Es una vieja costumbre que los gobiernos municipales que se suceden en Jerez, casi desde la Transición, expongan sus mejores votos para el centro histórico de la ciudad, que lleva décadas siendo una zona degradada, sin que finalmente ninguno, ahí están los hechos, dé con una solución integral para la zona. El PP, 'fiel' a esa tradición, tiene en marcha distintas iniciativas encaminadas a dinamizar la zona, como son el Museo del Flamenco (al que le queda tiempo para abrir y ya se habla de su ampliación: así son las cosas en Jerez) o la posibilidad de que el Palacio de Riquelme pudiera convertirse en un Bien de Interés Cultural (BIC) a medida que avancen las obras de reforma (casi de reconstrucción) que se están llevando a cabo en este icónico edificio de la plaza del Mercado, en pleno barrio de San Mateo, obras que, en una siguiente fase, deberían dar paso a una adaptación del edificio a un uso concreto, muy probablemente expositivo.
El estudio para que el centro histórico vuelva a tener una línea de microbuses (ya eléctricos) que la conecte con distintos puntos de su propio perímetro es una noticia que debe circunscribirse también en esta misma línea de actuación, ya que beneficiará tanto a los vecinos como a los turistas que pudieran estar interesados en descubrir ese 'otro' Jerez que, sin embargo, tal vez sea el auténtico.
Hay que dejar que el tiempo hable y esperar a ver los resultados, pero resulta loable que el gobierno municipal al menos tenga, de manera efectiva, determinados proyectos para ayudar a la rehabilitación integral de esta zona. Desde el fallido proyecto de Ciudad del Flamenco –y de eso hace ya más de veinte años, que también iba a ir en la plaza de Belén– el proyecto más importante que se ha abierto camino en la zona ha sido el del Centro de Interpretación Lola Flores, puesto en marcha por el anterior gobierno socialista y que, sin duda, también aporta ya a la zona.