La sanidad pública en el paredón

Poco a poco los pecados del sistema público de salud andaluz empiezan a aflorar una vez que la situación de emergencia permanente de la covid ha cesado

Concentración en defensa de la atención primaria en Jerez.
Concentración en defensa de la atención primaria en Jerez. MANU GARCÍA

El descontento y malestar consiguiente por la situación caótica de la atención primaria en dos grandes comunidades gobernadas por el Partido Popular, Madrid y Andalucía, se ha generalizado y las protestas, tibias en un principio, empiezan a ser muy mayoritarias y están alcanzando su velocidad de crucero.

Fue primero la Comunidad de Madrid el territorio donde ese malestar provocado por la destrucción sin más de los cimientos de la atención primaria de la sanidad pública empezó a percibirse en el día a día de la población. Poco a poco lo que era una cuestión meramente de los profesionales fue convirtiéndose en una preocupación ciudadana cada vez más generalizada. Cada vez eran más frecuentes las noticias de Centros de atención primaria que carecían de médicos o enfermeros/as en bastantes de los turnos de guardia.

La respuesta del gobierno de la sin par Díaz Ayuso se volcó primero en la descalificación de los profesionales de esa sanidad pública para ir girando, conforme el problema se extendía, a culpar a la izquierda de crear una imagen tercermundista de ese servicio público. La convocatoria de as asociaciones de defensa de la sanidad pública de una segunda manifestación en la capital madrileña llevó al paroxismo al aparato de propaganda de la presidenta madrileña que intentaba intoxicar a los medios de comunicación con argumentarios donde la verdad era un bien inexistente. Tal fue la insistencia que consiguieron el efecto contrario, convertir la manifestación en la más importante de las llevadas a cabo contra las políticas de la comunidad madrileña en toda su historia.

Y es que ni los profesionales sanitarios públicos de la Comunidad son unos vagos ni se quejaban por gusto, como bien ha corroborado el apoyo popular a sus reivindicaciones a lo largo de los mas de tres meses que dura ya la huelga. Una huelga que la propia Díaz Ayuso ha calificado de política, como si la sanidad publica no lo fuese, y un instrumento para derribar a su gobierno, lo que de paso no estaría nada mal, visto lo visto.

Pero Madrid no es una excepción y lo que está ocurriendo en la sanidad andaluza lo confirma. Poco a poco los pecados del sistema público de salud andaluz empiezan a aflorar una vez que la situación de emergencia permanente de la covid ha cesado. Los profesionales andaluces de la sanidad han decidido también que hasta aquí hemos llegado y desde hace algo más de un mes vienen llevando a cabo medidas de protesta que si bien en un principio fueron diesel han alcanzado ahora su velocidad de crucero. Y el gobierno andaluz, en un ejercicio de originalidad nunca visto, ha recurrido a los mismos argumentos que la señora Díaz Ayuso, cuestión que no es de extrañar porque de casta le viene al galgo, el presidente Moreno, para descalificar las protestas que ahora son mayoritariamente de los profesionales pero que ya empiezan a tener eco en una ciudadanía cansada de que casi cinco años después de su llegada al poder todavía sigan queriendo justificar la situación culpando a los de antes.

Y es que en política, cada vez con más frecuencia, la herencia recibida es un argumento con fecha de caducidad y no consumo preferente. Moreno debería poner sus barbas a remojar viendo las de Díaz ayuso cortar, y si no tiempo al tiempo porque lo peor está por llegar.

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