Muchas son las voces que, una vez conocidas las resoluciones del Tribunal Constitucional anulando buena parte de las condenas a altos cargos de los gobiernos de Manuel Chaves y Jose Antonio Griñán y a ellos mismos, han levantado la voz contra quienes protagonizaron la cacería política de los ERE desde la oposición de derechas representada por al Partido Popular y su Gobierno en Madrid. Pero también son muchas las voces que están poniendo de manifiesto el papel que jugó quien en el principio de todos los principios ejercía la secretaría de organización y que no era otra que quien sucedería a ambos en la presidencia de la Junta, la sin par Susana Díaz.
Me comentó hace ya algún tiempo un conocido y veterano compañero y amigo, con importantes responsabilidades históricamente en el PSOE de Andalucía, que poco antes del puente de la Inmaculada del primer año triunfal de Alaya y en el reservado de un conocido restaurante sevillano mantuvo una reunión con Susana para, según ella, para analizar los datos existentes sobre lo que más tarde resultaría ser la prehistoria de la instrucción judicial sobre los ERE.
Cuando Díaz puso sobre la mesa un carpetón lleno de papeles y manifestó su intención de ponerlo a disposición de la autoridad judicial, mi amigo decidió cortar por lo sano sugiriéndole la devolución de los papeles a su lugar de origen y que su señoría fuese la que realizara su trabajo. Como luego quedó de manifiesto, Díaz obvió por completo la recomendación de mi amigo.
Pero el pasado de Susana en el procedimiento de los ERE ha estado lleno de decisiones que poco han contribuido a la presunción de inocencia de sus predecesores en el cargo y de sus compañeros compañeras de Partido, y no sólo en los ERE, sino en otras actuaciones donde había que acabar con quienes ella consideraba sus rivales internos, como fue el caso de Rafa Velasco o de quien esto escribe.
Nunca se supo a ciencia cierta quién filtró determinadas informaciones relativas a los cursos de formación que provocaron el alejamiento de Velasco de toda responsabilidad política e institucional, ni tampoco quién ordenó a IDEA intentar derivar las propias responsabilidades sobre mi persona sin resultado alguno por desgracia para ella, que debió soportarme hasta que abandoné mis responsabilidades orgánicas.
No ha sido Susana un modelo de compañerismo y solidaridad cuando de alcanzar sus propios objetivos se trataba. Siempre puso especial empeño en acabar con quienes pudieran suponer un obstáculo para alcanzar las metas que se había propuesto, la secretaria general del partido y la presidencia de la Junta de Andalucía, al tiempo que tuvo especial predilección, una vez conseguidos los cargos, por rodearse en el partido y el Gobierno de quienes ella entendía que nunca podrían hacerle sombra, apartando al rincón de penar a quienes, como Mario Jiménez, intentaron poner de manifiesto que otras formas y modos eran posibles en el desempeño de las responsabilidades orgánicas e institucionales.
Pero el Constitucional ha venido a poner de manifiesto, de manera clara y contundente, que el carpetón de papeles de aquel reservado del afamado restaurante sevillano tenía fecha de caducidad aunque haya deparado tantos sinsabores e incluso desgracias personales en quienes se convirtieron en blanco de la cacería política para la que ella suministró una parte de la munición.
Esta historia está basada en hechos reales aunque algunos datos y hechos han sido ficcionados por respeto a quienes fueron víctimas de la instrucción judicial.
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