¿El periodismo fue libre alguna vez?

Si la política mete las manos ahí sería el principio de un totalitarismo, lo poco que tenemos y el trabajo que ha costado y que cuesta hacer periodismo

ramon reig

Catedrático de Estructura de la Información, Universidad de Sevilla. Entre 1974 y 1991 ejerció el periodismo en medios y gabinetes de comunicación. De todas las tendencias. Desde 1991 hasta ahora es profesor de periodismo. Ha tenido su faceta de literato. Más de veinte libros publicados sobre Comunicación, Historia, Periodismo y Antropología. Once libros de poemas, tres de narrativa, algunos premios, estancias académicas en el extranjero (América y Europa). Ama la música y el gazpacho. Y cree que el periodismo es imprescindible. 

¿El periodismo fue libre alguna vez? Periódicos, en imagen de archivo.
¿El periodismo fue libre alguna vez? Periódicos, en imagen de archivo.

La respuesta es clara: los elementos del periodismo -que son los medios de comunicación, me refiero sobre todo a los llamados 'grandes'- no son ni han sido libres nunca, sus dueños han sido y son la política y la empresa, ajenas, ambas, al periodismo. El periodismo, en sí, como generalidad conceptual, es libre, sobre todo en países a los que llamamos democráticos. Es libre porque sólo consultando un 'periódico de periódicos' de distinto signo los receptores se pueden acercar bastante a lo que realmente está sucediendo. Este laborioso ejercicio, antes de que apareciera la prensa digital no tenía ni mucho menos la utilidad que posee ahora, contando incluso con las censuras que imponen los buscadores en Internet en nuestros días.   

Y ahora viene la siguiente pregunta: ¿qué es ser libre? Ser libre es aplicar a rajatabla en los medios de comunicación los códigos deontológicos y los libros de estilo que tanto ellos mismos como la profesión elaboran. ¿Dónde se encuentra la profesión? En los colegios de periodistas -que no tienen poder ejecutivo apenas-, en las asociaciones de la prensa -tampoco tienen ese poder- y en los sindicatos de periodistas que poseen poca fuerza y padecen el miedo de los periodistas a sindicarse. 

Ítem más. Las tres instituciones que acabo de mencionar se encuentran politizadas, sobre todo por el PSOE y adláteres -es el caso de Sevilla-, de ahí que se callen cuanto tengan que callar y proyecten una elocuencia del silencio, cuando no un discurso muy parecido al de Moncloa y al llamado progresismo. Si asumimos lo de la máquina del fango no obramos con rigor: en España -para simplificar- lo que hay son dos máquinas del fango disparándose a diario y asqueando a muchos ciudadanos por eso. Las desinformaciones de esas máquinas todos los días cantan la misma canción: te quiero PPepito, te quiero PSOito y, con menos intensidad, te quiero Voxecito, te quiero Podemito. Sumar recoge la cortesía de la máquina fangosa que defiende a PSOito. Sólo miran en una dirección, es periodismo tuerto, obsesivo, parcial, por eso no es libre. 

La desinformación se advierte sobre todo en la casi ausencia de contraste, la verdad es una, inmutable, crónica. La maldad y la bondad son siempre las mismas. En la ilustración que aporto en primer lugar se observa -genéricamente- la presencia de los dos 'fangos' y algunas posiciones digamos menos agresivas. 

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El periodismo no lo 'inventó' 'el pueblo' o 'la ciudadanía', lo creó el Poder. Desde lo que llamamos protoperiodismo, en la Baja Edad Media, está actuando el Poder, el resto del personal ni sabía leer ni sabía escribir, en su inmensa mayoría. Se informaba con el boca a boca y hasta con las historias de los romances de ciego. El protocapitalismo del siglo XIV y XV, el de las ciudades de la Hansa o el de la república de Venecia, comenzó a publicar hojas informativas porque precisaba tener datos de los países en los que pensaba colocar sus productos. Ahí están las raíces lejanas de la globalización. 

