Desde el pasado viernes el dolor invade nuestros corazones. Decenas de personas que huían de la miseria eran asesinadas en la frontera de Melilla por la gendarmería marroquí en estrecha colaboración con la policía española y el respaldo institucional del Gobierno español de la coalición PSOE-Unidas Podemos. Rápidamente los medios de comunicación masivos quitaban hierro al asunto, poco y mal tratado por ensuciar el buen nombre del Reino de España al que tanto deben sus dueños. Todos sabemos lo que hubiese ocurrido si estas imágenes vinieran de los países que esos mismos medios de comunicación acostumbran a demonizar.
Este es el episodio un millón de los que nos toca vivir cada cierto tiempo en la fronteras del Estado en África. Y lo que nos queda, si no empezamos a comprender que esto no es un hecho lamentable y fortuito sino el fruto de un mecanismo cruel y despiadado construido históricamente y de manera táctica por el imperialismo, que sirve a los de siempre, a sus espurios intereses y a sus lamentables planes para el futuro de esta región, de África y del mundo.
Lo primero que habría que señalar es que la frontera de Melilla es la más desigual del planeta. La diferencia de renta, de derechos sociales y políticos y de libertades entre un lado y otro de la valla de Melilla es abismal y eso es lo que convierte esta frontera en quizá el punto más caliente. Como todo el mundo sabe, la monarquía alauita utiliza eso en su favor, para lograr prebendas de la Unión Europea, sabedora que eso de los derechos humanos va solamente con los países que tienen que guardar ciertas apariencias democráticas y de respeto por las vidas. Marruecos es una dictadura que
tiene en la República Francesa, la República de Estados Unidos y ahora también el gobierno “progresista” de España algunos de sus mejores aliados. Estados Unidos tiene en Marruecos un aliado estratégico que le permite tener un pie a cada lado del Estrecho de Gibraltar (El otro en Rota y Morón), Francia es la potencia colonizadora de Marruecos que regaló el país a una monarquía temible, que no para de enriquecerse a costa de los intereses de su pueblo, a fin de mantener cierto control estratégico sobre su economía y política exterior. España, que históricamente, por cuestiones geopolíticas debería tener en Marruecos a un rival natural, se ha convertido en aliado fiel presionado por una OTAN a la que el PSOE no ha parado de favorecer desde la Transición, de la mano de cierto monarca huído a Abu Dhabi.
El mecanismo organizado en torno a las relaciones entre España y Marruecos son estratégicas para el imperialismo. De sobra es conocido que el Sáhara Occidental era una provincia española oficialmente, una colonia cuyos habitantes tenían el estatus legal de ciudadanos españoles. Ya se sabe que a la muerte de Franco, el Rey Juan Carlos negoció en secreto con Estados Unidos la entrega del Sáhara a Marruecos a cambio de no interferir en su coronación, a pesar de que, como advertía el expresidente Suárez, en la Transición no hubo referéndum en España sobre monarquía o república porque hubiese ganado la República. El rey Juan Carlos aceptó la entrega del Sáhara a Marruecos y renunciar a los derechos y a cumplir el mandato de la ONU de celebrar un referéndum de autodeterminación para el pueblo Saharaui. Lo hizo porque era la única forma de mantener su cargo vitalicio como Jefe del Estado a título de Rey, sin el apoyo de USA probablemente no habría podido mantenerlo en vista de las palabras de Suárez. Argelia, que a diferencia de Marruecos luchó por su independencia nacional contra el colonialismo francés en una guerra de liberación nacional, es el apoyo histórico del Frente Polisario y de sus aspiraciones históricas de formar un Estado libre e independiente en el Sáhara.
De sobra es conocido, que además de los problemas que Marruecos crea en la frontera española con la cuestión migratoria, por la que recibe suculentos ingresos de la Unión Europea, los crea con la cuestión del narcotráfico. La frontera es un inmenso cementerio de personas que intentan llegar de un modo u otro a territorio español, muriendo por centenares o miles cada año, bien en el mar, bien en las vallas, no dejando de enriquecer a la monarquía del país vecino mientras mantiene a su población en el abandono más absoluto, sin derechos sociales ni políticos, muertos de miedo por la acción criminal del Majzén, el tinglado mafioso que controla todo lo que pasa en el reino, incluido el tráfico de hachís que favorecen creando infinidad de problemas añadidos a ambos lados de la frontera, también en Andalucía, donde la mayor parte de la población reclusa es gente pobre que en un gran porcentaje cayó seducida por el dinero fácil de su contrabando. El Majzén son los que hacen desaparecer personas contrarias al régimen marroquí, una gran cloaca criminal encabezada por el rey marroquí a la que los gobiernos de la OTAN no deja de favorecer.
