Las predicciones alarmantes de la AEMET no incumben a Sevilla, por el momento y por fortuna. Cada vez que anuncian lluvias caen cuatro gotas y se acabó. El ejemplo de la Cabalgata de Reyes Magos fue el penúltimo. “La lluvia en Sevilla es una maravilla” cuando llueve que es casi nunca. En diciembre hemos estado a más de veinte grados y ahora en enero trece grados de buena mañana es una temperatura como para alarmarse. Se acabó la Navidad y eso significa que se acerca el terrible periodo en el que Sevilla lleva a cabo la travesía de un desierto cruel que cada vez gana más en extensión: desde junio o antes hasta octubre, pasando por el infierno de julio-agosto.
Si no fuera por eso Sevilla resultaría una ciudad casi perfecta porque, la verdad, es deliciosa y no se merece las otras DANAS que tiene encima. ¿Cuáles son? El déficit en infraestructuras, la falta de un tejido empresarial oriundo y poderoso, como he denunciado otras veces, indolencias, graves olvidos, unos políticos que piensan más en Madrid que en Sevilla porque, entre otras cosas, son presas y están a las órdenes de sus caudillos madrileños. Y María Jesús Montero.
La DANA de Valencia me ha permitido sufrir mi DANA particular escuchando en los informativos cómo la ciudad del Miguelete (Torre del Micalet) se va recuperando y se recuperará, por supuesto. Lo celebro. Valencia y Barcelona son mis segundas tierras por parte de padre, no me gustan los nacionalismos catalanes porque el nacionalismo me repele -divide, crispa y es asesino- empezando por el andaluz que, como los otros, nos llena de tótems y te tabúes. Me gusta el mundo y mi patria es Europa, primero, y el mundo, después, pero abrí los ojos en Sevilla, al lado de una casa en la que Gustavo Adolfo Bécquer y su hermano Valeriano vivieron juntos, y le tengo cariño a Sevilla, por eso me duele su abandono.
El sevillano medio parece que le da más importancia a la limpieza de la ciudad que a su desarrollo tecnológico y en infraestructuras. Tal vez ese sevillano prefiera una Sevilla limpia como los chorros del oro y repleta de bares y restaurantes con sus montones de camareros y camareras antes que una Sevilla tecnologizada e industrializada con una población inquieta en una ciudad que, a su vez, fuera un enorme foco de atracción para personas cualificadas. Tal vez prefiera el sevillano saleroso y alegre -el gran fingidor- paradas de autobuses muy limpias, pero con vehículos que tardan en llegar o que “se acuestan” a la hora de las gallinas para fastidio de ciudadanos en general y jóvenes en particular.
Tal vez prefiera un metrito de una sola línea que tiene que cerrar estaciones cuando más se necesitan. Un metro no es metro hasta que en su interior no haya músicos y vendedores, hasta que sus paredes no estén pintarrajeadas o llenas de publicidad y hasta que algún gamberro no se salte literalmente las canceladoras de entrada a sus vías. Incluso hasta que no huela a orines. Supongo que eso se debe a que Sevilla es la ciudad que siempre duerme y, si es que avanza, lo hace a pesar suyo, por la cabezonería de alguien o algunos con constancia y poder, las excepciones a la regla.
Escuchando los informativos radiofónicos sobre la DANA de Valencia nos hemos vuelto a enterar de que Valencia posee un metro hasta su aeropuerto y de que cuenta con varias líneas de tranvías -cuatro- y por supuesto de metro -seis-. La última vez que estuve allí agarré un taxi que me llevara a Xátiva y el taxista me iba presumiendo de que todas sus autovías contaban con tres carriles por dirección muy prolongados en todas las salidas de Valencia y con conexiones muy decentes con el puerto (el metro también llega al puerto).
No hubo en Valencia Expo ni capital de la cultura ni olimpiadas como sí les ocurrió a Sevilla, Madrid y Barcelona, respectivamente, con las mejoras que esos acontecimientos de 1992 conllevaron. Entonces, apostó Valencia por ser la capital de la redacción central de la importante cadena europea de televisión Euronews -completamente desconocida por el gran público, empezando por mis alumnos de periodismo-, se la llevó Lyon porque Francia es Francia, pero no le hizo falta, los valencianos son luchadores, con una estructura empresarial muy relevante, y no tienen ese nacionalismo reduccionista de tantos catalanes.
