La Magna y las magnitas

Al final, ¿dónde queda tanta devoción con la Magna? ¿Dónde, tanto anhelo de paz y bienestar para las mujeres y los obreros?

ramon reig

Catedrático de Estructura de la Información, Universidad de Sevilla. Entre 1974 y 1991 ejerció el periodismo en medios y gabinetes de comunicación. De todas las tendencias. Desde 1991 hasta ahora es profesor de periodismo. Ha tenido su faceta de literato. Más de veinte libros publicados sobre Comunicación, Historia, Periodismo y Antropología. Once libros de poemas, tres de narrativa, algunos premios, estancias académicas en el extranjero (América y Europa). Ama la música y el gazpacho. Y cree que el periodismo es imprescindible. 

Los traslados de la Magna de Sevilla, este sábado.
Los traslados de la Magna de Sevilla, este sábado.

Aquí en Sevilla, mi pueblo, desfila hoy la Magna, ¿se habían enterado ustedes? Mi coche se queda siempre en el Garaje de La Estrella, esto es, bajo el cielo hispalense, y hace días que no lo muevo de donde está por si acaso me quitan el sitio y no encuentro otro. Hay una magna expectación en torno de la Magna que se empezó a desarrollar ayer sábado y hoy domingo estallará en todo su esplendor en esta mi ciudad, Sevilla, la ciudad del rascacielos bajito que siempre duerme, es la hermana perezosa de Nueva York, la ciudad de los rascacielos altos que nunca duerme. Es verdad que no duerme porque se toma su tiempo para matar gente, pero en Sevilla tenemos ya tiroteos varios, en mis tiempos de niño las pistolas sólo las llevaban los sheriffs y sus ayudantes. Estamos progresando.  

Cuando en 1992 el dúo de humoristas Martes y Trece salió en la televisión cantando que habíamos elegido una mascota para la Expo que se llamaba Curro en un lugar donde no se curra la gente echó chispas del cabreo que agarró. La Navidad ha bajado enteros desde que esos dos genios del humor se separaron.

Veo que se está currando mucho ahora en Sevilla, con suerte, los nietos de mi nieta verán terminado el metro, van a toda leche sobre todo con las palabras y los deseos. Eso sí, faltan árboles por un tubo, hay en Sevilla numerosos alcorques que parecen cráteres de pequeños volcanes muertos en un desierto de indolencia. Da vergüenza verlos y más ahora cuando hace calor hasta en los inicios de diciembre.

Pero sobre todo se curra organizando la Magna que anuncia la Semana Santa. En mi pueblo, todavía no ha nacido el niño que vino a liberarnos cuando ya están los medios de comunicación anunciando la semana en la que lo mataron y este año, encima, la Magna, esto es, a lucir pasos con imágenes de nazarenos extenuados por el peso de la cruz, cristos muertos o moribundos y vírgenes dolorosas llorando a borbotones.

No me extraña que la Navidad sea un mundo de consumos, venga ya, ole, vamos a consumir, vamos a ver luces, vamos a comer castañas carísimas -como siempre- y churros con chocolate, vamos al pescado en adobo, al chipirón plancha y al serranito, que esta gente no hace más que pasear tristeza y muerte por las calles y cerrar o prohibir aquello que da vida y carpe diem al personal: bares, terrazas, veladores, calles, estaciones de metro, aparcamientos, cohetes y lo que haga falta. Este personal de las 22.000 sillas para ver la Magna y de paso sacar un dinerito piensa en la muerte porque es muy viva y es verdad, los protagonistas de los pasos hacen milagros, hay hoteles normalitos en los que pasar una noche supera los mil euros.

Comprendo al alcalde, don José Luis Sanz, capillita él, y a la Junta y a todas las demás autoridades con tanta precaución. Las sagradas imágenes a las que sacan hoy a la rúa producen milagros para algunos y ninguno para otros, lo que no pueden evitar es que acontezca un desgraciado viernes de madrugada como aquel de 2017 que se quedaría en mera discusión de taberna al lado de la catástrofe que podría producirse hoy si estalla algún imprevisto.