La mayoría de las noticias no eran para 'el pueblo' sino para los mercaderes. Todo poder que se precie necesita una estructura mediática que lo apoye y sea su correa de transmisión. En el siglo XIX nacen las grandes agencias de la información en el contexto de la colonización del mundo -sobre todo de África- por parte de las potencias europeas. Estados Unidos se suma y crea Associated Press porque comprendió que no podía perder el tren expansivo de Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda… Los gobiernos apoyan a las nuevas agencias, ambos van de la mano. Nosotros nos hallábamos en retirada después de que nos echaran de América Latina, algo que culmina en el desastre de 1898 y el nacimiento de la Generación del 98 que todavía está de actualidad por aquello de la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía.

Algunas limosnas nos caen en el ciclo siglo XIX-inicios del XX colonizador, como un trocito de Marruecos, por ejemplo. En el XIX se forja la raíz inmediata de la globalización mercantil y se siembra la semilla maldita de la codicia que va a dar lugar a las dos guerras mundiales. En el XIX surge la prensa de masas, ¿qué le gustaba a un personal ya mucho más sabihondo que en la Edad Media por aquello de la imprenta y porque el Poder comprendió que si no le hacía caso a los subversivos liberales, marxistas y anarquistas podría perder sus posesiones? Le gustaban los sucesos, eso atrae a la gente. Y todavía estamos así, los sucesos venden, nos quejamos, nos deprimen, pero nos gusta saber las desgracias de los demás. Días y días las seguimos. Seguimos la misma historia y las nuevas. ¿Por qué? Porque existe el instinto de muerte. 

Periodismo, Poder -la gran empresa- y poder -los políticos- van de la mano, por eso hay siempre esta discusión en torno al periodismo. Recordemos el caso de España. Franco dominaba la prensa, incluso en la guerra dominó la propaganda más y mejor que la República, con eso, un mando militar único y disciplinado y el apoyo de una estructura de Poder española y otra alemana, venció a unos confundidos y divididos republicanos, tan confundidos y divididos como los actuales progresistas. 

Tras morir Franco en 1975, Adolfo Suárez copó el medio más influyente, TVE, y con ella nos dijo a los andaluces que no votáramos en el Referéndum del 28-F. Falló en sus deseos o, mejor dicho, acertó, el referéndum no salió victorioso, pero los positivos oficios del andalucismo en Las Cortes permitieron su desbloqueo. 

Felipe González comprendió que necesitaba una estructura mediática y pudimos asistir a su pacto con Jesús de Polanco, el fundador de Prisa. Con el Grupo Prisa -entonces mucho más poderoso que ahora- más la creación del grupo RTVE, más las televisiones autonómicas, etc., Moncloa no sólo adquirió poder mediático sino que empezó a influir en la cultura 'fabricando' una nómina de creadores en todos los terrenos de la cultura: literatura, cine, arte en general… Gran parte de esa nómina sigue en la actualidad, el 'progresismo' controla así el discurso desde entonces. Si para ello debe echar mano del espantajo fascista, lo hace. Y le da resultado. Por ahora. 

José María Aznar intentó también controlar la TV pública y otros medios. Nos lo explica muy bien José María García en aquella entrevista que le hizo en la misma TVE Jesús Quintero, que fue censurada. La derecha era una ideología desestructurada en lo que a influencia en medios se refiere. Hoy se ha recuperado muy visiblemente, a pesar de todo Sánchez exagera cuando habla de máquina del fango porque su máquina del fango es tanto o más poderosa que la de la derecha, por primera vez en la historia de la actual democracia española. 

En medio tuvimos a José Luis Rodríguez Zapatero que se dio cuenta de que el grupo Prisa no confiaba del todo en él, sino que seguía siendo felipista. ZP impulsó entonces su propia micro-estructura mediática con La Sexta y el diario Público. Todo le fracasó, pero estos medios, en la actualidad, siguen jugando al progresismo por elementales razones de rentabilidad y audiencias. Un grupo mediático busca rentabilidad y Atresmedia puede colocar a Antena 3 TV para hacer el papel de conservadora y a La Sexta para que actúe de progresista. Todo queda en casa, todo es comercio.  

