Un total de 68 trabajadores fallecieron en Andalucía en accidente laboral durante el primer semestre de 2024, un 8% más que en mismo período del año anterior (63 trabajadores). Son cifras, ambas, totalmente inaceptables y que dejan a las claras que algo se está haciendo mal en cuanto a la aplicación de la normativa en prevención de riesgos laborales. De hecho, se puede decir que cada uno de los 52.000 accidentes laborales con baja (412 de ellos con carácter grave) en este período significa que algo no se ha hecho bien: puede ser debido a la ineficacia de la inspección laboral, a la negligencia de las empresas en cuanto a la prevención de riesgos laborales o, a veces, que también ocurre, a un exceso de confianza de los propios trabajadores.
Los datos andaluces suponen el 19% de los accidentes laborales con muerte que se ha producido en España en este período y el 17% del total. Todos son datos oficiales del Ministerio de Trabajo y de la Consejería de Empleo.
Se trata de números, claro, pero no se puede decir, en absoluto, que se trate de cifras frías, ya que, entre otras cosas, además del drama personal y familiar, indican tendencias. Si el número de accidentes con el resultado de muerte ha crecido un 8% respecto al año pasado quiere decir que se va a peor y que algo se hace mal, igual que hay que destacar que el incremento de accidentes mortales ya no solo ocurre, como en estadísticas anteriores, por los accidentes ‘in itinere’ (de camino o de vuelta al puesto de trabajo desde el domicilio), sino por el incremento de los que propiamente ocurren en el tajo, en el transcurso de la jornada laboral.
Tras analizar estos datos, UGT ha reclamado que se dote de más recursos humanos y materiales a la Inspección de Trabajo y ha denunciado que no se están cumpliendo los mecanismos preventivos existentes, por lo que ha insistido en que se cumpla a rajatabla la legislación laboral por parte de las empresas, a las que acusa de incumplir de manera sistemática esta normativa, incluso de realizar unas actuaciones a fin únicamente de evitar las multas, un ‘maquillaje’ que también resulta inaceptable.