Ahora sí que parece que algunos medios de comunicación y algunos círculos de personas se preguntan lo que hace ocho años, por lo menos, tenían que haberse preguntado: ¿por qué la gente ha votado a Trump y a todos los Trump que hay por el mundo? Resulta que cuando el mentado presidente ganó por primera vez los comicios en 2016, y ya hasta ahora, no he escuchado más que la misma canción: llamar a Trump de todo menos fijarse en que Trump está ahí como efecto de una causa que se esconde en quienes rechazan a Trump.
Nos queda por delante mucho anti-Trump que es como reconocer la impotencia de vencer a los Trump por exceso de relativismo y debilidad, por matarlas callando. Trump va de frente, no engaña a nadie, no va de bueno al tiempo que te está pegando la puñalada por detrás, lo que dice es lo que es y, lo que es, es posible saberlo escuchándolo. No es una marioneta y en este mundo líquido, de pensamiento débil y de buenismo, no se le perdona a una persona que sea como es y se salga del guion farisaico impuesto, un guion que aparece en todas las facetas de la vida.
Consiste en lo siguiente. Se delinque, se insulta o se dejan las responsabilidades que exigen un gran esfuerzo y desgaste a un lado, esas que de verdad demuestran la talla y la personalidad de alguien. Otro alguien sale al paso y desea aplicar lo de a grandes males, grandes remedios, e inmediatamente pasa a ser el malo de la película. Es como cuando alguien comprueba que le han okupado la vivienda que tanto le ha costado lograr y la está pagando religiosamente haciéndose vasallo de un banco durante casi toda su vida, intenta echar al okupante y encima lo declaran culpable de agresión. Lo que desea quien recibe tal humillación es que venga un Trump y eche a la calle a gorrazos a los intrusos. La tierra para quien la trabaja, decíamos en otros tiempos. La vivienda para quien se la curra, aunque adquirirla resulte un robo legal.
Vamos a seguir la dinámica de Marx. Si se concentra la progresía en asuntos interesantes, pero no importantes que están en la superestructura y abandona la seña de identidad de la izquierda que es trabajar en la estructura para que la superestructura cambie, aparecerá Trump. Y esto es lo que hemos tenido y me temo que vamos a tener en el futuro, una izquierda haciéndole el juego al neoliberalismo hasta el punto de que debe aparecer la alternativa en el interior del mismo sistema capitalista. Esa alternativa es el ultraconservadurismo, el proteccionismo, el golpe a la globalización salvaje contra el que la izquierda sólo opone verborrea, lógico si se piensa que sus protagonistas proceden de la cultura del postureo implantada hasta la extenuación por la sociedad de consumo mercantil.
La gente está hartísima de ver poses y luchas entre jovenzuelos y menos jovenzuelos supuestamente alfa peleando entre ellos, criticando ferozmente algo para luego caer ellos en la miseria de ese algo. La gente -no toda, una buena parte- se resiste a aceptar que lo minoritario sea lo normal y que la más mínima disidencia se condene incluso con cárcel en nombre del progresismo mientras sus grandes necesidades siguen sin cubrirse. La política hoy ofrece el panorama más sectario y troceado que he visto desde que tengo uso de razón política, esto es, desde unos años antes de que en 1975 muriera Franco. He debido abandonar un infantilismo de la izquierda que es para vomitar al tiempo que no puedo unirme a la derecha que ya es, de por sí, la expresión de la inmadurez del cerebro humano. Tanta inmadurez hay que deben aparecer personas que den el puñetazo en la mesa y traten de arreglar un patio en cuyo interior el recreo ha llegado demasiado lejos en sus juegos de nomenklatura.
