La pregunta parece ofensiva ¿verdad amable lector/a? Es que todo lo que sea preguntar por la salud de uno, es un signo de educación. ¿Cómo está usted? Es lo primero que te enseñan cuando aprendes un idioma nuevo. How are you? Comment allez-vous?
Ahora bien, si le preguntan ¿cómo está usted de sus dolores?, ¿de su estómago?, ¿de aquella operación?, además de cortesía, demuestra verdadero interés por la persona y ya no solo es un acto de cortesía. Pero si le preguntan ¿cómo está usted de la cabeza? Lo más seguro es que le caiga mal. Muy mal. Y cae mal, porque todo lo relacionado con lo mental, está mal visto.
Tenemos un problema, un problema más, en España: el tratamiento que damos a las enfermedades que menoscaban nuestra salud mental.
Desde la pandemia hasta ahora, parece que vivimos en una película de terror de Netflix. No salimos de una y nos metemos en otra. El horror de la enfermedad, la muerte de familiares, el estrés de estar encerrados, el miedo al contagio, más miedo a unas vacunas nuevas, las consecuencias de la pandemia en materia laboral, que si voy a perder el empleo, que si mi negocio no va a poder soportar estas pérdidas. Y ahora que parece que levantábamos cabeza: la guerra.
Una guerra, que dejémonos de hipocresías, nos preocupa más que las otras, porque ahora sí que las bombas están más cerca y nos puede caer alguna de rebote.
Todas estas situaciones han creado en las personas que ya tenían problemas de salud mental, un empeoramiento de sus condiciones y en las personas sanas, la aparición de patologías nuevas para ellas y muy conocidas para otros, por desgracia: la ansiedad, la depresión, las crisis de pánico.
Para colmo son dolencias vergonzantes, no las puedes contar como si cuentas que te has resfriado. Tampoco es algo para ir a urgencias, aunque cuando sufres un ataque de ansiedad, la primera vez crees literalmente que te vas a morir.
La guinda la pone la situación del servicio público de salud en Andalucía. Hemos perdido la atención primaria eficaz. Llamas a tu centro de salud y nunca hay cita, creando aún más incertidumbre a la persona que sufre en su salud mental, porque si te duele una pierna, puedes aguantar con un paracetamol, pero si lo que te duele es la mente ¿qué te tomas? No hay ningún medicamento para la salud mental que no se venda sin receta.
En las parafarmacias y supermercados, se han disparado la venta de valeriana, pasiflora, melisa, espino blanco, tila, hipérico y demás hierbas que aplacan los conocidos nervios, pero que muchas veces no es suficiente porque necesita la medicación que te prescriba un facultativo.
Yo enseño reiki y técnicas de meditación que aplacan los estados nerviosos, aprendiendo a controlar la mente para que no se nos dispare. También tengo una alta demanda de personas que quieren aprender. Pero pasa lo mismo que con las ‘hierbas’, muchas veces es necesaria la intervención de un médico que el servicio andaluz de salud no nos da con la atención necesaria. Una enfermedad no la puede tratar el médico de urgencias. Solo puede poner un parche, porque se necesitan tratamientos médicos, a veces largos, con la intervención de especialistas psiquiatras, neurólogos y psicólogos.
Para empeorar la cosa, la situación no ayuda a calmar la mente. Enciendes la tele: la guerra. Enciendes el Facebook: la guerra. Enciendes Instagram: la guerra. Lees la prensa: la guerra. Escuchas a los partidos políticos: la guerra. Luego, no falta tu vecino y tu cuñado que solo te llaman o te mandan whatsapp para contarte cosas malas y asustarte.
Cuiden su salud mental, es importante. Hagan higiene mental. Limpien su mente como limpian sus dientes o su cuerpo en una ducha. Aprendan a desconectar. Descansen su cabeza aunque sea por unas horas, como descansan sus piernas poniéndolas sobre un banquito. Dosifiquen su relación con los medios de comunicación y las redes sociales: elijan a quien leen y bloqueen a personas negativas y tóxicas. Información, la mínima y necesaria, pero no sufran por cosas que no estén en su mano arreglar, porque si hacen caso a este mundo lleno de peligros, terminarán muy mal con su salud mental y se descubrirán un día comprando decenas de litros de aceite de girasol que no les van a servir de nada, porque nunca lo compraron ni nunca lo necesitaron.