Ir al contenido

Atado, desatado y reatado

En política, cuando se quiere hacer algo se lleva a término de inmediato, como levantar muros de todo tipo

13 de abril de 2025 a las 08:11h
La entrega de llaves de viviendas públicas en Sevilla, en la Hacienda El Rosario, con Pedro Sánchez, Juanma Moreno y María Jesús Montero.
La entrega de llaves de viviendas públicas en Sevilla, en la Hacienda El Rosario, con Pedro Sánchez, Juanma Moreno y María Jesús Montero. MAURI BUHIGAS

Después de que Don Juan, el padre del emérito, se convirtiera en el rey que nunca reinó y cediera su puesto a su hijo, el ya citado emérito actual, Juan Carlos I, Franco se sintió relativamente tranquilo y dijo que todo quedaba atado y bien atado. Supongo que aquello no se lo creería ni él que sabría que por muy Juan Carlos I y por muy almirante Carrero Blanco que lo sustituyeran el mundo iba por otro lado y la reserva espiritual de Occidente -España- se tenía que abrir a los nuevos aires democratizadores y, sobre todo, de libre circulación de capitales de las grandes empresas que es de lo que se trataba.

La democracia no es más que una engañifa casi perfecta ante el llamado pueblo para que los más poderosos puedan hacer y deshacer a su antojo como por ejemplo poner y quitar aranceles. La libertad de capitales y el resto de fanfarria del mercado sólo se refiere a las grandes firmas, no a ultramarinos Pepe ni a ningún país pobre o medio pobre.

Hoy, cincuenta años después de la muerte de Franco, todo está desatado o, si lo prefieren, aparentemente atado o atado con mil salidas a través de las cuales los franquitos pueden colarse. Esto es, la llamada democracia acumula tal número de pasadizos que sólo hay que buscarlos y ponerlos en práctica para construir la dictadura democrática o un nuevo Palacio de Versalles con sus reyes absolutistas dentro, sean progresistas de pitiminí o regresistas del sueño eterno.

Jugada maestra, quien hizo las leyes hizo las trampas, en efecto, es como esos castillos que aún conservamos, que disponen de sus salidas secretas para que los máximos ocupantes pusieran pies en polvorosa al atisbar que la batalla estaba perdida. Dejaban a los súbditos muriendo por ellos mientras ellos ya estaban en el quinto pino al cesar la batalla y caer la fortaleza en manos enemigas.

Aplicado el asunto a la dictadura democrática, Pedro Sánchez elude legalmente el control parlamentario después de pactar con partidos que representan el uno por ciento de los votos de los ciudadanos que han ido a votar en España, ni siquiera del censo. A esos partidos les ha tocado la lotería y ahora se ven en la obligación de diferenciarse del gran señor y sus, al parecer, inevitables servidumbres al régimen que más muertos y asesinatos ha originado en el mundo desde el siglo XIX, al menos, hasta aquí: el mercado.

El señor Sánchez, además, cambia partidas presupuestarias de un lado a otro sin ni siquiera necesitar a sus compañeros de viaje para que tengamos más bombas, utilizando vericuetos legales que el PP apoya porque en el fondo ambos partidos sirven a lo mismo: la guerra en defensa de una democracia plena de atajos con los que, por ejemplo, se les intenta levantar un muro hasta a los abogados y fiscales sevillanos para que no puedan acudir directamente a la UE con el fin de que les digan si les han hundido sus decisiones sobre los ERE por motivos políticos o si han sido ellos quienes se han equivocado y la han tomado con el “progresismo”.

Donald Trump acaba de llegar a la Casa Blanca -parece que hace un siglo- y ya dice conocer la forma de seguir de presidente cuando tenga ochenta años, aunque no lo dejen las leyes o parezca que no lo dejan. Basta con ir de vicepresidente en otros comicios y que dimita el presidente y deba sustituirlo él. Como esto parece poco sólido, añade Trump que hay otras formas, oh, misterio, ¿cuáles serán? ¿Se invadirá a sí mismo para colocarse como rey perpetuo por la gracia de Dios hasta que la muerte disponga?

Tenemos, otrosí, esa otra estrategia que consiste en, con tal de que no llegue el neofascismo al poder político, se fabrican cordones sanitarios entre liberales, verdes, conservadores y comunistas. Son medidas sanitarias que funcionan con mucha mayor rapidez que lograr una cita en la Seguridad Social para que te vean una catarata en un ojo, luego otra cita lejana para que te examinen el otro. En política, cuando se quiere hacer algo se lleva a término de inmediato, como levantar muros de todo tipo. La alta política, en queriendo, no tarda tantísimo como las obras emblemáticas de Sevilla, pongamos por caso.