Madrid y Barcelona siguieron adelante, Sevilla volvió a quedarse atrás. Su metrito comenzó a rodar en 2009 cuando el proyecto tuvo sus raíces en los años setenta del siglo XX. Los terrenos de la Expo fueron abandonados y aún se ven bochornosos restos de aquel abandono como la estación del tren monorraíl que se pudo reutilizar pero en 2003 yo veía desde las ventanas de la Facultad de Comunicación sus vagones apiñados y abandonados.
Las circunvalaciones de la ciudad apenas han avanzado, ya sabemos la tragedia de la SE-40, el “puente del Paquito” fue hecho aprisa y corriendo como el de Calatrava cuyo primer proyecto no era el resultado que vemos. Cuando yo era niño Sevilla tenía una red de tranvías, algunas de sus vías son visibles aún, como las que están junto al cementerio. Ahora ya sabemos que el llamado pomposamente metrocentro ha sido una obra menor -y eterna- más para el lucimiento político que la utilidad ciudadana, que está tardando una enormidad para llegar a la estación mal llamada de Santa Justa teniendo a Antonio y Manuel Machado y a Luis Cernuda esperando, una estación que no se prolonga hasta el aeropuerto como indica la normativa europea para ciudades como Sevilla.
El puerto que convirtió a Sevilla en la capital del mundo no puede progresar como debiera, por desidia, por burocracias, por ecologismo destructor, porque sería necesario acometer una infraestructura de regadíos para no fastidiar a los arroceros y para que no se enfaden Huelva y Cádiz. Aquí, por no enfadar unas veces a Málaga y otras a otras ciudades, la casa sin barrer o con lentísimos avances; de ley de capitalidad ni hablamos, han “obligado” a olvidarse del tema al dócil alcalde hispalense, señor Sanz.
Si pensamos en la política que debió y debe estimular el avance de Sevilla, ¿quién ha gobernado en Sevilla y en Andalucía desde que empezó esto de la democracia? En Andalucía, capital Sevilla, creo, desde 1982 a 2018 el auto denominado progresismo del PSOE, a veces unido con Izquierda Unida, a veces con el andalucismo, ambos se vendieron por sillones gubernamentales secundarios y a ambos los fagocitó la socialdemocracia.
En Sevilla, la Expo que se fue y no hubo nada más de relevancia. Hasta hoy en que todo sigue esencialmente igual. Nada de esos fastos necesitó Valencia; protestó, influyó, trabajó y logró. Los logros para quien se los trabaja, si Cataluña está alcanzando su independencia poco a poco y eso es lo que desean la inmensa mayoría de los catalanes, mejor para ellos, si bien no es la inmensa mayoría la que anhela ser nación y país propio sino la mitad, la otra mitad se va a enterar de que la pela es la pela cuando tengan que rascarse el bolsillo con su independencia, a ver a quién le van a echar la culpa entonces acusando de que les roban.
En Sevilla, desde 1979 -primeras elecciones municipales- hasta hoy, de los nueve alcaldes que llevamos, seis “progresistas” y tres del PP. Y es ahora, con el PP, cuando las infraestructuras sevillanas van levantando cabeza poquito a poquito. Es decir, Sevilla ha votado progresismo y eso le ha costado que la tomaran por la idiota adicta al progreso del atraso que iba a seguir votando progresismo por salerosa y graciosa. Con la Expo se ha conformado.
Eso sí, la Semana Santa y la Feria vaya si se conservan. La Magna ha sido la demostración mundial de que, convertida sagazmente la religión en gran espectáculo, sigue estando muy viva la Sevilla que expulsó o persiguió a los ilustrados: a Blanco White, a Alberto Lista, a Bécquer, a Chavez Nogales, al abuelo de los Machado, don Antonio Machado y Núñez, a Manuel María del Mármol, a Pablo de Olavide, a Luis Cernuda, Alejandro Sawa...
Sevilla se ha olvidado ya de sus creadores e intelectuales del tardofranquismo y la Transición política y va a abrir un museo en la casa natal de Cernuda por pura vergüenza y olvido del autor de “Ocnos”, obra dedicada a Sevilla en la que el poeta jamás menciona el nombre de la protagonista. Se marchó desde la que fuera estación de San Bernardo o de Cádiz con el objetivo, entre otros, de que no lo mataran por marica como a García Lorca y no regresó jamás. Por cierto, la otra antigua estación de trenes, la de Plaza de Armas o Estación de Córdoba, por ahora es un proyecto comercial fallido.
