El viernes 20 de julio de 2019, previo a la pandemia, tuve la oportunidad de participar de una experiencia que me dejó marcado y un poquito transformado por dentro. La organizó Entreculturas (ONG jesuita). Dicha actividad consistía en caminar por la playa de Camposoto en San Fernando hasta la Punta del Boquerón, acompañado de miembros de esta organización, invitados y, aquí lo importante, personas inmigrantes que habían llegado a España en patera. Durante el camino, indiscutiblemente precioso de la playa gaditana, un chico nos contó su travesía por África desde el Sur hasta nuestra tierra. Aprendí que sí, que el Estrecho de Gibraltar era muy peligroso para cruzarlo. Pero cruzar el desierto del Sáhara tampoco era moco de pavo. Muchas personas también dejaban su vida en las arenas.
Aquél relato se me quedó grabado y un día, buscando libros para leer, el algoritmo de Amazon, que sabe lo que me gusta leer, me recomendó Viaje al país de los blancos, una autobiografía escrita por Ousman Umar, que con trece años abandonó su país Ghana, con la ilusión de buscar un futuro mejor.
Los blancos. Muy posiblemente, si a usted lector/lectora de lavozdesur.es le preguntaran "¿Quiénes son los negros?", tendrían una respuesta fácil. Pero vamos a hacer la prueba. Si le preguntaran "¿Quiénes son los blancos?", ¿qué responderían? Los blancos. Para los ojitos del niño Omar, los blancos eran los que viajaban dentro de los aviones que construían ellos mismos. Omar quería volar como los blancos. Por eso, quería ir al país de los blancos.
Cuenta de una manera horrenda la travesía por el desierto que me recuerda mucho a ese relato que me contaron por la playa de San Fernando. Después de cinco años, con 18, todavía un niño pero con la vivencia de un anciano golpeado por lo peor de la vida, Omar llegó a la frontera del país de los blancos. Vio el mar y le montaron en una patera, previo pago, con destino Fuerteventura.
Es recibido en España en un centro de inmigrantes, que no comprendía qué era. Parecía una cárcel aunque no era una cárcel. Fue trasladado a Málaga y le preguntaron qué a dónde quería ir. Omar no sabía español. Sólo conocía una palabra. El Barça. Lo destinaron a Barcelona.
No cuento más, es el lector quién tiene que leer el libro y empaparse de la vida de Ousman. De los miles de Ousman que llegan a nuestro país, el país de los blancos.
Este libro es la mejor medicina para derrumbar vallas con concertinas. Son personas. Con una familia como nosotros. No son ilegales. No se puede llamar a nadie ilegal por nacer en un estado distinto mientras huye del hambre o la guerra. Os aconsejo que lean este libro, les ayudará a entender qué pasa con la inmigración y sobre todo le ayudará a ser mejor persona. Dignos habitantes de este país de los blancos, a los que los negros, como Ousman, admiran, por el simple hecho de ser blancos.