Dicho sea de paso, desde el final de la Segunda Guerra Mundial estos cordones sanitarios eran subyacentes: ordenó Estados Unidos que por nada del mundo llegaran los comunistas al poder mediante el voto, sin ir más lejos en Italia, y ahí que estaban los de la Democracia Cristiana, el Papa y los socialistas junto a los radicales uniéndose electoralmente para obedecer a los yanquis que ya habían fichado a miembros de los que fueron servicios secretos nazis para combatir al comunismo. Ahora, como el comunismo occidental anda muy flojo de remos, ni cuenta que le echa ya el Poder, simplemente estimula sus eternas divisiones internas.

Más recovecos democráticos. Existe la posibilidad de buscarle a quienes vencen electoralmente o tienen visos de vencer, algún muerto o muertecito en el armario y como nadie somos perfectos algo se encuentra, aunque sea una minucia de cuando alguien aún creía en los Reyes Magos, algo para que una justicia militante y sin vendas en los ojos te declare incapacitado para presentarte a elecciones (Francia).

Luego están otras formas de desatar lo atado en las democracias. Por ejemplo, declarar nulas las elecciones si no gusta el resultado o hacerte la vida imposible (Rumanía, Grecia), negar dinero público de la UE a los electores que se han atrevido a votar mal (Hungría y, en su momento, Polonia), acusar de díscola a quien no respete las consignas europeas y por tanto insultar de nuevo a una nación y sus votantes (Italia) o, ya en el extremo, montar huelgas y manifestaciones bien organizadas en las que se aseguren muertos para que la gente se cabree aún más y al final se llegue a la meta que es echar del poder a quien el pueblo ha elegido -el pueblo, pero no el Poder con mayúsculas- y colocar en su sitio a otra persona de la cuerda (Ucrania, 2014). En América Latina, si algún mandatario molesto se va a otro país a sacarse una muela lo acusan de dejación y abandono de responsabilidades y lo cesa democráticamente el parlamento correspondiente.

Son las nuevas formas de cambiar todo para que nada cambie. Se trata de los nuevos golpes de Estado que nos evitan ver esas matanzas a lo bestia estilo Pinochet o Franco a quien las democráticas Francia e Inglaterra dejaron ganar la guerra por miedo a Stalin. En agradecimiento por los servicios prestados, los patriotas que sirven a los buenos mueren en camas de hospitales especiales, bien atendidos por “el equipo médico habitual”.

Todo esto se hace y no pasa nada, es democracia o defensa de la democracia con víctimas inevitables, daños colaterales. En cambio, si Putin se lo monta así o de forma parecida, a su gusto, es dictadura, autocracia, terror. Menudo negocio ideológico han levantado en Occidente y la gente se lo cree o eso parece porque puede ser que la gente pase ya de todo y haya que aplicarle la frase que un personaje de Forges le estaba diciendo a otro en una viñeta hablándole de los ciudadanos occidentales: “Están muertos, pero mientras sigan cobrando no se enterarán”.

He ahí el valor de las paguitas, del Imserso, del estado del bienestar made in USA en Europa con el Bienvenido Míster Marshall, Keynes y la socialdemocracia. He ahí la obra de caridad interesada que llevan a cabo los millonarios y billonarios con su existencia y presencia para que todos, todas y todes deseen ser como ellos, por ejemplo, invirtiendo en bolsa, comprando el cupón, el cuponazo, el euromillones, la lotería, haciendo quinielas y demás drogas de papel o en forma de apuestas de todo tipo para luego, si uno es agraciado en la suerte, acudir mucho más a las grandes superficies comerciales, a las inmobiliarias o a los coches eléctricos (no a los Tesla que Musk es malo) o a los videojuegos, consumir viajes muy lejos y toda clase de distracciones del carpe diem. Los proletarios de todo el mundo nunca se unieron, prefieren ver tiendas y la champions league. Milagros de la democracia desatadamente atada.

El nuevo atado y bien atado mediante el truco del desatado y bien desatado tiene sus ventajas también para nosotros los esaboríos pensadores. Verbigracia, yo le agradezco a Pedro Sánchez que me libre de esos plenos parlamentarios donde siempre escuchamos y vemos lo mismo: insultos, vejaciones, sonrisas de mediocres chulos/as sin respeto al que habla, chismorreos, abucheos, pataletas, diálogos de besugos y discursos que ya nos sabíamos de antemano, por experiencia. ¿Saben ustedes que este ambiente archisabido es uno de los factores que nos “queman” a los periodistas? Ya lo dijo Ernest Hemingway: el periodismo es un oficio que está bien si se abandona a tiempo.

