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L'estaca y Pedro Sánchez

Hay una evidente conexión entre un sector de la Justicia y las fuerzas de las derechas. No es normal que en el mismo día o al día siguiente de un acto jurídico los medios de derechas tengan informaciones privilegiadas

09 de febrero de 2025 a las 07:46h
Pedro Sánchez, en la gala de los Premios Goya 2025.
Pedro Sánchez, en la gala de los Premios Goya 2025.

Para los jóvenes, olvidadizos, despistados o simplemente indiferentes, les diré que en los tiempos de Franco y la Transición hubo una canción emblema de protesta llamada L'estaca (El poste, La estaca) compuesta en catalán por Lluís Llach que además nos aportó magníficos trabajos musicales por los que lo admirábamos los progres de entonces. Ahora es lo que era: independentista acérrimo y por eso ya no me cae nada bien aunque sí su música. He dicho aquí y repito que los nacionalismos no me gustan, incluyendo al andaluz, son una semilla de tergiversación de la Historia, un refugio ante el miedo a la libertad y al rigor.

La canción fue compuesta en un año clave: 1968, cuando los jóvenes incendiaron el mundo con las revueltas en Estados Unidos en favor de la paz, los follones de Francia, en especial de París, las protestas en México que llevaron a la matanza de Tlatelolco…El sistema de mercado se inquietó mucho, hasta en Estados Unidos hubo quien le echó años después la culpa de haber perdido la guerra de Vietnam a los jóvenes, a los intelectuales que los animaban y a la prensa.

El Poder tomó nota de aquello y empezó a separar a los jóvenes de los grandes cerebros y a vigilar más a la prensa, se intensificó el ocio, luego llegó esta sociedad digital y el dominio se ejerce a través de ella por mucho que nos hallemos ante una nueva etapa histórica de interacción que nos lleva y nos va a llevar muy lejos en cuestión de Big Data (información), no sé si en Smart Data (conocimiento) sucederá lo mismo. El primero sin el segundo es como un pez sin cola, como un puzle sin descubrir.

La parte más conocida de L'estaca nos transmitía el siguiente mensaje:

Si estirem tots, ella caurà
I molt de temps no pot durar!
(Segur que tomba, tomba, tomba)
Ben corcada deu ser ja
Si jo l'estiro fort per aquí
I tu l'estires fort per allà
(Segur que tomba, tomba, tomba)
I ens podrem alliberar

Se entiende, ¿verdad? Si tiramos todos, la estaca caerá, no puede durar mucho tiempo, seguro que se cae, se cae, se cae, ya está muy doblada, si yo tiro por aquí, tú por allá, seguro que se cae y nos podremos liberar.

Por supuesto, la estaca era el régimen con don Francisco Franco al frente, en aquellos tiempos estábamos bastante acostumbrados a hablar y escribir a base de metáforas y a buen entendido pocas palabras le bastaban. Otro cantautor, Paco Ibáñez, le añadió música a diversos poemas y, en el caso de uno de Rafael Alberti, nos decía: “A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar”. ¿A quién había que enterrar? A los malos. Gabriel Celaya y la música del propio Ibáñez nos comunicaban que nosotros los progresistas anunciábamos “algo nuevo”. Estaba seguro de lo que era, sin embargo, ahora ya no puedo sumarme a ese imaginario, he crecido, he madurado, mi cerebro se pregunta dónde quedó aquello supuestamente nuevo, qué narices es lo nuevo y si lo sabrán los que dicen que lo saben, si estarán teniendo en cuenta todos los elementos experienciales y de estudio para vociferar y predicar algo que desde hace décadas veo tan turbio.

En los tiempos de L'estaca el catalán era un idioma de liberación aceptado por todos los antifranquistas. Ya no, ahora una cierta Cataluña nos tiene hasta el gorro, a mí me cae bien Cataluña y los catalanes, tengo familia catalana y valenciana a la que adoro. Pero un aspecto del nacionalismo catalán es despreciable, no lo digo por haber nacido en Andalucía ya que no me siento andaluz, me siento un europeo que nació en la Sevilla universal, la que fue y es más despreciada o ignorada por los sevillanos, la que dio al mundo a Antonio Machado al que unos subnormales catalanes de Sabadell quisieron en 2017 arrebatarle una plaza “por españolista”, añadiendo a Machado los nombres de Góngora y Bécquer “modelo pseudo-cultural franquista”, decía un informe rechazado mayoritariamente por los propios catalanes. Algo peor ocurrió en Sevilla: en 2012 le quitaron su calle a Pilar Bardem unas personas amantes de las cofradías, pero no del prójimo.

¿Cuántos años me han atorado la vida con el problema de Cataluña y Euskadi? ¿Cuántos decenios? Cataluña se ha encerrado tanto en sí misma que hasta en la universidad hemos notado su endogamia y su intolerancia. He pasado de un contacto habitual con mis colegas catalanes a una falta casi total de relaciones, grandes cerebros han sido captados por el separatismo.

L'estaca sigue en boga, supongo que ahora su creador nos tendrá al resto de los españoles por estacas, a España por la colonizadora de Cataluña. Y se debe tirar del poste hispano por aquí y por allá hasta que caiga. Si cae, ¿caerá sólo o arrastrará a Cataluña en su caída?

