Murió Mario Vargas Llosa, y resulta imposible que en su obituario de gran escritor falte su engreimiento de monseñor en el cónclave de liberticidas que terminaron haciendo posible a un Milei o un Trump, y los que vengan o los otros que ya están. Tiene que ver, todo tiene que ver, porque sin su inmensa fama no hubiera pertenecido a ese cónclave o no hubiera promocionado las ideas del liberticidio: Fundacional Internacional para la Libertad. Escribir solo puede hacerse desde la libertad o de escritor se vuelve uno escribano, y varios de los apadrinados por Vargas Llosa terminaron, en realidad están empezando, a ser los nuevos inquisidores contra el escribir libre. Me estoy acordando de Cometierra, en la Argentina, donde la fundación en favor del liberticido tiene aguerridos representantes, apoyadores de Milei.
Cinco días de fuego, luego freno y marcha atrás, parafraseando a Enrique Jardiel Poncela, alguna de cuya literatura es fundamental en la Historia de la Literatura española y en español, y cuya posición apolítica de demócrata, pero viviendo en la España franquista de posguerra, hay que tener presente para leerlo cabalmente. Trump nos sometió a cinco días de fuego, a bravuconear con que los países del mundo corrían a “chuparle el culo”, para luego echar el freno de mano y dar marcha atrás a las corridas, excepto con China, el gigante de su patio de colegio.
Dejamos el mundo en manos de un adolescente botarate que, con sus drásticos recortes, Musk, de cooperación internacional ha dejado el campo libre a China para ganar influencia y dinero, en especial en Asia, África y América Latina. Nada contra Chica y menos contra Asia. Las desinversiones radicales e ideologizadas son un error, como también se vio en el neoliberal austericidio de Merkel: ahora es necesario un esfuerzo titánico para recomponer las infraestructuras alemanas, abandonas por Merkel durante sus años de gobierno.
Se observa en Milei, o ya en Trump, en tan poco tiempo, que la idea de la eficiencia numérica en lo económico, el economicismo, termina llevando al fascismo numerista que excluye a quien no aporte resultados, olvidando los procesos que hacen posible esos resultados deseados. Miopía, podríamos llamarla también, a esa mediocridad en la gobernanza, o la dictadura de hoja excel, hoja de cálculo capaz de reordenarse desde el resultado e imponer un proceso solo orientado al resultado y ciego ante cualquier elemento del proceso.
Toda esta anatomía de la maldad es para explicar que nada cayó del cielo, de la noche a la mañana, y que hay un hecho estructural que da fundamento al individualismo y a la miopía: la cultura freelance, que ha modificado mucho la forma de pensar en el mundo del trabajo, porque es enorme la cantidad de personas que trabajan como freelance, que no es otra cosa que la neo medievalización del mundo del trabajo, que mete a los seres humanos en una dinámica de guerra del hombre contra el hombre, y que por la necesidad de sobrevivir se olvida de procesos y aspira solo a resultados. Dejaremos la tierra arrasada de Napoleón, no cabe duda, a nuestros descendientes si no echamos ya el freno.
La amoralidad en el mundo freelance es más intensa que la insolidaridad y su falta de escrúpulos, tan naturalizada ya, es la nueva estructura de pensamiento de las nuevas generaciones. No hay nada de natural en la falta de solidaridad o de escrúpulos: el ser humano es cooperativo, simplemente porque sin cooperación no sobrevive. Pero la urgencia del sobrevivir a una situación límite, en la que nos sitúa permanentemente el neoliberalismo liberticida, lleva a pensar en resolver lo urgente. La estrategia de permanente saturación que utiliza ese neoliberalismo liberticida, y de caos permanente producido, nos sitúa en la angustia del permanente sobrevivir.
En la falta de escrúpulos no desaparece la conciencia del actuar mal y para derrotar a los competidores vale también atacar su crédito y su reputación para desbrozar el camino del éxito, porque si ya quedaron despojados de crédito y reputación, entonces, no tendría derecho a ninguna posición y podrían ser atacados sin miramientos: la idea del mérito neoliberal se funda en este pensamiento. Esto, que hasta hace poco se vivía solo en los ámbitos del trabajo freelance, ahora se expone públicamente en los estilos de gobernanza de Milei o de Trump: ataques furibundos contra toda persona diferente que no concuerde con la ideología neoliberal liberticida. Ataques que desprestigien a esas personas y las lleven a la muerte social y la ruina económica.