Con la nueva victoria de Trump va a seguir la dinámica retórica, aún más ruidosa y martilleante: el ladrón roba, el hipócrita y el mediocre gobiernan como lo que son, aparece otra persona afirmando que el rey va desnudo y entonces el culpable es el que denuncia lo evidente. Sin embargo, la gente no es del todo manipulable y la vota, vota al herético. Se produce lo que en Comunicación se llama una disfunción del mensaje: a pesar de que todos los grandes medios gringos menos la Fox han condenado a Trump, ha ocurrido de nuevo el fenómeno que vimos en 2016 en la confrontación Hillary Clinton-Donald Trump pero en esta ocasión corregido y aumentado.
Entonces, los hipócritas pseudoprogresistas, en lugar de mirarse la viga en su ojo, proceden a argumentar que esa persona ha sido votada mayoritariamente, sí, pero por hispanos, mujeres blancas, gente sin educación o sin título universitario (a pesar de que más del 40 por ciento de los sufragios pro Trump proceden de titulados universitarios) e incluso por negros -afroamericanos en lenguaje cursi y falso- en bastante mayor medida que en 2016 y en 2020.
Vamos a tener más doctrina woke con Kamala Harris y sus imitadores en Europa no ya hasta en la sopa sino hasta en la cama, acostada a nuestro lado. No saben hacer otra cosa que regodearse en el victimismo, es decir, buscar la compasión que es la bajeza mayor en la que puede caer el humano.
La realidad es que los votantes de Trump han apoyado lo que ellos creen que es mejor para EEUU, no para Europa, dormida vergonzosamente bajo la sombrilla yanki, sin hacer honor a su historia. Europa convierte al país que procede de sus entrañas en su guardaespaldas, se siente incapaz ante China y reacciona con la debilidad y el lamento. Pobre Europa.
En Sevilla y Andalucía, los quejicas comienzan su eterno llanto: el malo de Trump ha ganado, ¿qué va a pasar ahora con mis aceitunas negras y con mi aceite? Va a pasar lo que quieran los grandes productores porque el mercado libre es una patochada que no existe, que se reparten los más fuertes, supongo que desde que Trump estableció los impuestos a las aceitunas y al aceite habrá habido tiempo de buscar nuevos mercados…
Un señor que le ha dicho de todo a los inmigrantes latinoamericanos ha sido votado en masa por los latinoamericanos ya asentados en su país. ¿Dónde está la solidaridad entre las culturas y los pueblos? No existe, aquí, en este mundo, cada uno va a lo suyo, a proteger sus intereses materiales y espirituales, la inmensa cola de hispanos que pretende entrar en EEUU busca su supervivencia. Pero resulta que los que ya están en EEUU y otros sectores sociales buscan también la suya y Trump los ha convencido.
Por otra parte, en las migraciones hay unos culpables claros: los mandatarios latinoamericanos y sus clases dominantes unidas a las de EEUU que piensan antes en sus bolsillos bien llenos que en el de los demás adornados con un sueldo digno. ¡Qué vergüenza! ¡Cómo hemos dejado los españoles aquello y cuánto demagogo ha crecido en sus gobiernos! Venga, a seguir consolando al afligido, como la Iglesia con el Domund, tengo casi 70 años y con 4 años me ponían los colegios religiosos en los que me eduqué a pedir en la calle Sierpes, de Sevilla, con una hucha en forma de cabeza de chinito. Casi 70 años después sigue la farsa, ¿no da esto que pensar? Y ahora se suma a ella una izquierda en forma de trueno vestida de nazareno que juega a ser anticlerical cuando ella es misionera de imaginarios. Ah, pero los chinos se han espabilado y aquí en Occidente la decadencia es obvia, yo fabricaría huchas con cara de occidental lleno de depresiones, angustias, idioteces y pijadas.
Los Trump van ganando terreno. Intentan parar la pelota y ordenar el juego. Tal vez lo consigan coyunturalmente. Sin embargo, quede claro que, al mismo tiempo, y desde el punto de vista macrohistórico, están pausando la misma evolución histórica. Porque el orden natural del humano es el desorden y, su reto, ordenar el caos en el interior del caos mismo.
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