Este era el título de la película dirigida por Ana Belén en 1991 y protagonizada por Carmen Maura. Estaba basada en la novela homónima de Carmen Rico-Godoy y viene a cuento por determinados hechos ocurridos en la semana que termina que vienen a demostrar una vez más el riesgo que corren bastantes mujeres cada día por el simple hecho de serlo.
Me refiero concretamente a lo ocurrido con la diputada andaluza de Podemos Martina Velarde y la alcaldesa socialista de Alcalá de Guadaira, Ana Isabel Jiménez. La primera de ella, Martina Velarde, tuvo el atrevimiento de recomendar a la bancada popular en el Congreso que trasladaran a su compañera Esperanza Aguirre la necesidad de respetar el habla andaluza a raíz de unas declaraciones a medios en los que la expresidenta madrileña y conocida criadora de ranas políticas se burlaba del acento andaluz de la vicepresidenta del Gobierno María Jesús Montero.
Lo de menos era la cuestión objeto de crítica por la madrina política de tantos corruptos confesos y convictos, el expresidente Ignacio González, su vicepresidente Alfredo Prada o su consejero Francisco Granados. Lo que realmente motivaba su desprecio hacia lo andaluz y su intento de ridiculizar con ello a la vicepresidenta Montero era el odio inconsciente hacia todo aquello que está fuera del control del Partido Popular. Pues bien, el simple hecho de pedir respeto por parte de la diputada Velarde desató de inmediato su linchamiento en las redes sociales con expresiones machistas bastante violentas, insultos y vejaciones con el pretexto de la indumentaria de la diputada.
Por si este hecho de por sí no fuese ya suficientemente explícito a la hora de poner de manifiesto el carácter violento y misógino de la España ultramontana la actualidad política tan solo cuarenta y ocho horas más tarde nos ha brindado otra oportunidad de conocer como se la gastan en redes sociales las y los apóstoles de esa España rancia y de color sepia que creíamos desterrada de nuestro proyecto común de convivencia. Y ha sido otra mujer, andaluza y política, la alcaldesa socialista de Alcalá de Guadaira Ana Isabel Jiménez, la que ha sufrido el linchamiento público de esa caterva miserable y cobarde que se esconde en el anonimato. Su decisión de acoger en su localidad a unas decenas de migrantes, a fin de contribuir a rebajar la presión que sufren comunidades como Canarias, ha desatado una oleada de ataques machistas, racistas e incluso amenazas de muerte.
Lo ocurrido en uno y otro caso tiene una explicación última que no es otra que el discurso del odio predicado por la extrema derecha española y que el Partido Popular ha venido asumiendo como propio y a las declaraciones del señor Feijoo me remito. El pretendido verso suelto racista, el alcalde de Badalona García-Albiol, ha resultado formar parte de un poema completo escrito por los estrategas de Génova 13.
La pérdida de la sensatez por una buena parte de la cúpula del Partido Popular, a los Tellados y Gamarras me remito, está embarrando el terreno de juego de la legitima disputa política y propiciando que en cualquier momento el estallido de ira racista, machista y violento pase de las redes sociales a la calle. Ese día será ya tarde para falsas disculpas.
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