¿Que hable de la Barriada de la Asunción? Era el olor a nata de la goma de borrar los cuadernitos Rubio de caligrafía y cuentas en la "amiga" de Carmen Garcés, que me enseñó a leer y las cuatro reglas a mis seis años. Era bajar las tres plantas (mi bloque era el más alto, al lado del matadero) y pasar por casa de Paco o de Gregorio y simular que me dolía la barriga para que me compraran un yogur. O ir al puesto de Luciano por un cuarto de aceitunas y admirar como se quitaba el lápiz de la oreja y hacía sumas kilométricas sin calculadora, en el papel de estraza.
Pasar por el quiosco de Alfonso o El Nono y comprar un bolígrafo y un paquete de pipas con cromos de Heidi. ¿Le queda a usted recortes de cintas de cine? Sí, tengo aquí éstas. El silbato de Pepe abriendo el colegio. Esos porteros, Luis, el del Falla, también, que nos educaban igual que los maestros. Los guardia civiles mirándote. Oír a los presos decir cosas tras la tapia. Era corre que viene Pepe, cuando tapábamos todos los chorrillos de la fuente menos uno, y salía el agua disparada. Qué hay de comer hoy Natalia? Qué bien huele hoy. Tú te comerás lo que te pongan.
Era bajar el puente del Feo y pasar a las casita chicas. Andando o navegando, porque cuando llovía aquello era una catarata. También era saludar al cura don Sebastián por la calle (¿cuántas veces diría buenos días al día?) También era vámonos al tabanco de la calle Loreto para ver la cartelera del cine Delicias ¡Vamos a ver Grease o La Guerra de las Galaxias! Luego compramos la superpop en el estanco de Manolo para los adhesivos de las carpetas.
Las niñas de Jesús María están haciendo gimnasia, vamos a verlas en puchos entre los transparentes. Corre, que nos ha visto la madre Pilar y juego no nos deja entrar en la tómbola. Cuidado que viene Gaspala y nos va a poner una inyección. Juanito, Tuti, dadme algo para el resfriado. Tu tía me ha dicho que está en la peluquería de Luisa. Buenas tardes, Agustina, la veo a usted muy bien. Qué guapa están sus hijas y cuanto la quería mi abuela María. Venga a comer que ha sonado la sirena de la fábrica de botellas. Las diez, ya está sonando la corneta para que se acuesten los soldados.
Era también hacedme el encontradizo con mi primo Paquirri el del Polideportivo, que me compraba un paquete de gusanitos. Allí viene el transporte, y desde lo que nos parecía el fin del mundo, llegaban los compañeros de la Barriada de la Pita y Estella. Mamá, mi compañero es gitano. Pues muy buenas personas que son, hazte amigo de él. Lara, Flores, Méndez, Montoya. Qué grandes. At, Fernando Terremoto, qué pronto te fuiste.
Y no pararía de contar lo que es la Asunción. Ni de llorar por lo perdido ni de gozar de todo lo ganado, porque aún sigo viendo esa barriada con los ojos de niño.