Olor a pólvora y tierra mojada, un viento frío recorre los cuerpos, miradas observando el firmamento ante insultos que antes no se oían. Portazos y más portazos, la atmósfera ha cambiado desde el 2 de diciembre. Mujeres más y más heridas, sus violencias vuelven a ser las domésticas y hay tantas denuncias falsas que la derogación de las leyes se ha vuelto prácticamente imprescindibles: un 0,0007 % de todas las denuncias presentadas son imaginarias, el dato es revelador y por supuesto nos hace entender que las mujeres mienten cada día cuando denuncian.
Con les LGBTIQ+ ya han pasado del insulto a la acción, tres agresiones en la última semana, dos de ellas acaecidas en nuestra trinchera: Alameda de Hércules, y mucho mucho odio allí donde nos relacionamos todas, en las redes sociales, desde ese 2 de diciembre, han vuelto a aparecer, saliendo de sus escondrijos, todas y todos los que creen que ser un ser humano te lo pueden ofrecer tan sólo unos papeles, que el color de la piel que mejor sienta es la blanca y por supuesto que el español y la española, valen más que cualquier otra persona que venga de fuera.
Un inciso: gracias Rivera por haberlo conseguido: levantar el nacionalismo. Detrás de esa apariencia de hombre triunfador yo sólo observo a alguien que es capaz de vender su alma al diablo por conseguir unos pocos de votos más para su partido.
Ante tanto odio vengo a desarmarme ante todas las mujeres, la imagen de mi madre no se aparta ni un solo minuto de mí. No es que quiera hablar de feminismo, ese lugar les pertenece tan sólo a ellas, tan sólo, narrarles mi experiencia:
Antes yo era una mujer, antes a mí me leían en femenino, “antes” forma parte de un pasado que yo he decidido no negar, porque negaría una parte mí, y esa parte me ha hecho encontrarme a mí mismo, por no mentar que es mi forma de reivindicar que no deberíamos de avergonzarnos ni de tomar tantas molestias por ocultar lo que fuimos. Porque no somos nada malo, yo soy trans, yo no soy cis (que es la persona que está conforme al género con el que se le asignado). Y soy la persona que soy gracias a que he tenido la posibilidad de conocer muy de cerca a las mujeres. ¿Por qué creen que eso es debido? La respuesta es bien sencilla: a mí me adoctrinaron, como a todas, para que fuera un ser femenino.
Mi vida dio un vuelco cuando asumí socialmente como me llamaba y cómo me sentía, y ese giro se propició cuando detecté que socialmente ya nunca más sería la misma persona, básicamente, de mí ya no se espera lo mismo y a mí ya no me tratan de la misma manera. Ni si quiera ya saludo a los hombres de la misma forma.
“Ahora mi presencia es más importante que la de mi amiga que es la que se dirige a ti para comprar cualquier cosa, porque aunque sea ella la que te habla y pregunta, diriges tu mirada hacia mí para contarme las ventajas de esa venta, ahora me nombráis cuando utilizáis el masculino genérico, aunque yo sea el único hombre que se encuentra en la sala, ahora cuando nos reunimos mi voz tiene más importancia, lo que yo diga, ahora vale más que antes. Ahora cuando pedimos en un restaurante, de nuevo, la mirada hacía mí, como sí las mujeres que me rodean fueran menos importantes. Ahora cuando paseo no me alejo de ese grupo que se encuentra en aquella acera. Hace ya tiempo que me siento tranquilo en la calle, mi cuerpo no va a ser valorado por cualquiera. Ahora yo soy el centro, soy lo más importante y ellas están desplazadas a un lugar, que desde luego no les corresponde, por ser simplemente mujeres”.
Aquel 8 de marzo yo tan sólo escuché la razón por la que existe el feminismo: a nosotras se nos trata de una forma inferior por ser simplemente mujeres.
Todas tenemos amigas que nos han contado aquello que les pasó con aquel cuando eran pequeñas, todas hemos conocido a alguien que ha sido víctima a manos de las que dicen ser sus parejas, todas vemos como a las mujeres se les relega a trabajos de servicio, todas sabemos la presión social a la que son sometidas para que luzcan el cuerpo que dice la sociedad que deben tener, no hace falta encender ninguna televisión para saber lo que viven a día de hoy las mujeres.
La vida de la mujer está diseñada e ideada para que se encuentre al servicio de los demás, en todos los aspectos, en todas las facetas, tanto es así que los datos indican que existen dos violaciones diarias en España. Pero Partido Popular y Vox se dedican a negar esto, haciendo algo deleznable, enviarle a la población el mensaje contrario: se nos está adoctrinando a través del feminismo, reconvirtiendo la realidad, porque la única doctrina que hemos conocido hasta ahora es la educación que recibimos desde que somos pequeñitas y pequeñitos, pero así funciona el machismo, no quieren perder ni uno sólo de los privilegios que poseéis tan sólo por regentar desde siempre el poder.
Querido Santiago Abascal, en un mitin te escuché decir que te gustaba abrirles la puerta a las mujeres que se cruzaban en tu camino. Te cuento un secreto: ellas no te necesitan, ni a ti ni a nadie, para abrir ninguna puerta.
Gracias a Clara Carrasco por cedernos la imagen, y al Movimiento Feminista de Huelva por haberme hecho soñar aquel 8 de marzo con otra realidad, muy especialmente a Mónica Rossi, Silvia Zambrano, Carmen Arenas, Charo González, María Gadea y, cómo no, a Lola Oyola, que lleva a acompañándome desde que inicié este tránsito que aún no he acabado.
Hermana, nos vemos en las calles, defendiendo la única corriente que lucha por que los seres humanos seamos tratados de la misma manera: ¡el feminismo!