Contingencia e inminencia del caos

Lo mismo toda esta desgracia nos hace reflexionar sobre lo que habitualmente sucede para una importante mayoría de los seres humanos que habitan en nuestro planeta…hambre y sed, miseria, violencia, pobreza, miedo

Sergio Villalba Jiménez Foto 1

 Profesor de Educación Artística y Patrimonial de la Universidad de Sevilla

Trabajos de la UME en los pueblos de Valencia.
Trabajos de la UME en los pueblos de Valencia.

El informe Niinistö del homónimo expresidente de Finlandia sobre el refuerzo de la preparación y la anticipación civil y militar en Europa, constituye una implementación de lo que podríamos llamar un clima de inminente y probable reiteración de situaciones, donde la teórica y cómoda vida del viejo continente se vea en serio riesgo. Pandemias, guerras y catástrofes naturales o antrópicas han sucedido y volverán a producirse. Si añadimos el factor de ciberseguridad en sociedades altamente dependientes de la tecnología, parece que Bruselas intenta hacernos ver que es necesaria una formación ciudadana con el objetivo de una autosuficiencia de 72 horas, en las que poder sobrevivir con mínimos recursos hasta que se pudiera gestionar una normalización operativa. Ese concepto y dualidad entre fases de peligro o caos real junto a posteriores periodos de “nueva normalidad”, empieza a calar como una contingencia realista que pareciera ser necesaria. Por aclarar la disertación, la contingencia es la posibilidad de “suceder o no suceder”, un limbo entre lo “no posible” y lo “necesario o inevitable” (para más señas confróntese la genialidad de la escena en Amanece, que no es poco, de José Luis Cuerda: ¡Todos somos contingentes, pero tú eres necesario!). La cruda realidad nos está demostrando lo efímero y frágil de nuestra existencia, pero ello no debiera llevarnos al clima del miedo permanente o de la predisposición al abismo, sobre todo teniendo en cuenta que actualmente solemos funcionar por impulsos básicos y ausencia de reflexión argumentada. Los efectos de la DANA en su tratamiento mediático y en su actuación política ciertamente han llegado a cotas de vergüenza infame, con una ciudadanía que ha sufrido la tragedia y que tiene razones de sobra para la desesperación y la ira desbordada, pero es pertinente señalar que solemos gritar a raíz de los efectos producidos, mientras que cuesta o no se genera el pensamiento previo a los acontecimientos.

Como en otros graves hechos de nuestra historia reciente, el concepto de la verdad en la información parece como si fuera una entelequia de diversas versiones que nunca alcanzan un punto en común, resignándonos a variables interpretativas de distinto signo ideológico o lo que es peor, intoxicaciones intencionadas, sospechas, indicios no comprobados y un alarmismo que se hunde en el amarillismo más fatuo. Como ciudadano (no digamos ya para las personas afectadas), me gustaría no tener que esperar años o juicios en falso para encontrar culpables o responsables directos. Estando el foco principal en la Comunidad Valenciana (sin olvidar lo acontecido en Castilla-La Mancha o Andalucía), parece evidente la tardanza de la alarma y la incapacidad gestora, un hecho que debería ser objetivo y que claramente fue determinante en la pérdida de fallecidos y desaparecidos. Si el colapso o inacción de la Generalitat fue evidente y si posteriormente también se generó una ralentización de la comunicación y determinación del gobierno central, ambas cuestiones no admiten excusas y requiere como mínimo pedir perdón, que se produzcan las dimisiones pertinentes de cargos (en algunos casos de manifiesta inutilidad o desprecio hacia las necesidades colectivas), y que se depuren las cuestiones judiciales si las hubiera. En esa misma línea de negligencia o mala fe posible, quiero no creer que la demora en reacción pudiera estar relacionada con el enfoque turístico del puente vacacional cercano o de presiones en el cumplimiento del puesto de trabajo.

Dicho esto, parece evidente que, aunque no hubiera habido víctimas mortales, todos los daños materiales tanto en vehículos, hogares, empresas, infraestructuras, transporte o comunicaciones se hubieran producido de igual manera, y de nuevo es ahí donde también deberíamos analizar y corregir las causas de los enormes destrozos y la amplia extensión de zonas y población afectada. En este sentido, la primera reflexión iría por la denuncia contra el negacionismo del cambio climático que han defendido y siguen haciéndolo sectores fundamentalmente de la derecha y la extrema derecha, con políticos activos o en la trastienda del PP y VOX (más la esfera internacional), que siguen con la cantinela de contradecir todas las evidencias científicas. Del mismo modo, la localización y continuidad constructiva de zonas para viviendas vacacionales, paseos marítimos o nuevas barriadas en espacios que más tarde o más temprano la naturaleza recupera o invade, debiera ser un correctivo legal de las planificaciones urbanísticas, en un modelo que focaliza la población y el empleo en grandes urbes encarecidas y gentrificadas, que necesitan una masa laboral ubicada en cinturones externos o localidades dormitorio. Esta arraigada disposición provoca aberraciones de un crecimiento especulativo y desmesurado que expande la población en distancia, con necesidades de transporte que nunca terminan de poder solucionarse, y que en caso de saturación o destrucción aíslan la aportación del flujo continuo de necesidades y suministros básicos. Los espacios naturales, sistemas dunares o zonas de amortiguación deberían respetarse independientemente de la ingeniería, canalizaciones hidráulicas o medidas posibles.