Se me acaba de morir mi admirado y querido Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala, eminente y excelente persona, el mejor especialista de España y tal vez de Europa en literatura y cultura japonesas. El Gobierno japonés le otorgó la Orden del Sol Naciente, ha muerto como profesor titular, la Universidad de Sevilla, como si estuviera sobrada de especialistas en cultura japonesa, ni siquiera lo elevó a una cátedra. Nadie lo recordará.
No hay más remedio que confiar un poco en la alianza de las derechas en el gobierno municipal de Sevilla: PP y Vox. Me están hablando de modernidad, de futuro, de sacarle más partido al Parque Tecnológico de La Cartuja. Aunque se haya situado como el primero de Andalucía y uno de los dos primeros de España, encierra un potencial enorme. No me creo ya nada y sin embargo no tendré más remedio que confiar algo en las derechas y no ser tan derrotista.
Voy a aguantar la carga del llamado progresismo: otra vez que vienen los fascistas, que los derechos se lastran, esa visión mística y caritativa, débil, que no ve más allá de ella, que le va muy bien para lograr los votos de quienes no quieren saber que si uno no es fuerte no podrá ayudar a nadie. Y en eso llegó doña María Jesús Montero.
Ya tuvimos un candidato a palos: Manuel Chaves. Ahora le toca a una mujer, para que hasta en este asunto vayamos al cincuenta por ciento. Montero llega a meternos más miedo con la fachosfera, este personal o cambia de copla o perderá el planeta entero, son ellos y sus alianzas a izquierda y derecha quienes están trayendo la fachosfera. En Austria, fracasan en sus negociaciones con liberales y conservadores, el presidente encarga a la extrema derecha formar gobierno y los lelos progresistas se lían a protestar no contra la impotencia de las negociaciones de los suyos sino porque llega el nazismo. ¡Hay que ser imberbe!
Ya tenemos aquí -cuando vuelva- a La Pasionaria Andaluza, a la Agustina de Aragón y olé, a la Mariana Pineda del siglo XXI. “Montero, vete a Sevilla”, “A la orden, Pedro, ¿qué hago?”. “Ya sabes, lo de siempre, contra esos fachas que no querían desenterrar a Queipo, que se cargan la sanidad pública, que van contra las mujeres, los gais…, eso mola”. “Pero, ¿quién va a encabezar las manifestaciones de apoyo cuando te retires a meditar, mi señor?”. “Llamaré a otra, no hay quien se resista a mi belleza, tú a Andalucía”. “Eso está hecho”. “Juan Espadas, vete de ahí, que lo ha dicho el de arriba”. “No faltaba más, me aparto a un lado, por supuesto al lado izquierdo, el Senado lo conservo, ¿verdad, María?, que Pedro no me ha llevado a Madrid a pesar de toda mi adulación”. “No te preocupes, el Senado te espera y, si no, a la RTVE o a algún chiringuito”.
Doña María Jesús tiene un contrincante, mi también admirado y colega Luis Ángel Hierro, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla. Al pobre apenas le dan cancha los suyos, se la están dando desde el Canal Sur de la Junta de Andalucía pepera, los medios del conservador grupo Planeta, del conservador grupo alemán Bertelsmann, dueños de Antena 3 TV y de La Sexta; Planeta, dueño además de Onda Cero y de La Razón, y la familia Berlusconi, dueños de Cuatro TV que se la compraron a Prisa y desde que el fallecido Silvio Berlusconi puso la pasta y compró Cuatro dejó de ser para la SER y El País un ultraconservador facha y delincuente.
Alguien puede creer que Luis Ángel Hierro va de tonto útil, puertas casi cerradas en los medios del gobierno, alguno para disimular, pero todo el poder para Montero, lo ha ordenado don Pedro. Celebremos al menos que Hierro es fiel a sus principios, que no viene a dedo desde Madrid, que se ha forjado en Sevilla y en Andalucía, que respeta a su partido criticándolo, que no es un servil, tiene la vida resuelta como catedrático y si no lo eligen por miedo o por lo que sea volverá a su universidad y a sus compromisos políticos. Celebremos esto y lloremos por un periodismo mayordomo fiel.
María Jesús Montero puede que reivindique a Madrid lo que ella reivindicaba cuando era Consejera de Hacienda y se ha reivindicado a sí misma como ministra sin habérselo concedido. Es el teatro de la esquizofrenia con el que tenemos que cargar los sevillanos y los andaluces, pero, sobre todo, los que asistimos en primera línea al sainete mientras el mundo está en vilo con una pugna muy seria entre las derechas, entre el Poder de verdad, donde el progresismo ya pinta muy poco.
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