Algo se mueve en el mundo del cannabis

Aumenta considerablemente el número de agricultores marroquíes que, al amparo de la nueva ley, se pasa a la producción para uso medicinal, lo que tendrá consecuencias en el narcotráfico a ambos lados del Estrecho

La planta del cannabis.
La planta del cannabis.

Algo se mueve en el mundo del cannabis en Marruecos y en Marruecos no sucede nada sin que lo sepa, o incluso lo promueva, el rey Mohamed VI. Los movimientos se dan en dos direcciones: de una parte, se ha aprobado una amnistía para casi 5.500 personas perseguidas e incluso castigadas penalmente por su vinculación a la producción y tráfico de hachís y, de otra, crece exponencialmente el número de autorizaciones vinculadas con el cannabis, que llegan a las 2.837, para un número ligeramente menor de agricultores. Estas autorizaciones hacen referencia no solo a la producción de cannabis, sino también a su comercialización, exportación, compra de semillas, etc, de tal forma que en el país vecino se manejan del orden de 60 tipos de autorizaciones.

 

Estos movimientos se producen después de que en 2021 Marruecos aprobara una ley que legalizaba la producción del cannabis siempre que su uso fuera medicinal o industrial (fundamentalmente textil), un texto legal en línea con los que se han venido produciendo en la mayoría de los países occidentales en las dos últimas décadas, aunque hoy por hoy hay legislaciones mucho más abiertas, tanto en Europa (Alemania ha dado un paso enorme recientemente en este sentido) como en buena parte de los estados de EE.UU. y en Canadá, por poner un par de ejemplos, mientras España (podría haber nueva ley en unos meses) se mueve en una línea intermedia, más bien conservadora, todavía con importantes restricciones para uso recreativo y sin el uso medicinal 100% abierto, pero reconociendo la posesión de ciertas cantidades para autoconsumo.

Bien… con 55.000 hectáreas de cannabis en cultivo, según estimaciones del propio Marruecos, el país vecino en el máximo productor mundial, España haría bien en seguir de cerca todos estos movimientos, ya que es evidente que este tema forzosamente tendrá incidencia en el narcotráfico –cuidado, puede que sea positiva– de hachís, por lo que sus efectos se dejarán sentir también en los grupos organizados que operan en Andalucía en asociación con el norte de África, que probablemente, en algunos casos, tengan que buscar nuevos suministradores o evolucionar hacia otro tipo de sustancias, lo que modificaría el tablero actual.

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