1. La pornografía, un eslabón en el sistema de prostitución
La libertad y la igualdad son para todos o no son para nadie
El sistema prostitucional es una organización patriarcal, el último bastión de una larga historia en la que los deseos de los hombres siempre han prevalecido sobre los de las mujeres. Por ello, el feminismo es abolicionista, ya que pone de nuevo en el centro el deseo y la voluntad de las mujeres. Además, el abolicionismo nunca ha matado a nadie, mientras que el sistema prostitucional, que mata a diario, sí lo hace…
En el siglo XXI, la industria del sexo se ha convertido en un mercado extenso, cuyos tentáculos crecen gracias a las nuevas tecnologías y al advenimiento del capitalismo globalizado. Es un sector que genera cientos de miles de millones de dólares al año y se basa en la explotación de seres humanos y sus vulnerabilidades (pobreza, origen, migración, etc.).
Algunos intentan hacer creer que la prostitución ha existido siempre, que es posible empoderarse a través de ella, como forma de emancipación. No resulta muy progresista querer mantener un mercado de dominación, violencia y explotación de la persona humana, algo más parecido a la esclavitud sexual.
La pornografía y la prostitución son vasos comunicantes
La industria del sexo, ya sea en clubes de striptease, salones de masajes eróticos, peep shows o agencias de acompañantes, siempre es lo mismo. Las imágenes y películas pornográficas, cada vez más accesibles e incluso invasivas, también participan en este sistema de prostitución, ya que persiguen los mismos fines – véase el informe publicado en septiembre de 2023 por el Alto Consejo para la Igualdad entre Mujeres y Hombres [de Francia] o el testimonio de Nadia.
Las nuevas tecnologías contribuyen a trivializar el sistema y crean una demanda para mujeres vulnerables y cada vez más jóvenes. La publicidad es cómplice de esto a través de su hipersexualización. Esta normalización y omnipresencia contribuye a la "sexualización" de la sociedad y tiene un gran impacto en las prácticas sexuales y la autoestima de los jóvenes. En el porno, cientos de miles de mujeres son brutalizadas y violadas para el placer de una audiencia masculina que luego busca reproducir estos actos en sus relaciones sexuales.
¡El porno no es cine!
Las películas pornográficas contienen violencia física, sexual o verbal real y no simulada contra las mujeres. Cultura de la violación, misoginia, actos obtenidos por dinero: esto es prostitución filmada. ¡Más de 2,3 millones de niños en Francia ven videos en sitios pornográficos cada mes! Las cifras de Arcom muestran que el 51% de los niños de 12 años consumen porno, en comparación con el 53% de los hombres. Un aumento del 36% entre menores desde 2017.
La pornografía se ha convertido en la escuela del sexismo. Como señaló Sylvie-Pierre Brossolette, presidenta del Alto Consejo para la Igualdad entre Mujeres y Hombres: "Esta escuela de violencia sexista que es la pornografía debe parar". Al trivializar y erotizar la violencia sexual, entrena a las futuras generaciones en la cultura de la violación.
Pero la violación es violencia, es un crimen. Como dijo Gisèle Halimi, "En cuanto a la violación, hemos avanzado, pero es una violencia visible. Mientras que la prostitución se disfraza de elección.
Y eso es lo que debemos combatir radicalmente". Esta violencia porno-criminal debe terminar, las mujeres víctimas deben ser protegidas, y los videos ilegales (el 90% del contenido) deben eliminarse.
Debemos decir no a la industria del porno, que cultiva la cultura de la violación, así como el sexismo, el racismo, la tortura y las fobias LGBT. Muchas mujeres prostituidas mencionan la influencia de la pornografía en las demandas cada vez más específicas, degradantes y deshumanizantes que los clientes les imponen. Antes de tomar la decisión de comprar un acto sexual, cada hombre debería recordar que la prostitución mata todos los días en el mundo.
