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Contra el fascismo

Se abrió ante nosotros una época oscura, la más oscura, porque el recuerdo todavía reciente del terror es ignorado por millones de personas en el mundo: lo mismo en Alemania que en Argentina o en Estados Unidos

27 de enero de 2025 a las 09:46h
Elon Musk, en un acto de Trump.
Elon Musk, en un acto de Trump.

Hoy ondea la bandera a media asta en toda Alemania. Hoy se recuerdan a las víctimas del terror nazi y su feroz tiranía. Este sábado comenzaron las manifestaciones en recuerdo y repudio del fascismo. Un simbolismo que la sociedad argentina también se dio a sí misma con el 24 de marzo, con ocasión del genocidio acometido por las Juntas Militares, y que con las últimas barbaridades pronunciadas por Milei activó una marcha federal por el orgullo antifascista para este sábado, 1 de febrero. Son estos los hechos que ofrecen un verdadero contexto a la toma de posesión de Trump y al saludo nazi de Musk. La retrospectiva dedicada a Miguel Mato en el ​​​​​​​canal OctubreTV ayudará a situar el fascismo contemporáneo que vuelve a estallar en la actualidad.

La pregunta del día, del año, de la década sería: ¿cómo logramos desactivar los deseos de dictadura, de totalitarismo y los ataques al respeto de løs otrøs? Sin duda practicando la conversación y la alegría. Creo recordar que la primera vez que describí la conversación como el cuartel de invierno de la democracia se refería a aquellos encuentros en los recién aparecidos bla bla car. Una conversación sin cortapisas que volví a reivindicar este último sábado en la manifestación entre mis amigos ante la misma pregunta: ¿qué se puede hacer? Una conversación en la que nos mostremos con absoluta libertad.

Las ideas del liberticidio, camufladas con la palabra libertad, están embaucando a millones de personas en todo el mundo. Hay muchas personas que se siguen sumando al liberticidio porque parecería que hubiera que pertenecer a él, sería lo que está de moda, y se quiere estar a la moda. En Bélgica triunfa la izquierda, en México, en Colombia. Chile, Uruguay. España. Reino Unido. Francia, a pesar de su presidente. Dinamarca. No todo es tan negro como se quiere pintar, aunque la amenaza sea muy seria. Las elecciones legislativas alemanas del próximo 23 de febrero, en las que Musk apoya airadamente a la ultraderecha alemana, pueden llegar a materializar el peor peligro. Se abrió ante nosotros una época oscura, la más oscura, porque el recuerdo todavía reciente del terror es ignorado por millones de personas en el mundo: lo mismo en Alemania que en Argentina o en Estados Unidos.

¿Qué hacer? Resistir y resistirlos. ¿Cómo? Como los argentinos, que ya hicieron una marcha federal millonaria contra la destrucción de la universidad y ahora hacen otra del orgullo antifascista. Resistir luchando por la supervivencia de la conversación. Resistir con la alegría, con la alegría que ya reivindicaba Deleuze: "El poder requiere cuerpos tristes. El poder necesita tristeza porque puede dominarla. La alegría, por lo tanto, es resistencia, porque no se rinde. La alegría como potencia de vida, nos lleva a lugares donde la tristeza nunca nos llevaría".

La conversación es el elemento genuino del espacio público y el espacio público no deberíamos confundirlo con las redes antisociales dominadas por el algoritmo y el deseo de famoserismo de las domina. El espacio público está cuando cruzamos el umbral de la puerta de nuestra casa y alcanzamos el mercado, el café, la parada del colectivo, la tienda. Lugares de conversación, aunque sea mínima, que son de todos y donde la conversación libre y sin titubeos construye la sociedad genuinamente libre. El Quinto Poder, el algoritmo, navega sin ningún control por las redes y por la sociedad. El algoritmo cercena la posibilidad de conocer nuevas cosas y de expresar nuevas cosas. El algoritmo manipula la veracidad ante los menos cautos: lo ha dicho la tele, el diario…, el algoritmo. Un algoritmo dirigido por el resentimiento más vengativo. La alegría es la respuesta, la única respuesta a todo ese dolor de los resentidos, a ese dolor que quieren echarnos encima para enterrarnos con él. Solo la conversación libre nos salvará.

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