De Milei a Felipito Takatún pasando por su señoría

No deja de resultar chocante que alguien que ostenta la máxima dignidad presidencial de un país tan importante no tenga reparos en volar por los aires algo más que los lazos históricos que unen a los dos países

Javier Milei, en el acto de Vox del pasado domingo.
Javier Milei, en el acto de Vox del pasado domingo.

A principios de los setenta llegó a España desde Argentina un actor cómico que obtuvo importantes éxitos en la RTVE con un personaje Felipito Takatún que hizo célebre aquellas dos palabras, "Yo sigo" como si del muñequito de las pilas DURACELL se tratara. Este comediante argentino, que hizo reír con bastante frecuencia a quienes seguían sus programas en la única televisión que existía en nuestro país, tenía por nombre Joe Rigoli y en lo de hacernos reír con acento porteño fue todo un precursor del actual presidente de su país, un monumental payaso con perdón de la memoria de Gaby, Fofó, Miliki y otras tantas figuras de ese arte.

Y lo del "Yo sigo" es el hilo conductor con el que se está cosiendo uno de los mayores bulos del actual momento político español, que tiene mucho de argentino gracias al boludo de Milei pero que también cuenta con un juez de instrucción español entusiasta de la frase del cómico argentino y al parecer fiel creyente de los panfletos de la desinformación que maneja la extrema derecha española. Pero vayamos por partes y no mezclemos churras con merinas, aunque al final las dos terminan dando lana que es de lo que realmente va la cosa.

Aunque medio mundo conoce ya la trayectoria terraplanista del presidente argentino, vaya nuestras condolencias para ese pueblo hermano, no deja de resultar chocante que alguien que ostenta la máxima dignidad presidencial de un país tan importante no tenga reparos en volar por los aires algo más que los lazos históricos que unen a los dos países, más allá del hecho lamentable de que ambos sufrimos dictaduras militares crueles donde los derechos humanos se borraron de la faz de la tierra y la muerte violenta de los adversarios políticos fueron el pan nuestro de cada día.

Yo no sé si el ministro Puente fue responsable del inicio de las hostilidades, es más, poco importa por cuanto si el presidente argentino no toma las sustancias a las que el ministro hizo referencia, alguna debería tomar por prescripción médica para intentar remediar su falta de lucidez que le lleva reiteradamente a insultar a autoridades de otros países, a su propia oposición política y a una buena parte del pueblo argentino cuya única culpa es no reírle las gracias ni aceptar los desbroces de su motosierra aniquiladora de derechos sociales.

Y la otra parte de la historia es la de su señoría, el del “yo sigo” a pesar de que el informe de la unidad más valorada de la Guardia Civil, la UCO, no haya encontrado hechos delictivos en el proceder de la señora Gómez en relación con la denuncia presentada por los ultraderechistas de Manos Limpias, probablemente las más sucias de este país. Demuestra ese informe la legalidad de las adjudicaciones de Red.es y las de otras cincuenta y nueve de administraciones públicas que van desde la Casa Real a la Comunidad de Madrid pasando por el propio Ayuntamiento de la capital. Pero su señoría debe ser un amante de Felipito Takatun o del muñequito de Duracell, caracterizados ambos por seguir, seguir y más seguir, hasta el punto de haber llenado la agenda electoral de las europeas de comparecencias en su juzgado, por cierto, actitud bien distinta de su colega, el que instruye la causa del supuesto y autoconfesado delito fiscal de la pareja de la señora Ayuso, que ha tomado la decisión de aparcar las comparecencias, entre ellas las del novio rapado y con peluca, hasta después de las elecciones, y es que más de uno se preguntan por qué el PP y su entorno tienen tanta bula judicial.

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