Hace ya un par de décadas que distintos pensadores, políticos o periodistas comenzaron a referirse al agua como "el petróleo del siglo XXI".
Más allá del eslogan llamativo, de la frase ocurrente –aunque relativamente simplista–, el paso de los años les ha ido dando la razón y la humanidad se prepara para afrontar un período en el que la disponibilidad de agua, al menos en Occidente, va a dejar de ser algo trivial, a lo que no se le da mayor importancia, para convertirse –si no lo es ya– en un bien precioso para todos los países.
GALERÍA | Manifestación de los agricultores onubenses por las calles de Sevilla para exigir agua
La visita a Bruselas del presidente de la Junta, Juanma Moreno –por cierto, justo antes de la tractorada de agricultores llegados de toda Europa–, para pedir inversiones hídricas a cuenta del fondo de solidaridad de la Unión Europea, a la vez que se muestra dispuesto a hacer un llamamiento a la unidad de las regiones del sur de Europa que son las que, en mayor medida, están sufriendo la sequía; las protestas de agricultores onubenses en el centro de Sevilla reclamando que las dos administraciones con competencias, tanto la propia Junta como el Gobierno central, cumplan con las inversiones que tienen acordadas para el suministro de agua a los regadíos, o la decisión de la Generalitat catalana de endurecer las medidas antisequía debido a los niveles bajísimos en los embalses de su comunidad, todo este panorama de situaciones diversas que, aparentemente poco tienen que ver, todos estos temas, todos, tienen un hilo común, como es la necesidad de agua, la falta de agua tanto para la vida cotidiana como para la actividad económica.
El problema es que a los estados –y en el caso de España, a sus propias comunidades autónomas– les está costando revisar sus modelos de desarrollo económico y gestión hídrica. De hecho, la propia Junta ha tardado un mundo en empezar a abordar la sequía que padece Andalucía como un problema estructural, no coyuntural. Cultivos que necesitan cantidades ingentes de agua, millones de turistas –y buscando nuevos récords–, más de cien campos de golf... Tal vez ha llegado el momento de poner pie en pared y pensar que los recursos hídricos, aunque mejoren, están contados, y que Andalucía, simplemente, tiene en el mapa la ubicación que tiene.
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