Lo que diga Isabel

Y es verdad que Pedro Sánchez es un tacticista de manual y así lo viene confirmando a lo largo de su arriesgada, pero también exitosa carrera política

Isabel Díaz Ayuso junto a Feijóo, en un acto reciente.
Isabel Díaz Ayuso junto a Feijóo, en un acto reciente.

Esa parece ser la principal norma de comportamiento político del presidente del Partido Popular, el señor Feijóo, que por momentos parece víctima del síndrome Pablo Casado o lo que es lo mismo excesivamente preocupado por lo que pueda pensar o decir la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso. Y viene esta reflexión a cuento tras la proclama pública de Ayuso, casi ordenando a sus colegas populares de otras comunidades autónomas que no acepten la invitación de Sánchez para entrevistarse en la Moncloa.

Cuando esto escribo aún no ha finalizado la cumbre de presidentes y presidentas autonómicas convocada por Feijóo para fijar una posición homogénea frente al acuerdo de financiación para Cataluña. Desconozco, por tanto, si Ayuso será capaz de imponer a Feijóo y al resto de sus colegas su visión monotemática del enfrentamiento permanente con Sánchez y conseguirá que den plantón al presidente del Gobierno como ella misma ha decidido hacer. Pero ocurra una cosa o la contraria va a quedar meridianamente claro que Ayuso hace ya tiempo decidió no solo ir por libre, sino también ir a por todas a pesar de Feijóo.

Da igual, el tema del que se trate Ayuso tiene por costumbre anticipar su propio mensaje al de la cúpula de su partido y si eso no ha sido posible manifestarlo a posteriori sin el más mínimo pudor y sin considerar el daño que eso viene ocasionando a la imagen del presidente del Partido Popular. Lo cierto y verdad es que, con bastante frecuencia, quizás demasiada, Feijóo y sus portavoces terminan cantando aquel estribillo de la chirigota del Selu de hace ya veinte años, lo que diga mi mujer.

Y es verdad que Pedro Sánchez es un tacticista de manual y así lo viene confirmando a lo largo de su arriesgada, pero también exitosa carrera política. Cuando Feijóo anuncio a primeros de agosto la urgencia de actuar frente al acuerdo de financiación de Cataluña, la última versión del se rompe España, y al mismo tiempo retrasaba hasta la primera semana del septiembre la pretendida urgencia, sin quererlo estaba activando la capacidad táctica de Sánchez y su núcleo duro. No se puede explicar de otra manera la convocatoria del acto en el Instituto Cervantes cuarenta y ocho horas antes de la cumbre autonómica popular ni tampoco la oferta pública de entrevistas bilaterales en Moncloa con cada uno de los presidentes y presidentas autonómicas para analizar la financiación de sus respectivas comunidades autónomas dilatando de esa manera la convocatoria de la Conferencia de Presidentes que viene siendo la demanda del principal partido de la oposición.

Y es que Tellado, cada vez que abre la boca y lo hace con excesiva frecuencia, se ha convertido en fuente de inspiración para el afán táctico de  Moncloa como queda confirmado con lo antes expuesto o con la gira africana de Sánchez un mes más tarde de que Tellado, que viene a ser para Feijóo como el muñeco Macario de José Luis Moreno, que cada vez que hablaba se le escapaba aquello de “Ay, qué contento estoy”, pidiera desplegar la Armada frente a las costas africanas.

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