Y ahora apliquemos L'estaca al presidente Sánchez. Al margen de sus estados mentales en los que yo no entro porque eso es ya pasarse demasiado y estoy hablando de un presidente legal elegido según la dinámica parlamentaria, es evidente que las derechas y sus padrinos socioeconómicos en coincidencia con una parte de la Justicia están tirando de la estaca Pedro Sánchez, unos por un lado y otros por otro, a ver si de una puñetera vez tomba, tomba, tomba, y de esa forma nos podemos liberar o se podrán liberar algunos, sobre todo. Desde luego, indicios para tirar existen, se caiga o no.

Hay una evidente conexión entre un sector de la Justicia y las fuerzas de las derechas. No es normal que en el mismo día o al día siguiente de un acto jurídico los medios de derechas tengan informaciones privilegiadas. Las filtraciones están a la orden del día y los sumarios circulan entre ciertos medios y ciertos periodistas como esas hojillas de publicidad que nos dan en mano por la calle mientras paseamos o corremos de un lado a otro.

Para que existan filtraciones tienen que haber amistades y conexiones más o menos intensas entre interesados y periodistas, los periodistas deben conseguir esas fuentes humanas y tales fuentes saben dónde filtrar para que sus intenciones hagan más pupa. A todo eso don Pedro lo llamada fango y no es fango, exactamente, es lucha por el poder, es lo mismo que hace él con sus adláteres. Es más, se trata de lo que entendemos por democracia o por una parte sustancial de la democracia, sin eso, el equilibrio del temor de unos contra otros se acaba y comienza una dictadura peor que la dictadura sutil que ya venimos sufriendo en la propia democracia.

Mi pregunta es: y si se cae estaca Pedro, ¿qué? ¿Qué va a pasar después? Se supone que un gobierno PP-Vox. ¿Y eso solucionará el problema de España que es de nación, de identidad, de solidaridad entre sus pueblos, de personalidad clara de unas zonas, de riqueza y preeminencia de unas partes sobre y contra otras?

Tengo otra pregunta que va unida a las anteriores y me repito con frecuencia. ¿Qué tiene exactamente en la cabeza don Pedro? Llevo años bajo un presidente que se supone que me representa y no sé qué busca. Quiero pensar bien y no sumarme todavía a la cantinela de que persigue su interés personal, no abandonar el poder, aunque no sé qué tiene de negativo que una persona que ha alcanzado poder lo quiera conservar si eso pasa hasta en las pandillas de niños. ¿Que hay que abandonar el poder por dignidad? Señoras y señores, la dignidad es una creación interesada que se aplica como y cuando conviene. Es algo cultural, no político. Por ahora, Sánchez no ha hecho nada delictivo por más que estén tirando de la estaca. Lo delictivo será delictivo cuando lo diga la Justicia y uno lo acepta aunque no esté de acuerdo porque de lo contrario esto sería una guerra perpetua de todos contra todos con juicios paralelos crónicos como pasa ahora y ocurrió en el pasado.

Sánchez es chocante y demagogo, tiene carisma y capta votos con él y con subvenciones, no le importa cambiar de opinión cada vez que hace pis y argumenta sus cambios. Tal vez por eso no sé lo que tiene en la cabeza, ¿qué España tiene en la cabeza? La que veo ahora no me gusta porque es la España del subsidio y la indolencia y eso no tiene nada ni de izquierda ni de progresismo.

Si llegan PP-Vox a la Moncloa, ¿qué van a hacer para que los incansables independistas que no son en absoluto aplastante mayoría empiecen a crecer de nuevo y nos vuelvan a mostrar a las claras el problema que arrastra España al menos desde el siglo XVIII? ¿Y qué más va a hacer Sánchez para que Puigdemont, Bildu y el PNV bajen el tono matón con la unidad de la parte noroeste de la península ibérica? ¿Y para que en Galicia los jóvenes no sigan apoyando el independentismo? ¿Y para que todas las zonas de España no quieran ser menos? ¿Y para evitar un nuevo cantonalismo?

Todo esto es lo que me tiene paralizado, siento no poseer la seguridad que atesoran muchas personas sobre cómo arreglar la piel de toro. Es muy español, eso sí, a los españoles nos une lo de “esto lo arreglo yo en un periquete”. Vale, bajen a la plaza y enfréntense al toro, a ver si opinan lo mismo.

Lo triste es tener que vivir así, sabiendo que esto ni es país ni es nación ni es monarquía ni es república ni es federalismo ni confederalismo, no sé lo que somos, no somos nada en el mundo, se cachondean ya hasta del idioma castellano, el que conquistó casi todo el planeta. Claro que el catalán, el vasco y el gallego sólo son suspiros no de España sino de cachitos aislados y provincianos en el contexto de una globalización galopante.

Podemos tirar de la estaca por unos lados y por otros mientras que el llamado progresismo intenta desesperadamente clavarla más en el suelo sin lograrlo porque se están pegando estacazos entre ellos mismos (por cierto, de manera similar al PP-Vox). El enigma es qué va a surgir si la estaca se cae, ¿qué van a hacer entonces los vencedores? ¿Levantar otra estaca? Me pueden decir que por muy estaca que sea, la nueva estaca será mejor que la actual estaca Sánchez. Yo no puedo estar seguro, aquí nadie dice nada claro, con los pies en el suelo, aquí todos hablan, pero sin acentos, sin cadencia, con mucho ruido, las nueces no las veo por ningún lado, estoy de ruidos hasta los tuétanos, se me cuela el ruido por los tuétanos. Entonces me siento, me relajo, me bebo un gazpacho y me harto de reír. No pienso llorar por una estaca, las campanas ya empiezan a doblar por mí y debo trabajar para que suenen lo menos posible.