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Ya vamos tarde

La cosa se está poniendo complicada, y cuando las mujeres todavía no habíamos llegado a la igualdad real ni a la sutura de la brecha salarial, soplan al otro lado del Atlántico vientos huracanados

21 de febrero de 2025 a las 15:45h
Veladores en una calle de Sevilla, donde hay empleo relacionado con el turismo.
Veladores en una calle de Sevilla, donde hay empleo relacionado con el turismo. MAURI BUHIGAS

¡Ay, abuela, cómo está el panorama! El tecnocapitalismo salvaje campando a sus anchas desde un despacho oval convertido en algo parecido a una guardería o a los vestuarios de los Lakers; la extrema derecha montando una macro reunión para exhibir quién la tiene más grande (las expectativas de voto, no seas mal pensada…), con su anfitrión poniéndose de puntillas para no quedar rezagado; los jóvenes abrazando la xenofobia, la homofobia y el machismo al considerar culpables del empeoramiento de sus condiciones de vida a los inmigrantes, las mujeres y el colectivo LGTBIQ+ (que los ricos sean cada vez más ricos —el patrimonio de los multimillonarios se disparó en 2024 a un ritmo 3 veces mayor que el año anterior según Oxfam Intermón— no tiene nada que ver. Nada. Eso son inventos woke).

Y con este panorama avanzamos hacia la celebración el próximo sábado 22 de febrero del Día de la Igualdad Salarial, una forma de concienciar a la sociedad sobre la existencia de una clara desigualdad en la retribución que perciben mujeres y hombres por la realización del mismo trabajo o por un trabajo de igual valor. Lo que entendemos por ‘brecha salarial’. Yo sé que lo de brecha a ti no te sonará, abuela. A ti las únicas brechas que te sonaban eran las que sufrían muchas de las mujeres de tu entorno causadas por los malos tratos de sus maridos. En eso, como en la carrera por la igualdad salarial, hemos avanzado, pero no lo suficiente. 

De hecho, según CCOO la brecha salarial está repuntando y ronda el 19,6%. Y aunque la subida del SMI —un 61% en los últimos 7 años— y el reforzamiento de la contratación indefinida gracias a la Reforma Laboral del 2021 han sido determinantes para reducirla año a año, no son suficientes y muestran síntomas de agotamiento en un escenario laboral en el que 1 de cada 4 mujeres tiene un empleo temporal y/o trabaja en jornada parcial, más de la mitad cobra el salario mínimo o menos, tenemos más dificultades para ascender a los puestos mejor remunerados, desempeñamos trabajos más precarios y seguimos dedicadas, mayoritariamente, a las labores de cuidados.

Pero por más que nos quieran comer el coco responsabilizándonos a las mujeres de parte de los males de los hombres (los denunciamos falsamente, les robamos puestos que antes eran suyos, nos favorecen en las empresas con la ley de paridad, los avasallamos al anteponer nuestras preferencias sexuales a su supremacía masculina…), la realidad es tozuda tanto en los datos sobre brecha salarial como sobre violencia de género. Así, el número de mujeres víctimas de esta aumentó por noveno año de manera que 2 de cada 10 detenidos en nuestro país lo son por violencia de género, sexual o doméstica. A pesar de ello, según el CIS apenas un 1,2% de los encuestados lo situó entre los 3 principales problemas del país, mientras que la inmigración escala al primer puesto en la preocupación ciudadana. Todo lo que no son cuentas son cuentos, dice un amigo mío, pero no corren buenos tiempos para los datos contrastados, para la información rigurosa ni para la reflexión en medio del ruido ensordecedor y tramposo de las RRSS a través de las que se informan una gran mayoría de jóvenes. 

La cosa se está poniendo complicada, y cuando las mujeres todavía no habíamos llegado a la igualdad real ni a la sutura de la brecha salarial, soplan al otro lado del Atlántico vientos huracanados que amenazan con llevarse por delante derechos y libertades, también en la vieja Europa. Vientos que abogan por recuperar la hombría en la cultura empresarial (no sé cuándo la perdieron habida cuenta de que, por ejemplo, solo el 25% de los puestos tecnológicos y el 27% de los STEM, que son los mejor remunerados y gozan de más poder, están ocupados por mujeres) y protegernos a las mujeres ‘nos guste o no’. El panorama es un poquito desolador, pero la resignación no es una opción frente al sadismo y el odio como formas de gobierno. Las mujeres siempre hemos sido corredoras de fondo y nos hemos crecido en la adversidad, así que arremanguémonos que tenemos tajo, y ya vamos tarde, como reza el lema de CCOO para conmemorar el día contra la brecha salarial de este año.

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