Este 2021 se cumplirán 20 años de la desaparición del servicio militar obligatorio en España. Parece mentira, pero fuera un gobierno de derechas, el de José María Aznar con apoyo de los independentistas catalanes de Jordi Pujol, el que sacó esa medida, ansiada por muchísimos jóvenes españoles que le proporcionó la simpatía de la juventud y miles de votos.
El servicio militar marcó la vida de muchos españoles que pasamos, como quien escribe, por el servicio al país con las armas. Pero las españolas también pasaron su mili: madres separadas de sus hijos y novias que tuvieron que esperar pacientemente a la vuelta de su prometido.
Pero no solo influía en lo personal, porque tenía una marcada influencia en la sociedad. La presencia de los cuarteles en las ciudades como Jerez movía la economía de los soldados ávidos de buscar comida en los bares, llenar los cines, los bares y las discotecas del centro y el alquiler de pisos para pasar el fin de semana. Muchos trabajadores autónomos se convirtieron en proveedores de las amplias necesidades que tenía un cuartel. En definitiva, tener un cuartel en la ciudad era un motor económico.
Pero eso no lo entendíamos los que hacíamos el servicio militar, que estábamos deseando de coger la ‘blanca’, la cartilla militar, para licenciarnos y volver a ser civiles.
No todo eran ventajas en la mili. Muchos perdieron sus puestos de trabajo, muchas familias se veían obligadas a vivir con un sueldo menos, si no el único y muchos, por desgracia, morían en accidentes militares y también hay que decirlos, por suicidio.
Y si eras un maleducado, pasarías mucho tiempo en el calabozo, y te licenciarías, siendo lo que eras, un maleducado
Pero la mente es débil y sólo recordamos lo bueno. Lo malo, se olvida pronto.
Hoy, con nuestro facebook en el bolsillo, en los grupos de la mili los hombres maduritos recordamos los tiempos aquellos como algo glorioso y que muchos añoran con el deseo de que vuelva otra vez el servicio militar. Dicen, estos nostálgicos, que la juventud española necesita educación y respeto y que deben tener una buena mili para que se espabilen.
Se equivocan y lo saben. En la mili no te educaban, te enseñaban la vida militar. Educado se venía de casa. Y si eras un maleducado, pasarías mucho tiempo en el calabozo, y te licenciarías, siendo lo que eras, un maleducado. La vida diaria ha demostrado también que un ejército profesional es mucho más eficaz que una panda de reclutas novatos, que éramos un auténtico peligro con un arma en la mano.
Corren también ahora tiempos curiosos, donde lo militar se está poniendo de moda, por cierto partido de tinte fascista que cree que utilizando los símbolos nacionales y al mismo ejército puede tocarnos nuestro corazoncito patriota, que todos los tenemos porque como monos desnudos que somos, nos encanta formar parte del grupo y seguir al jefe de la manada, para pescar votos en ríos revueltos. Tiempos curiosos donde vemos como el presunto líder de la manada canta himnos militares, se viste con camisetas del ejército y adopta una cómica postura de marcialidad en sus gestos, y luego nos enteramos que hizo malabares con las prórrogas de estudio para no hacer la mili. Una situación ridícula que nos parece hasta ofensiva a los militares profesionales de hoy y a los que fuimos militares en su día, también.