Hace Ya casi una semana que el PSOE celebraba en Sevilla su Congreso federal, probablemente en uno de los momentos más difíciles que la organización ha vivido desde que Pedro Sánchez ostenta la Secretaría General.
Cuando me preguntaban mi opinión acerca del conclave socialista mi respuesta a bote pronto fue que el Partido Socialista ha celebrado el congreso que tocaba y diría aún más, el único congreso posible en un contexto tan hostil como el que rodea a la organización socialista acosada de manera increíble para la ética periodística por toda una caterva de panfletos mercenarios alimentados desde los gobiernos autonómicos y municipales de la derecha extrema y la extrema derecha.
Pero no sólo esos agitadores disfrazados de periodistas han contribuido a la ofensiva antisanchista, también medios históricos como ABC se atreven a publicar columnas como la de Juan Manuel de Prada con un contenido más que presumiblemente delictivo por incitación al odio. Cómo será la cosa que muchos demócratas han llegado a añorar los tiempos de Luis María Ansón al frente del periódico.
Y junto al acoso mediático mercenario conviene recordar también la judicialización de la vida familiar del Presidente y también de su Gobierno con un procedimiento tan sencillo como eficaz, la extrema derecha representada por Vox y sus organizaciones satélites presentan una denuncia judicial con la intención de que el juzgado de turno esté dispuesto a estirar la goma y he aquí que siempre encuentran el juez más dispuesto para ello. A partir de ahí el principal partido de la oposición con Porky Tellado a la cabeza se encargarán de amplificar el ruido cada día a la hora del Angelus.
Por todo esto el objetivo que pretendía la convocatoria de este Congreso que no era otro que relanzar el liderazgo de Sánchez, un año antes de lo que correspondía, y presentar un nuevo proyecto de gobierno dando respuesta a temas tan delicados como la redefinición del modelo financiero territorial y otros tantos retos, ha sido una tarea imposible porque las circunstancias han cambiado y mucho desde el momento de la convocatoria y el de la celebración.
Y eso es lo que ha conducido inexorablemente a convertir el Congreso Federal de Sevilla en una reedición del clásico teatral Fuenteovejuna, que no es como pudiera parecer una reacción a la defensiva ante la agresión externa sino que hay que entenderla como una reacción a la ofensiva contra la intoxicación mediática mercenaria y la estrategia de la desinformación y también dirigida a una oposición política que a falta de una alternativa ha hecho del fango su medio natural y nadie como Porky Tellado para moverse en él.
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