Dividieron y vencieron.
La globalización nos ha traído una sociedad multicultural, la revolución en los medios de comunicación y en los transportes ha facilitado los movimientos migratorios. Las “comunidades imaginadas” en base a las cuales se construyeron los Estados-nación en el siglo XIX han tornado a una diversidad difícil de unificar en características comunes.
Sin embargo, las distintas categorías identitarias se han dividido, e incluso, enfrentado unas con otras. Estas identidades se agrupan en colectivos de intereses comunes, dividiendo las antiguas luchas sociales en objetivos específicos surgiendo así agrupaciones, ecologistas, feministas, LGTBIQ, culturales, etc., generando una crisis en la forma de asociación clásica de partidos políticos y sindicatos más propia del siglo XIX y siglo XX.
Estas nuevas formas de lucha social, obvian, en mi opinión, la perspectiva de clase donde se fundamentaba el grueso de las reivindicaciones sociales. Estas nuevas formas de reivindicación aglutinan la lucha por derechos propios del sector al que represente, pero al eliminar el sesgo de clase social, los objetivos de la lucha hacen el juego al sistema socioeconómico que provoca estas reivindicaciones.
Sirva como ejemplo, aunque se podría extender a cada uno de los colectivos que se quisieran analizar; si las reivindicaciones ecologistas son justas y necesarias, son en los barrios de clase trabajadora donde se sufren las consecuencias de una mala, o deficiente, gestión de residuos, donde la polución es más densa, donde hay más enfermedades provocadas por la contaminación, donde menos árboles pueblan sus calles, etc.
Si tornamos a las reivindicaciones de los colectivos feministas, equiparar los problemas que pueda tener Ana Patricia Botin, por el hecho de ser mujer, no pueden ser los mismos de los problemas que sufre cualquier mujer de clase trabajadora.
Eliminar las características de clase de las reivindicaciones sociales consigue que no se ataje la raíz del problema, sino que los colectivos permanecen en los márgenes de los problemas sin llegar a acercarse a la solución de los problemas. Por lo tanto, las características de clase tienen que ser la piedra angular en la que se construya cualquier reivindicación para que las clases dominantes no se apropien de estos movimientos. Del mismo modo, la identificación con la clase social generará sinergias entre las distintas luchas que faciliten la consecución de los objetivos propuestos.
“Hay quienes se preguntan si el multiculturalismo no es una mera distracción que sirve a las clases dominantes para mantener una estructura altamente desigual en lo económico y social” Rodolfo Stavenhagen.