En el mundo, la constante es parecida. Apenas existen ya empresarios que vivan de sus medios de comunicación, ahora todo tipo de empresas ajenas al periodismo introducen sus garras en la profesión. Los 'prestigiosos' The New York Times y The Washington Post tienen como propietarios privados principales a los magnates Carlos Slim y Jeff Bezos. Ambos encabezan un emporio de empresas de todo tipo -Carso y Amazon, respectivamente-, dos de ellas son ambas cabeceras. Por tanto, no pueden ser un contra-poder sino un elemento de un poder multinacional con relevantes nexos con el Pentágono y más arriba. 

Si hay que destronar a un presidente se hace, el caso Watergate fue una utilización del Washington Post para terminar con Nixon. El poder norteamericano ha ido cortando las alas al periodismo desde la guerra de Corea en los años 50 hasta hoy. Incluso hay quien desea matar a 'heréticos' como Julian Assange que va a morir en una cárcel inglesa por ejercer la libertad de prensa. Los dos 'prestigiosos', con tal de defender al poder, desacreditaron el trabajo del periodista Gary Webb que se suicidó o lo mataron, no sé si por tal causa o por otra. Los dos 'prestigiosos' apoyaron en un principio que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva sin contrastar la noticia que les sirvió una fuente interesada. Todo esto se cuenta en el documental Sombras de Libertad.   

En Europa, empresas de armamento (Lagardère, Dassault), automovilismo (Fiat), construcción (Boygues), telecomunicaciones (Vivendi), banca (BBVA, Santander, HSBC, Banco del Lavoro, Paribas…), fondos de inversión (Amber, Vanguard, BlackRock…), participan como accionistas en diversos medios. La UE pretende que los medios hagan públicos los nombres de sus propietarios ya que la gran prensa exige transparencia a todos menos a ella misma. La medida se agradece pero no afecta al tema de fondo: la libertad total de expresión del periodismo, determinada por su estructura de propiedad, algo reconocido por la profesión en sus informes anuales y bastante estudiado en la universidad y en una línea de investigación compleja, asumida por muy pocos docentes en todo el mundo. La mayoría prefiere no meterse en telarañas de poder y quedarse estudiando asuntos interesantes pero no importantes por cruciales.   

En EEUU -que tanto presume de libertad- hace bastantes años (en 1976) que se creó un portal -Project Censored- que da cuenta de noticias censuradas. Por otra parte, todas sus grandes televisiones están en manos de empresas no específicas de comunicación, lo demuestro en un cuadro que adjunto:

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Hay otro factor esencial que también afecta a la libertad de la prensa y que se aborda poco: el periodismo no actúa con total libertad de expresión porque los públicos lo impiden. Y los públicos/clientes siempre tienen la razón, se les pelotea continuamente. Queda muy resultón entre los ciudadanos afirmar que el periodismo manipula, falta añadir que los medios son empresas que venden enfoques culturales e ideológicos, que comercian con noticias y líneas editoriales de acuerdo con el gusto de sus clientes. Los clientes desean que les digan lo que quieren leer, ver, oír. Adoptar un 'periódico de periódicos', una revista de prensa de lo más plural, un análisis comparado de contenidos, es asunto de investigadores académicos y de buenos periodistas; en general, los públicos no se complican la vida. 

Por último, es necesario afirmar que, desde el punto de vista académico, lo de las máquinas del fango no es una expresión acertada por muy Umberto Eco que tenga detrás y por muy Pedro Sánchez que la haya copiado. Regular esta cuestión es terminar con la poca libertad que aún le queda al periodismo. Si la política mete las manos ahí sería el principio de un totalitarismo, lo poco que tenemos y el trabajo que ha costado y que cuesta hacer periodismo -aunque sea parcial pero con un cierto grado de libertad- estaría sobrando. No podemos matar el pluralismo que la era digital nos ha traído, aún no se pueden colocar puertas al campo. ¿Regular el periodismo? No me hagan reír (o llorar): el remedio sería peor que la enfermedad.  

 

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