No hay nada que guste más a determinada prensa provincial que convertir los prolegómenos de los congresos provinciales del PSOE gaditano en una guerra sin cuartel. La tendencia a exagerar las opciones del candidato más débil, para de esa manera hacer creíble la madre de todas las batallas, es un recurso utilizado una y mil veces ya que el papel de periódico los soporta todo. Y en esas estamos una vez más a tenor de lo visto y leído en los últimos días en los que hemos conocido de su propia voz la intención de Jaime Armario de presentar su candidatura a la Secretaría General en el próximo congreso disputándole así el puesto al actual responsable del partido Juan Carlos Ruiz Boix.
Vaya por delante mi mayor consideración para con las intenciones legitimas de un militante veterano del Partido como es el caso de Armario Limón con una larga trayectoria orgánica e institucional y sobre todo buena persona. Vaya también por delante desde la atalaya de mi trastero el mayor de los respetos por una decisión que por propia experiencia reconozco dura y difícil porque a partir de ahora, gane o pierda el congreso, ya nada será igual para él ni en lo político ni mucho menos en lo personal.
En lo primero porque la realidad de los ganadores poco tiene que ver con la del común de los mortales y de ello se ocuparán quienes ahora le alientan y apoyan. En lo segundo porque es tristemente cierto lo que en su momento se atribuyó a Napoleón de que la victoria tiene cien padres, pero la derrota es huérfana, y esa orfandad es capaz de herir en lo más profundo a quien la padece.
No me ha resultado sorprendente el anuncio de Jaime Armario porque había detectado en RRSS pequeños detalles de sus idas y venidas por territorios alejados de su San Fernando querido, ya fuera en El Bosque, ya en Vejer o en algunas otros más que yo entendía que no respondían a un mero interés turístico sino más bien a la necesidad de activar alianzas orgánicas que ahora encuentran sentido.
La estrategia no me sorprende ni la táctica seguida para su presentación menos aún si tenemos en cuenta la entrevista en un medio provincial en la que José María Román definía el perfil del futuro responsable del partido en la provincia cuyo rasgo más determinante era el de carecer de cargos institucionales, algo que como todos sabemos no es precisamente la cualidad más importante de un candidato o candidata. La entrevista de Román pretendía, a semejanza del Cuerpo de Ingenieros de un ejército, desbrozar el camino por el que Jaime Armario haría su entrada triunfal en el Jerusalén del socialismo provincial, todo un clásico del argumentario decididamente bélico que caracteriza estos tiempos previos al gran momento.
Y una mirada superficial a los comentarios en Facebook a la carta de intenciones de Armario me ha reafirmado en mis sospechas de hace ya algún tiempo, ya que muchos de sus anfitriones en esas visitas por la provincia aparecen aplaudiendo la decisión junto a otros compañeros y compañeras que se significaron en el pasado más reciente como la guardia de corps del socialismo gobernante en la provincia. Eso me lleva a pensar que estuvo realmente acertado Fernando Santiago en su reciente referencia a la candidatura de Armario como el hecho de comerse el marrón, el que ni el Cuerpo de Ingenieros ni muchos de los aplaudidores han tenido el valor de comerse.
Como diría Cesar “Alea iacta est”