero ¿un cristiano, un cofrade? ¿a favor de la pena de muerte? ¿A dónde hemos llegado?
Me pregunto con tristeza que cuando ese costalero saca a su paso en Semana Santa y lleva a una figura de Jesús de Nazaret crucificado o camino del patibulum o juzgado encima de sus hombros, sabe a quién lleva.
¡Pues lleva ni más ni menos que a un condenado a muerte, con una de las penas de muerte más crueles, la cruxifición!
¿Qué le pasa a esta Iglesia de hoy que sus propios cofrades no saben con lo que están tratando? Siempre insisto en lo mismo. La falta de formación cristiana. No todos, por supuesto, pero por desgracia, muchos cofrades solo saben de Jesús que nació en Belén y le olvidan cuando los reyes magos le llevan los regalos. Ni se enteran de lo que habló en el templo. Ni saben que en las sinagogas leyó al profeta Isaías. Ni que fue por los campos y los pueblos predicando el reino de Dios. No han escuchado sus parábolas. No conocen su plan. Ni saben por qué le mataron. Porque ahí es de nuevo cuando recuerdan a Jesús otra vez. Entrado en Jerusalén en una burra. ¿Por qué una burra? ¿Para qué entra? ¿por qué le aclaman? ¿por qué le juzgan? ¿por qué le matan? Ya. Le echarán la culpa a los judíos o a los romanos. O a ambos, porque no saben distinguir qué conflicto había entre judíos y romanos. Solo tienen la imagen de un Jesús torturado, como un toro en una plaza, acribillado a latigazos, en la Cruz. Y a una María, su madre, llorando. Todo el día llorando. No llegaron a conocer a la María del Magnificat. Ni a la María que visitó a Isabel. No saben de dónde vienen las palabras del Ave María cuando lo rezan a ritmo de marcha semana santera.
Se han perdido toda la película. Solo se han quedado con la pena de muerte. Hasta la resurrección la olvidan. Muchas hermandades de llanto y pasión. Una sola de la mayor alegría y la base del cristiano: la resurrección. Que sale un domingo por la mañana y van cuatro gatos, comparada con un viernes santo.
Se quedaron en la pena de muerte y el dolor. Quizás por eso ahora, y en contra de ese Dios que lleven en su espaldas, vean la pena de muerte como algo corriente y natural. Y no.
En la vida hay momentos muy difíciles. Vivimos en un sociedad donde la violencia verbal y anímica crece día a día animada por organizaciones políticas. Pero aunque un asesinato, un hecho violento nos rebele y nos haga pedir venganza, un cristiano, un cofrade, nunca puede pedir la pena de muerte. Ante eso, el cristiano tiene que pararse. Respirar hondo y preguntarse desde el Evangelio de Jesús (de ahí la importación de la formación y el conocimiento) qué haría Jesús ante un asesino. Pues le diría: te perdono y vete y no peques más. La sociedad tiene sus leyes civiles e irá a la cárcel. Y Jesús, le visitaría en la cárcel. Es difícil de hacer, lo sé. Pero en eso se distingue el cristiano. Hasta Juan Pablo II lo hizo con quien quiso matarle, Alí Agca. Así que cofrades, no caigan en tentación aunque os provoquen por un puñado de votos. Siempre en la mente este mandamiento: no matarás.