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 El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en un acto reciente.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en un acto reciente.

Que la política en todos sus ámbitos y territorios se ha ido llenando de comportamientos cínicos es algo que difícilmente se puede refutar a tenor de los titulares que cada día ocupan la realidad mediática.

No pasa día que ya sea a nivel mundial, continental o nacional, algunos líderes políticos, o lo que sean, nos sacan de nuestra confortable realidad doméstica para sumergirnos en un océano de cinismo con el único objetivo de sumarnos consciente o inconscientemente a su proyecto de dominación política.

Aunque en los tiempos que corren sea Donald Trump el paradigma más universal del político cínico eso no quita mérito a otras realidades más cercanas a nuestro ámbito personal y político.

Sin ir más lejos, los acontecimientos vividos en esta misma semana con la derrota parlamentaria del Gobierno en la tramitación del decreto ley que regulaba entre otras cuestiones la subida de las pensiones para 2025 o las ayudas a particulares afectados por la Dana, han puesto de manifiesto la debilidad por el cinismo de la que hacen gala tanto el PP como Junts.

Una debilidad que en el caso del partido de la derecha catalana forma parte nuclear de su ADN como podemos confirmar con una simple mirada a su trayectoria más reciente y el errático comportamiento de su líder máximo, el señor Puigdemont. En este sentido resultaba especialmente chirriante para el ciudadano normal de este país escuchar a la señora Nogueras, su portavoz parlamentaria, justificar su voto en contra del decreto ley llamando a los socialistas trileros y chantajistas como si de una mirada propia en el espejo se tratara. Tal grado de cinismo sólo es comprensible si nos atenemos al análisis que su secretario general, Jordi Turull, hacía de una de las medidas contempladas en el decreto, la moratoria para el desahucio de personal especialmente vulnerables que él consideraba como favorecedora de los okupas.

Y en esa misma línea se situaba la versión galaica 2.0 del Dúo Sacapuntas, la pareja formada por el tándem del albariño Tellado y Feijóo. Si las intervenciones del portavoz popular nos han acostumbrado ya al embuste planetario con grandes dosis de cinismo parece que últimamente el propio líder de los populares quisiera disputarle el galardón a su subordinado. El intento de explicar su voto contrario a la subida de las pensiones, la rebaja del precio del transporte público, las ayudas a los afectados por la Dana y el volcán de la Palma, entre otras medidas del escudo social han llevado a Feijóo al número uno indiscutible del ranking del cinismo político muy por delante incluso del líder de la derecha catalana que durante meses ha liderado por méritos propios la clasificación.

Alguien con dos dedos de frente, que los hay en el partido Popular, debería decirle aquello tan socorrido en estas situaciones de “aguanta el genio, Alberto”, porque hay límites que cuando se sobrepasan suponen un punto de no retorno y eso no es bueno ni para su partido ni para la sociedad española ni mucho menos para los pensionistas y otros beneficiarios del escudo social.

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