Mañana la militancia socialista tiene en sus manos decidir con su voto quien dirigirá el PSOE gaditano en los próximos años para hacer frente a los retos electorales que se plantean en el horizonte empezando, si el calendario se cumple, con las elecciones autonómicas en las que María Jesús Montero tiene el objetivo de ganar a Moreno Bonilla, más tarde las elecciones municipales con el reto de reconquistar la Diputación de Cádiz y por último, con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide, las elecciones generales que se antojan más difíciles desde el tsunami azul de 2011.
Estas y no otras son las cosas a las que se enfrenta el socialismo gaditano que en esta cita electoral interna ve como dos de sus mejores alcaldes, Ruiz Boix y Ruiz Arana, aspiran a dirigir el partido en las primarias que se celebran mañana domingo en todas las agrupaciones locales socialistas.
Y es verdad que la incertidumbre sobre el resultado de estas primarias se ha adueñado del discurso interno y también de la rumorología mediática externa. En los últimos días hemos asistido a varias entrevistas a los candidatos a la secretaria general que difícilmente pueden servir de ayuda para resolver el enigma más allá de esos aprendices del oráculo de Delfos que intentan son su tradicional habilidad para la filtración intoxicar a redactores y columnistas.
Yo diría que de lo leído y oído de la propia voz de los candidatos hay una posición a la ofensiva y otra a la defensiva que sorprendentemente no se corresponden con quien defiende el titulo y el aspirante. Utilizando el símil boxístico resulta que el defensor del título, Ruiz Boix, hace gala de una estrategia a la ofensiva reivindicando con contundencia la gestión de su mandato mientras que el aspirante, Ruiz Arana, intenta defenderse en muchas ocasiones de su pertenencia a la dirección saliente sin demasiado éxito de público y crítica porque siempre resulta difícil deshacerse del pasado y mucho más aún de un pasado que aún hoy es presente.
Pero como he comentado en bastantes ocasiones ambos son dos grandes alcaldes, aunque distinto es que ambos puedan ser dos buenos secretarios generales por la sencilla razón, históricamente contrastada, de que una cosa no lleva indefectiblemente a la otra.
Y más aún cuando el proceso está lleno de voluntades cambiantes que no soportan cuatro años manteniendo la debida lealtad orgánica. Resulta especialmente llamativo, para la opinión pública y publicada, algo que a mí no me sorprende en absoluto, y que es el cambio de bando, también llamado bandazo, de las agrupaciones de Cádiz y San Fernando que además se ha consumado con el pacto en ambos casos con sus enemigos históricos, el romanismo en el caso de Cádiz y el irenismo en San Fernando.
Nada nuevo bajo el sol de quienes lideran esas agrupaciones acostumbradas siempre a girar buscando vientos favorables para las travesías personales de quienes ostentan la mayoría en ellas. Son estos los comportamientos que me han llevado siempre a cuestionar determinadas alianzas internas en el seno del socialismo gaditano donde parece que se ha puesto de moda aquella magnifica película de Julia Roberts titulada Durmiendo con su enemigo. Alguien debería recordarles a algunos como termina la historia.