Vivir en la comarca de la Janda es un lujo impagable por la calidad de vida que impregna cada una de las poblaciones que la componen, con un paradisiaco litoral que se extiende desde Conil hasta Zahara, un incomparable Parque Natural de los Alcornocales convertido en el pulmón verde de la comarca y que sirve de cuna al rio Barbate cuyo valle majestuoso se extiende desde Alcalá hasta su desembocadura en la ciudad del mismo nombre.
Pero he aquí que, de un tiempo a esta parte, de primavera a final de verano con bastante frecuencia hay una noticia que ocupa un importante espacio informativo y no es otra que el riesgo para la salud que representa la superpoblación de mosquitos, principalmente a lo largo del trazado del rio y en las marismas que lo rodean cercanas a su desembocadura. Y más allá de las molestias que provocan las picaduras del insecto se ha extendido en los últimos daños el miedo al llamado Virus del Nilo Occidental que puede llegar a provocar afecciones de las meninges cerebrales y de la medula espinal.
Dejo a los profesionales de la biología y la epidemiología las cuestiones técnicas sobre la amenaza que cada atardecer se cierne sobre los habitantes de nuestros pueblos, y digo nuestros más allá de la mera licencia lingüística, por cuanto vivo en uno de los municipios a los que la plaga, que así hay que llamarla, viene afectando de manera muy importante. La junta de Juanma, más allá de los controles epidemiológicos y “los consejos doy que para mí no quiero”, ha hecho mutis por el foro en un lavado de manos que para sí hubiera querido Poncio Pilatos y ha endilgado a los ayuntamientos de las zonas con alto riesgo, casi todos pequeños y medianos municipios, la responsabilidad de los tratamientos.
Y este resurgir de la población de mosquitos, muy favorecida por cultivos poco sociales como el arroz, me ha traído el recuerdo de aquel convenio que, en los tiempos pretéritos en los que el que esto escribe tenía la responsabilidad de presidir la Diputación Provincial, suscribió con la Diputación de Huelva, cuyo servicio para el control de este tipo de plagas gozaba y sigue gozando de un gran prestigio como quedó demostrado con la practica eliminación de las plagas que los arrozales habían provocado. Nunca encontramos por aquel entonces la colaboración de los propietarios de las plantaciones de arroz cuyos cultivos se habían convertido en fuente de problemas de salud y en grandes despilfarradores del recurso agua.
Quienes me sucedieron en tan noble cargo, muy alejados geográficamente de la zona de conflicto y las luchas épicas de los atardeceres, debieron pensar que los trabajos que habían llevado al control de la plaga de mosquitos en la Janda habían sido suficientes y decidieron ahorrar una parte y la otra ponerla en mano de los causantes del problema que llevaban a cabo fumigaciones de dudosa efectividad como la realidad actual ha venido a demostrar. Debiera la señora presidenta, Almudena Martines del Junco, desde su atalaya jerezana asomarse al atardecer de la Janda y activar recursos eficaces contra el mosquito y el Virus del Nilo un riesgo para la salud y también para la actividad turística de nuestros pueblos y ciudades de la Janda.
Me siento tan afectado por el problema que he consumido el espacio de esta columna y la paciencia de los lectores con el Virus del Nilo y tendré que dejar para otro día algunos virus como el que se ha apoderado de los ordenadores del CENTRA, el mal llamado CIS andaluz, de tal manera que por muchos datos contrarios a Juanma y su gobierno que se obtengan de los cuestionarios de las encuestas el resultado siempre es el mismo, Juanma arrasa, y después hablan de Tezanos, vivir para ver.