Ni se me ocurre compararme con el maestro Iñaki Gabilondo, la voz de la información serena de mi vida. Recuerdo la primera vez que lo vi, en la televisión informando sobre el golpe de Estado de Tejero en 1981. Iñaki se ha cansado y deja su análisis diario. Yo también estoy muy cansado. Más que cansado, harto. Por eso opino tan poco.
Vivimos en un país donde la democracia está intoxicada y a punto de enfermar sin marcha atrás. El ambiente está cargado de odio, como ese humo que en un incendio te hace tirarte al suelo con una toalla para poder respirar y caminar a ciegas porque te lloran los ojos. Así estamos la mayoría de los españoles. Hartos. Muy hartos.
Tenemos que soportar una crisis sin precedentes, tanto económica como de salud. Pero los que deben salvarnos no están en ello. O por lo menos, no es su prioridad. Da vergüenza ajena y mucho asco verlos enfrentados continuamente. Nadie hace bien si es del partido contrario. Aquí no impera el interés común. Impera el interés de partido. El consenso no existe. Nuestro políticos son un problema en vez de una solución.
No soporto leer sus comentarios en las redes sociales. No soporto ver sus caras de odio. No quiero ser pesimista pero, unos más que otros, nos van a llevar a la hecatombe. Tienen ganas de guerra, sí. Tienen ganas de enfrentarnos a los españoles en dos bandos. A ellos les da igual porque solo se escupen sus barrabasadas en el Congreso, en los parlamentos autonómicos, en su twitter particular. Pero al pueblo no nos da igual, porque somos los que pondremos los muertos. Las guerras ya se sabe, se hacen desde los despachos. Los tiros los dan los pobres que son los que mueren.
Pero pienso como decía Manolo Summer, que to er mundo e güeno. Menos unos pocos que se meten en los grupos para recordar la mili de facebook, para hacer sus proclamas fascistas, consiguiendo que al final solo hablen ellos. O que se meten en los comentarios de las publicaciones de los diarios digitales para esparcir su odio y hacer que la gente buena, se calle. Para hacer trending topics en las redes que no tienen nada que ver con la realidad.
Lo están consiguiendo. Tienen a España al borde del abismo. Sólo queda que un iluminado, se crea de pronto otro Cid Campeador y dé el empujón. Y entonces lo del Capitolio en Estados Unidos, aquí en España será una broma. Como lo fue en el 36. Una broma. Una maldita broma.