El PSOE y Sumar, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, han firmado un acuerdo que aspira a convertirse en el primer paso para reeditar el Gobierno de la pasada legislatura. Este acuerdo, que incluye ni más ni menos que 230 medidas de todo tipo, se ha ‘vendido’ con la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales como medida estrella y evitando hacer mención alguna al espinoso asunto de la amnistía, un tema clave para que se abra el acuerdo recién alcanzado a los dos partidos independentistas catalanes, ERC y Junts, cuyos votos son imprescindibles para la investidura de Sánchez.
Por supuesto, obviar la amnistía en el acto de presentación del acuerdo PSOE–Sumar en el Museo Reina Sofía es una decisión absolutamente medida, tanto si es un tema que está cerrado como si no. Si no está cerrado, para qué andar complicándose, y si lo está, ya habrá momento de explicarse cuando se anuncie y no quitar protagonismo al acuerdo programático recién firmado (por cierto, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no aceptaron preguntas en la presentación: recuérdese la mofa que tuvo que aguantar Mariano Rajoy cuando puso en boga esta medida, ahora ‘normalizada’).
En los últimos días, sobre todo en medios de comunicación de centro-derecha, ha comenzado a circular que el PSOE estaría comenzado a trabajar en lo que podríamos denominar un ‘relato B’ por si finalmente no hay acuerdo con Junts y Pugidemont (la posibilidad de que no se cierre un acuerdo con ERC directamente no se contempla), ya que todo indica que los socialistas no las tienen todas consigo e, incluso, ya se habría abortado un intento de ir a una investidura la semana pasada por no contar con dichos apoyos.
Si no hay acuerdo, España estaría abocada a nuevas elecciones generales, y el PSOE trataría de que el esfuerzo por llegar a acuerdos de todas estas semanas se valorara por el electorado como algo positivo y no como una pérdida de tiempo con un partido tan complejo como Junts, en el que hay una fuerte componente emocional –sobre todo entre sus bases, pero también en sus cuadros medios–, que hace que cualquier acuerdo de los máximos dirigentes pueda ser echado abajo a última hora sin más explicaciones.
Por último, está por ver qué ocurre con Podemos, que tiene una agenda al margen de Sumar y, por lo pronto, ninguna de sus dos ministras, ni Ione Belarra ni Irene Montero, han acudido al Reina Sofía a este acto. Todo indica que respecto al fondo programático del acuerdo no habría grandes problemas y que esta batalla se libra más bien en cuanto al reparto de carteras.
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