Ante esta persistente banalización, nosotras, sobrevivientes de la prostitución y del porno, llevamos dos años y medio pidiendo la fase 2 de la ley del Modelo Nórdico francés de 2016 y, sobre todo, un presupuesto real para su aplicación plena, sin olvidar a los clientes sin los cuales no habría
prostitución.
¡Construyamos un mundo sin porno, sin prostitución!
2. La pornografía y la prostitución no son ni trabajo, ni sexo
En su reciente informe, la Fundación de las Mujeres estima que el presupuesto mínimo que el Estado francés debería destinar a la protección de las víctimas de violencia es de 2.600 millones de euros al año. ¡Es hora de poner los medios sobre la mesa!
Más del 90% de las personas en situación de prostitución desean hacer otra cosa. Debemos apoyar a todas estas personas, darles la oportunidad de acceder a vías de salida de la prostitución y construir un mundo igualitario.
No hay prostitución buena o mala; solo hay prostitución. La industria de la prostitución no se preocupa en absoluto por el "bienestar" y la seguridad de las mujeres prostituidas; defiende sus propios intereses. Estar involucrado en la prostitución conlleva el mayor riesgo de muerte por homicidio a manos de clientes y proxenetas. El riesgo de ser agredida es 60 a 120 veces mayor que para la población general. Además, se asocian disociación, trastorno de estrés postraumático, suicidio…
Algunos lo ven como una actividad transgresora… ¿Dónde está la transgresión? Quizá en la negación.
Debemos detener la trivialización de la prostitución en los medios de comunicación, redes sociales y otros lugares. La prostitución no es un trabajo. El término "trabajador/a sexual" es un error. Como dijo Albert Camus, "Mal llamar a las cosas es añadir desdicha al mundo".
La ley debe aplicarse
Contrario a lo que dicen sus opositores, la ley de 2016 en Francia [Modelo Nórdico francés] no mata. Son los clientes y proxenetas los que matan. Sin clientes que compren mujeres prostituídas, no habría mercado, por lo que no habría proxenetismo, ni trata sexual. Es decir, no habría prostitución. Pero algunos no quieren que toquemos a los clientes. No es sorprendente. Los machistas, no lo quieren, ni tampoco la industria del sexo.
El derecho internacional y el Parlamento Europeo apoyan el modelo abolicionista
La prostitución es una forma de violencia, un atentado contra la dignidad humana, según los tratados internacionales. El artículo 6 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw) establece que los Estados Partes deben tomar "todas las medidas apropiadas, incluida la legislación, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de mujeres".
El Parlamento Europeo también adoptó un informe que insta a los Estados Miembros a adoptar el modelo abolicionista, como ya hacen Francia, Suecia e Irlanda. Propuso que se:
1. Promueva la despenalización de las personas en situación de prostitución y su acceso a programas de salida de la prostitución.
2. Criminalice la compra de actos sexuales y todas las formas de proxenetismo.
Es este modelo el que debe aplicarse si deseamos construir un mundo igualitario y solidario, sin ninguna forma de explotación, mercantilización de los cuerpos, deshumanización, violencia contra mujeres y menores, discriminación, racismo.
Como repito incansablemente: Los Estados deben, por fin, poner los medios para luchar efectivamente contra la industria del sexo, sus redes y el proxenetismo, y poner suficientes recursos para luchar contra el rechazo, la exclusión, la pobreza, la precariedad y la discriminación.
Desde una edad temprana, debemos enseñar que no se paga por sexo. Debe haber intervenciones sistemáticas de prevención y sensibilización en las escuelas. Cambiar el comportamiento llevará algún tiempo, quizá dos o tres generaciones.
Una de las mejores prevenciones es nunca comenzar en la prostitución.
Mientras exista la prostitución, mujeres y hombres nunca serán libres del patriarcado y el capitalismo.
Testimonio de Florence Jacquet. Feminista, abolicionista, humanista, sobreviviente de prostitución. Traducción por Teresa Domínguez. Agradecemos la autorización para publicar esta traducción al castellano por su propia autora.
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