Todo esto está calculado, no dejan nada a la casualidad porque el dominio del norte de África y del sur de Europa por parte de la OTAN y aliados depende de ello. El problema que Marruecos genera en la frontera es vendido por los medios de comunicación al servicio de la OTAN como una serie de amenazas sin cabeza, sin responsables, aludiendo como mucho a unas impersonales “mafias”. Es fácilmente vendible la versión
por la que estas olas migratorias, creadas artificialmente por la propia OTAN y sus aliados es una “invasión”, un “problema” del que nuestros líderes políticos no son para nada responsables, caminando inexorablemente hacia la fascistización de una sociedad que no tiene por qué llegar a conclusiones elaboradas si los medios de comunicación son incapaces de mostrarnos todas las aristas del problema. Esta fascistización de la sociedad imprime un carácter autoritario al país, lo que paradójicamente redunda en un mayor poder militar y ello a su vez conlleva a un fortalecimiento de las posiciones de la OTAN en el Estado, como garante de la seguridad ante un mundo incierto, inseguro e inestable.
Todo es un terrible montaje creado a propósito para dominarnos a través del miedo. Su castillo de naipes está cimentado con las plumas del aguilucho franquista y de la mafia que gobierna el país vecino.
Estos días estamos viendo posiciones inverosímiles de España en política exterior que claramente no responden a defender intereses propios sino ajenos, todo se clarifica, cada vez tienen más complicado engañarnos y las contradicciones cada vez son más difíciles de camuflar. Todo este tinglado se desmontaría solamente con valentía y unos cambios de posición estratégica dirigidos a defender la propia soberanía. En vez de proteger y alimentar a la mafia monárquica que maneja Marruecos, supuestamente a cambio de una estabilidad que ni se la ve ni se la espera, podríamos apostar por fortalecer las relaciones con Argelia, que hasta hace poco nos vendía gas a un coste reducido y que no nos crea ningún tipo de problema ni nos chantajea con las fronteras ni las personas migrantes. En vez de renunciar a nuestro papel histórico y nuestra responsabilidad sobre el Sáhara, deberíamos impulsar y obligar a Marruecos a permitir que se celebre el mandato democrático de la MINURSO, y celebrar por fin un referéndum de autodeterminación que haga justicia histórica con la única colonia que queda en África. Si el Sáhara logra su independencia y logramos que tanto ella como Argelia impongan su ley en la región, Marruecos vería limitado su poder de presión, su capacidad para jugar con las vidas de las personas migrantes, y de paso acabar con este mecanismo que tiende a fascistizar el Reino de España, así mataríamos al aguilucho que sobrevuela desafiante nuestras cabezas, logrando de paso activar un derecho elemental en España como es el de la soberanía, asignatura pendiente desde el golpe de Estado de 1936.
De este modo cortaríamos, de paso, las alas de un Marruecos envalentonado que no duda en exigir la soberanía de las ciudades de Ceuta y Melilla y del archipiélago canario, así como de sus aguas y profundidades, ricas, al parecer, en recursos energéticos.
Sin embargo, estos días asistimos atónitos a todo lo contrario, celebrando en Madrid la cumbre de la OTAN. Para ello, el gobierno “más progresista de la Historia” está blindando Madrid, prohibiendo manifestaciones, usando a sus medios afines para criminalizar a quienes se atrevan a organizar protestas, incluso usando a un desacreditado PCE para liderar las protestas más descafeinadas, poniendo a sus líderes a defender a la OTAN al mismo tiempo que protestan contra ella, al mismo tiempo que están en el gobierno que acoge y organiza sus reuniones, que defiende su existencia y lava su imagen allá donde despliega su maquinaria de guerra. Atrás quedó el “OTAN de entrada no” del PSOE, atrás queda toda una tradición anti imperialista de un PCE desacreditado ante sus semejantes de otros Estados, a los que ya no puede ni invitar a sus congresos para que no les pinten la cara como merecen.
El deber histórico de la izquierda anti imperialista de luchar contra la alianza criminal OTAN debe recaer en nuevas manos visto el panorama, las izquierdas soberanistas están llamadas a recoger el testigo de la Historia y, del mismo modo que exigen soberanía para sus pueblos, exigir soberanía para el pueblo saharaui, el pueblo rifeño y todos los pueblos oprimidos a un lado y otro del Estrecho, para lograr poner fin definitivamente a la barbarie colonial de la que ni África ni la Península Ibérica han terminado de sacudirse del todo en pleno siglo XXI.