Compartir es extraordinario

Si queremos disfrutar en común del centro, deberemos evitar destruirlo. Esperemos que haya un buen plan de emergencia y movilidad para las Zambombas

Zambomba de la hermandad de Loreto, la pasada Navidad.
Zambomba de la hermandad de Loreto, la pasada Navidad. MANU GARCÍA

Al ver el anuncio de la lotería de Navidad no he podido evitar derramar algunas líneas. Cuando llegan estas entrañables fechas, nos volvemos más sensibles. Brotan las buenas intenciones, los abrazos y los recuerdos. El anuncio de la lotería enciende una mecha que corre a la velocidad de la luz. Y una explosión de Zambombas inundará la ciudad con sus villancicos, palmas y alegría.

El escenario de esa muestra de felicidad será el centro, el corazón histórico de Jerez. Habrá visitantes de toda Andalucía y de muchas otras comunidades. Desde San Miguel a Santiago, pasando por Plateros y calle Francos, una muchedumbre disfrutará de lo lindo con sus seres queridos. Incluso un programa de Zambombas orientará a los turistas para que encuentren lo que buscan, si es que lo saben.

Este mes y medio que resta del 2024 debemos ser la Capital Europea de la Cultura. No hay que esperar para demostrar todo nuestro potencial. Ni siquiera hace falta ser candidatos. Basta con desarrollar el sentido común, en casa y en la calle.

Compartir el centro histórico es extraordinario. Ese es el lema para estas Zambombas que se avecinan. Si queremos disfrutar en común del centro, deberemos evitar destruirlo. Esperemos que haya un buen plan de emergencia y movilidad. Que las calles no se colapsen, que haya suficientes urinarios, que el servicio de limpieza funcione constantemente, que las autoridades estén vigilando y ordenando…

Compartir el centro histórico es extraordinario porque además de casas señoriales, iglesias y bares, también hay ciudadanos que viven ahí todo el año, gente que quiere seguir viviendo, sin orín en su portal, sin vasos en su puerta, sin gritos innecesarios que hagan imposible el descanso. Muchos de esos ciudadanos son trabajadores de la hostelería que intentan cumplir con dignidad su labor: no esclavos ni nada parecido.  

Ser Capital Europea de la Cultura es una responsabilidad. Seamos sensatos y prudentes. Los vecinos y trabajadores sabemos que compartir estos espacios es extraordinario. Para que todo funcione bien solo necesitamos gente normal y corriente, personas que respeten este entorno como si fuese su sala de estar. Aprovechemos esta Capitalidad de la Cultura Europea como si nos hubiese tocado el Gordo…

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