Es muy comprensible que se tomen precauciones, muchas precauciones, aunque las paguen justos por pecadores y aunque, desde luego, esto sea un despropósito religioso tridentino que vamos a pagar entre todos. Le vamos a dar a Dios lo que no es de Dios de parte del César que se va a quedar con menos dinero para atender a los verdaderos menesterosos. Oh, ¡cosas veredes, Sancho!...  

También pagamos a escote las magnitas de todo el año. Las magnitas no son sólo las múltiples procesiones que surcan zonas y barrios de Sevilla un día sí y el otro también hasta el punto de que sus impulsores fueron llamados al orden por el mismo obispado sino las salidas continuas y extraordinarias de pasos, unos porque el Cristo cumple siglo, otros porque la virgen conmemora no sé cuántos años de su coronación, otros porque otra virgen va a ser coronada… Y, ¡hala!, de nuevo a cortar calles y a pagarles horas extras a la autoridad vigilante, el que se tropiece con una magnita que se joda, estamos rezando, oiga.

"Hay que encontrar in medio virtus, que decían los clásicos, en el término medio está la virtud. Hay diócesis en que no hacen procesiones. Aquí quizá las hacemos en exceso". Eso decía en 7 TV Sevilla el obispo José Ángel Saiz Meneses en julio de este año que termina. Y añadía: “no podemos coronar todas las imágenes, evidentemente. Tiene que haber unos criterios y poner sentido a las cosas". No sé, no sé, unos permiten estos excesos por votos, otros por feligreses. Pero léase mejor por servicio público y por voluntad de Dios, es más lindo.

Hay más magnitas en Sevilla, esta vez de carácter sociopolítico. El día contra el maltrato a la mujer me tropecé con dos manifestaciones colapsando el centro que reivindicaban lo mismo. En una de ellas vi una bandera palestina. Todos sabemos que los judíos están masacrando a este pueblo, pero reivindicar que no se maltrate a las mujeres con una bandera islámica basada en la sharia tiene bemoles y ver a la gente separada hasta en un tema tan serio implica tristeza para el que lo ve.

También es una magnita el día del orgullo gay, llenar de banderías y símbolos lugares públicos y hasta oficiales, ¿por qué? ¿Tantos complejos de inferioridad padece aún este colectivo? Perseguido, sí, pero, al menos en España, también muy apoyado y comprendido, menos por los cafres de siempre. ¡Reivindico el día abanderado de los poetas, de los creadores, de los filósofos, de los basureros, de los serenos, de los librepensadores y de los fabricantes de rabillos de boina! ¡Y de las mutuas de MUFACE!

He recibido proclamas progres en relación con la Magna. Eso no es progresista, progresista es el librepensamiento y mirar a todas partes, no sólo siempre a la misma. Una de esas proclamas afirma: “Comunicado a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía: las artes escénicas y la música andaluzas [sic] también son actividades de interés cultural, social y económico, aunque este fin de semana no salgan en procesión”.

Muy bien dicho, sólo os falta añadir las subvenciones que recibís, lo que yo acabo de afirmar antes y más cuestiones como esas manifestaciones por la paz, ya está, por la paz, que aparecen, o esas otras sindicales. Todos queremos paz y justicia social, ¿qué pensáis hacer para lograrlas si estáis divididos y vivís del Estado, la pose y el miedo a Franco?

Veo mucha magna farsa, “he aquí el tinglado de la antigua farsa”, como arrancaba el prólogo de Los Intereses creados, de don Jacinto Benavente. Y seguía: “la que alivió en posadas aldeanas el cansancio de los trajinantes”. Creo que somos trajinantes del siglo XXI cargando con la cruz de una inmensa soledad que nos obliga a tirarnos a la calle, no a hacer revoluciones sino a huir, huir con la Magna, huir con las magnitas, huir, huir, atestar calles y plazas de otros lugares en plan turismo, dormir el sueño de los indolentes en la ciudad del rascacielos bajito que siempre duerme, aunque parezca que está despierta.

Al final, ¿dónde queda tanta devoción con la Magna? ¿Dónde, tanto anhelo de paz y bienestar para las mujeres y los obreros? La Magna y las magnitas son dos procesiones que no se hacen por los Cielos ni por los grandes ideales, las hacemos por nosotros mismos. “¿Por quién doblan las campanas?” Está claro: doblan por nosotros mismos.

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