La Guardia Civil fue pionera en investigar el escándalo de las mascarillas. Las mujeres y maridos de la Guardia Civil se movilizan exigiendo dignidad y declaración de profesión de riesgo para sus cónyuges. Seguimos recordando a los guardias civiles asesinados por ese estado en la sombra que es el narco. Unos criados del narco aparcaron sus lanchas en Barbate como si aquello fuera su muelle privado y se cargaron a dos agentes a lo bestia. Es como si un comando de ETA estaciona su coche en lugar público, sus miembros salen tranquilamente, le asestan unos tiros en la cabeza a unos servidores del orden, se montan en el auto y se van tan anchos, con cachondeo y entre unos cuantos aplausos de sus simpatizantes.
Como soy un progresista total, me gusta la Guardia Civil y ese letrero que desde siempre he leído sobre la entrada de sus cuarteles: 'Todo por la Patria'. Que pueda trocarse por la 'Patria y la Matria', vale, me reiré por las modas estúpidas en vigencia pero lo aceptaré aunque rompa la agilidad del lenguaje y su contenido implícito. Me reiré porque como soy un progresista total no quisiera leer una novela en la que el autor tuviera que estar todo el tiempo usando lenguajes inclusivos que excluyen la calidad literaria. Ahora bien, al ser un progresista aceptaría el capricho de los reaccionarios puritanos progres hasta que tuviera el poder y pudiera enmendarles la plana.
Como buen progresista, y siendo consciente de que en todas partes cuecen habas, también me gustan el Ejército, la Policía Nacional y la Municipal, así como todo tipo de servicios armados que me puedan librar de los peligros que acechan mi vida y mi tranquilidad, incluso me interesa, asimismo, cuidar bien a mis generales y mis soldados por si fuera posible llevar a cabo una revolución armada. Como el magnífico progresista que soy, acepto que, si acudo a una manifestación cualquiera, me puedan matar por accidente o me puedan sacar un ojo, también por accidente. La obligación de mis cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado es endiñarme si me paso y mi obligación es pasarme si lo considero oportuno. Toda transformación radical de la Historia requiere mojarse el trasero de manera muy considerable.
El hecho de apoyar, equipar y armar hasta los dientes a mi Guardia Civil, etc., es requisito indispensable para que puedan defenderme de la agresividad de traficantes de droga, corruptos, okupas, posibles invasiones culturales y militares islámicas, delincuentes en general, contrarrevolucionarios, dictadorzuelos disfrazados de progres, adoctrinadores y hasta mascotas agresivas.
Mi progresismo es tal que partidos como el PSOE, Sumar, Podemos y demás gaitas similares son para mí de derechas. ¿Por qué? Porque saquearme a impuestos a mí y a las grandes empresas es invento liberal-conservador-socialdemócrata convertido en progresismo. Porque dar limosnas para comprar votos y dejarlos cautivos es reaccionario, el progresismo considera -como dijo Lenin en su libro El Estado y la revolución- que el que no trabaja no come. Y yo añado que se hace camino al andar, que no se puede vivir de paguitas, que al Estado no se le roba, que darle una beca a alguien con suspensos sólo porque se supone que es pobre y vulnerable es una injusticia, que aplicar la caridad y eso hacerlo pasar por derechos humanos es cosa de la religión, no del progresismo.
El progresismo no siembra en la sociedad un ambiente en el que baja la natalidad un 25 por ciento en diez años y se llega a un punto en el que dan a luz en gran medida las mujeres mayores de 40 años y eso se hace pasar por el último grito en modernidad cuando lo que sucede es que se llena la sociedad de viejos y previejos que acabamos saturando las consultas médicas.
Mientras más viejos, más pellejos, gracias a la ciencia. Si se quiere por cierto que la ciencia avance, el progresismo la dota de un siete por ciento del PIB como hacen países en condiciones y no de un 0,7 y además se evita que los científicos se pasen el día angustiados con cuestiones burocrático-telemáticas que los agotan y se les quitan las ganas de investigar y de todo.