En Las Cortes, lo que es oratoria, el logos griego o razonamiento, si algo de eso aparece es un milagro, me he tragado plenos enteros y doy fe. Tragarse un plenario ante la caja tonta o luego en podcast tiene una enorme utilidad, accedes tú mismo a lo que en ciencias de la comunicación se llama base primaria de referencia y no hay que aguantar las manipulaciones que a buen seguro ofrecen los medios de comunicación después. Comprendo que tal hazaña nos está reservada a poquísimas personas: las aficionadas, las forofas, acaso jubilados indiferentes o con signos de vida activa y algunas que nos dedicamos a estudiar e investigar estas cosas desde la universidad, no crean que todos los investigadores lo hacen, la mayoría escribe después sin fundamentación sólida y, por otra parte, les ha dado por la IA con enfoques técnicos. En la universidad hay un déficit profesoral claro de estar al día de la actualidad. Del alumnado mejor no hablar ahora.

No hay que alarmarse, no es nada extraño que exista el desatado y bien desatado para atarlo de nuevo con traje democrático. Incluso tenemos la tiranía canceladora de la muchachada inquisidora que se define de izquierdas. La democracia es un mal al que hay que aguantar, como afirmó Nietzsche; el menos malo de los sistemas, eso se le atribuye a Churchill si bien parece que lo que dijo exactamente fue que la democracia es la necesidad de inclinarse de cuando en cuando ante la opinión de los demás.

De cuando en cuando no es siempre, ya tenemos otra rendija por la que escapar de la democracia, hubo un tiempo en que Hitler no le pareció tan malo a Churchill, el historiador José Acosta escribió en un libro que leí en mis tiempos de estudiante que el mercado es una moneda que en una de sus caras nos ofrece el liberalismo y en la otra el fascismo. El Poder mercantil elige uno u otro según se vea o no amenazado y con el liberalismo sigue en guerra consigo mismo. Como ahora no hay amenaza seria deja actuar a los sectarios “progresistas” que así le hacen el juego.

Ya sabemos que, en la Roma clásica, si la cosa se ponía demasiado alborotada, llamaba el Senado a un dictador que era una figura totalmente legal, un militar que tenía un defecto: luego se quedaba cuando ya se tenía que ir porque se sentía a gusto e indispensable. ¿Les suena esto familiar más de veinte siglos después?

También sostenía Churchill que el problema de su tiempo era que los hombres querían ser importantes y no útiles. De su tiempo y mucho más del nuestro donde esa querencia se ha extendido a todos nosotros. Hoy se puede uno sentir importante subiendo sus versos, canciones, cuadros, relatos, artículos, pensamientos… a YouTube o siendo un ridículo youtuber o influencer que hace reír a los adolescentes como un payaso de circo, pero sin apenas agudeza. El desate atado de la democracia les permite a algunos de estos influencers evadir su dinero a Andorra igual que sucede con los millonarios y milmillonarios, la obligación de todos ellos es que no los agarre el fisco, sí señor, como la obligación de un preso es fugarse.

Hemos desembocado en otro desatado de la democracia que la tiene totalmente atada: el postureo. De sapiens a dioses, ¿quién no puede en la actualidad sentirse un poquito como un dios? Entonces, ¿por qué hay tanto acomplejado, tanto tímido patológico, tanto deprimido y estresado en la democracia? Precisamente porque todo está atado mediante la metodología del desatar y desatar. Es la mejor forma de dominación que hasta ahora hemos aplicado. Es la que me permite escribir esto a mí para tenerme atado y que ustedes lo estén también. ¿No es maravillosamente democrático? Es toda una obra de ingeniería social que encierra un peligro en su interior: de tan democrática que se vuelve la falsa democracia al final origina cefaleas intensas y graves confusiones mentales. Y se corre el peligro de que la gente busque cobijo en quienes prefieren venir de frente antes de echarse en brazos de los que pretenden dominar mediante tanta farsa.

¿Qué hacer entonces? Yo qué sé, antes lo sabía, ahora lo sigo sabiendo, pero no se puede aplicar a la realidad lo que sé. Que siga el juego y a ver dónde llegamos.

Lo más leído