Respecto a las soluciones paliativas me llama mucho la atención no reconocer la evidencia de las carencias de un estado fragmentario en distintos reinos taifas o autonomías. Ya sé que no está de moda y por lo visto no es “progresista” reivindicar un estado centralizado, pero me remito a cuestiones inapelables de ahorro y eficiencia. Sin que exista la menor reflexión al respecto, ya compartí la disertación de la pasmosa coincidencia que las actuales izquierdas tienen con los nacionalismos periféricos de todo color y las políticas privativas de la derecha más ultraliberal. La continuada partición del espacio común no es la mejor opción para respuestas de carácter estratégico o de las dimensiones como las que nos ocupa, por lo que resulta sorprendente que tanto el individualismo reinante como la exaltación del terruño y chiringuito propio reclame ahora la intervención de “papá estado”.

Como la memoria es frágil, deseo recordar que la reconocida UME fue un acierto en la creación de respuestas conjuntas de crisis y un mando único para el amplio territorio español, siendo su génesis a partir del penoso incendio de Guadalajara en 2005, que costó 11 vidas del retén de Cogolludo. Los que admiramos la disciplina y operatividad de las fuerzas armadas, nos permite comprender la capacidad de despliegue y coordinación que pueden conseguir. Solamente con la Unidad Militar de Emergencias se dispone (entre otras unidades), de cinco batallones de intervención con material específico, un batallón de helicópteros, una unidad de drones o la adscripción del 43 Grupo con sus CL-215T/415 de extinción de incendios. Por ejemplificar en este caso y una vez tomada la decisión, en prácticamente 48 horas se despliega el buque anfibio Galicia con una capacidad notable de carga y desembarco mediante lanchas (LCM), un hospital integrado, helicópteros SH-60F y más de 100 infantes de marina, ayudado por cazaminas con capacidad de rastreo submarino. Se han añadido igualmente efectivos del Ejército de Tierra con unidades de zapadores, ingenieros, logística o helicópteros de transporte medio (Super Puma / Cougar y NH-90 Sarrio) y pesado (CH-47F Chinook), mientras que el Ejército del Aire y el Espacio ha mandado personal y aeronaves NH-90 Lobo. En total casi 8.500 militares que unidos a los efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil, Policía Local, Protección Civil, bomberos y sanitarios dan una respetabilísima capacidad de respuesta de un estado y un servicio público que me temo no valoramos en su justa medida. La derecha se apropia cuando quiere de esta idea, aunque su eje discursivo sea la privatización salvaje, mientras que las izquierdas siguen con cantos de sirena hacia sociedades “plurales” o “un estado confederal de naciones”. Un apunte…en estos mismos días (en una comisión “bilateral”), se está gestando el traspaso de 29 competencias “pendientes” a Euskadi entre ellas Seguridad Social o Salvamento Marítimo, que como cualquiera debería entender son claves en la visión de un bien común.

Admiro igualmente la solidaridad y el voluntarismo de la población cuando se produce en un ambiente de ayuda y cercanía directa, pero no tengo claro que el lema "solo el pueblo salva al pueblo" sea una declaración acertada como un propósito organizativo social…para más señas, las manifestaciones en Ferraz de la organización radical Núcleo Nacional, que ostentaban en sus pancartas este mismo eslogan. Probablemente sea una culpa generalizada la que hace que nuestras sociedades se vayan deslizando peligrosamente a una violencia integral como forma de relación humana, pero es una locura prescindir de la Res Pública o política como referencia, porque se extienden las alas de un populismo con actitudes deleznables de falsedad, impostura, alarmismo, exaltación sensacionalista o clara incitación exterminadora del contrario. Aparte del pillaje y el robo que no admite más que el castigo severo, dejo a juicio del lector el papel, similitudes ideológicas, intencionalidad y utilidad desempeñada por determinadas personas, medios y colectivos: Alvise Pérez, Desokupa, Democracia Nacional, Revuelta, Vito Quiles, Javier Negre, Bertrand Ndongo, Ángel Gaitán, Rubén Gisbert, Programa Horizonte, etc.

Frente a lo anterior, conste que el panorama mediático convencional y oficialmente democrático está en cuarentena, porque en realidad y salvo contadas excepciones, sirven igualmente a sus inversores, accionistas y promotores privados o públicos. La profesión del periodismo está hoy en día en jaque y riesgo, pero podríamos empezar por anular conceptualmente individuos que se ponen barro para un postureo, atacan con bulos a Cáritas y Cruz Roja, insisten entre sollozos hipócritas en falsas existencias de un parking como cementerio o que se tira a la basura las donaciones de ropa. Es una acción repugnante y temeraria porque la ignición de una revuelta social o de tomar la justicia por tu mano vuelve a ser contingente: al hilo, no fue la mejor idea la visita a la zona de autoridades incluyendo casa real (innecesaria como institución más allá de la ornamental puesta en escena), pero que acabe en casi un linchamiento público me parece injustificable, y creo se desconoce cuál hubiera sido la reacción necesaria de los escoltas llegados a una situación límite.

Que sea más importante el mercadeo de las redes sociales o la opinión de personas no cualificadas porque aparentemente hablen con una supuesta verborrea de “claridad”, hagan sorteos de material o donativos ostentatorios caritativos es el topping del cuñadismo…teorización propicia para un votante simple, básico, manipulable. En cualquier caso y no por mal ajeno…lo mismo toda esta desgracia nos hace reflexionar sobre lo que habitualmente sucede para una importante mayoría de los seres humanos que habitan en nuestro planeta…hambre y sed, miseria, violencia, pobreza, miedo…son el día a día de esas almas. Quizás prestemos más atención a la próxima noticia o documental de lo que sucede en Gaza, Ucrania, Brasil o Kenia…entre muchos sitios…y quizás debamos pensar…solamente eso, pensar un poco.

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