El progresismo no se queja tanto del capitalismo y lo supera, nacionaliza, no privatiza. El progresismo evita que Ferrovial se vaya de España o que en su día se fuera Altadis de Sevilla o que los trabajadores de las industrias de la Bahía de Cádiz los tengan siempre de corbata. Y es que el progresismo no manda en España, eso dice, pero en realidad hace como el que gobierna, el progresismo de verdad gobierna y manda sobre los medios de producción relevantes y forma -o intenta formar- a un ser humano ético e íntegro, dotado de conocimiento libre.
Cuando Altadis se quería ir de Sevilla, el progre Manuel Chaves, presidente de Andalucía entonces, aseguraba -bravucón- que la empresa no se marcharía. Me atreví a escribir un artículo recordándole que él estaba donde estaba porque lo contemplaba el guion del sistema pero que Altadis se iría. Y se fue, claro. Los progres están ahí para que jueguen a la igualdad y a la solidaridad sobre un fondo falso porque el yoísmo del ser humano los coloca en su sitio, ellos mismos lo demuestran a pesar de que no deseen aceptarlo y es comprensible: si aceptan que su vida no tiene sentido frente a la realidad, ¿para qué y por qué van a vivir? Tendrían que aplicarse su eutanasia.
Nos están engañando mucho con esto del progresismo. El progresismo desarrolla el progreso para que nadie tenga que abortar, no estimula el aborto, apuesta por la vida de todos, incluso por la de los enfermos de ELA; el progresismo educa en la fuerza a los hijos, no en la debilidad que luego les trae depresiones y angustias varias, tanto de jóvenes como de mayores.
El progresismo no impone cuotas sino que apoya el esfuerzo de cada cual en igualdad de condiciones, eso es lo complicado, lo fácil es implantar cuotas y ganar votos así. El progresismo no está todo el día criticando a los ricos sino que crea riqueza y compite con ellos. El progresismo no se ausenta de los lugares donde se guardan minutos de silencio ante el asesinato de miembros de mis Cuerpos y Fuerzas de Seguridad sino que da la cara una vez que los había llenado de medios para hacer su trabajo y toma nota de esas muertes para empoderarlos más todavía y vengarlas.
El progresismo completa este empoderamiento desde abajo, implantando -no implementando, qué idiotez de palabra es ésa- materias como Ética, Historia o Comunicación en todos los estudios, desde el colegio a la universidad. El progresismo alimenta la Memoria Histórica Universal, no se limita a desenterrar muertos y fascistas mientras que los jóvenes no saben ni qué fue la Segunda República o cuándo empezó la Segunda Guerra Mundial.
El progresismo se siente orgulloso de haber descubierto, colonizado y explotado otras tierras, aprende de sus errores y aciertos, acepta que así es la Historia y llena de identidad su Patria, respeta creencias ancestrales, corregidas y aumentadas, para que sus habitantes no vayan por ahí por el mundo como pollos sin cabeza, para que tenga algún significado ese viejo letrero de los cuarteles de mi Guardia Civil: Todo por la Patria. ¿Qué Patria? La que forma parte de una civilización que se rebeló contra la ortodoxia de la fe en imaginarios y decidió pensar por sí misma, ese trozo del planeta que dominó al resto del planeta, así es esto, señoras y señores, la Patria y la Matria es la que derriba esa dictadura llamada falsamente progresismo para levantar el verdadero progresismo que ofrece trigo en lugar de vociferar, ser un Pepito Grillo y partirse en trocitos con frecuencia, dándole la razón a los reaccionarios porque en el fondo nos hallamos ante otro tipo de reaccionarios que viven del cuento progresista y de la existencia de sus hermanastros reaccionarios.
El progresismo no es un tonto útil, sino el inteligente que se transforma primero a sí mismo y luego intenta transformar la sociedad. O también, el progresismo acepta otra realidad: que, en el fondo, el progresismo sea sólo unas letras escritas en un papel o en un ordenador muy sufridos. Todo por la Patria de ese progresismo.